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viernes, octubre 31, 2003

Leyenda for export 

Jinete de ballenas (Whale Rider, Nueva Zelanda/Alemania, 2002). Dirigida por Niki Caro. Con Keisha Castle-Hughes, Rawiri Paratene, Vicky Haughton y Cliff Curtis.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 2. En los diarios: Horacio Bernades (Página/12): ; Pablo 0. Scholz (Clarín): 8; Adolfo C. Martínez (La Nación): 8; Ambito Financiero: 8.

Algunas películas están hechas sin disimulo alguno para la exportación, para que los espectadores del otro lado del mundo puedan experimentar un supuesto acercamiento de culturas. En mi opinión no hay nada más alejado de eso en este caso.
Es muy difícil objetar costumbres o rasgos culturales (además de que excede absolutamente a este comentario) pero considero imposible dejar de irritarse frente a las manifestaciones totalitarias, arbitrarias y arcaicas (presentes en este film de previsible final ¿reinvindicador?) justificadas en torno a una cultura ancestralcéntrica.
La historia de Paikea (la niña protagonista de Jinete de ballenas) transita sobre dunas, vuelve y se repite, y está edulcorada hasta el extremo. La película quiere trascender esta historia de vida y retratar un cúmulo de tradiciones, de normas y de creencias de las tribus maoríes. Y es con esa ambición con la que tropieza y en la caída se vuelve un manifiesto anacrónico por donde se lo mire. La discriminación, el prejuicio y el sexismo ya no pueden justificarse ni siquiera por la distancia cultural y/o geográfica. Y mucho menos pretender que eso genere empatía. No importa la locación, ni siquiera la tradición, cuando de arbitrariedades se trata. La dignidad es un bien común. Al final, después de todo, no somos tan distintos.
Fabiana Ferraz.

Una pila de vida 

Alma de héroes (Sea biscuit, Estados Unidos, 2003) Dirigida por Gary Ross. Con Tobey Maguire, Jeff Daniels, Chris Cooper, David McCullough.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 7. En los diarios: Martín Pérez (Página/12): 6; Diego Batlle (La Nación): 4; Aníbal M. Vinelli (Clarín): 8; Ambito Financiero: 4.

Be afraid, be very afraid. El trailer de Alma de héroes despertaba miedo, y mucho. Parecía un bulkmail fílmico de esos en los que la segunda oportunidad es un seguro de vida, una emoción forzada sin ideas. Pero el director Gary Ross decide poner en Mute todo aquello que tuviera la más mínima posibilidad de saturar los canales que la historia de tres vencedores vencidos con segunda oportunidad pudieran llegar a incitar. Ross se convierte en un devorador de pecados ancestrales de este tipo de films, su uso de la elipsis y del fuera de campo son verdaderas lecciones. La muerte del niño es un ejercicio que algún que otro danés marketinero podría, por lo menos, aprender. El director, que ya había sorprendido con Pleasantville, recurre al lazo de esos tres hombres y con su época para realizar un film preciso, que despierta pasiones primarias, de esas deportivas de las que Stallone podría dar cátedra, con cada galope de Seabiscuit. La época será un Estados Unidos relamiéndose en su progreso en aparente loop, que de repente cae en la cuenta frente al quiebre de la bolsa de valores y por ende, la llegada de la gran depresión. Aquella devoción entre un jinete en furia (Tobey Maguire), un cowboy sin tierra (Chris Cooper), un padre millonario cuyo hijo murió (Jeff Daniels) asume, considerando la aventura que viven juntos en ese momento del país, tonalidades muy similares a las amistades masculinas que abundaban en los films de Howard Hawks. Aunque el verdadero protagonista es Seabiscuit, un gran caballo en el sentido más fordiano de la dignidad. Un ejemplo es el momento en que el relato se detiene, o al menos eso parece (por la sorpresa, por la nobleza), para presentarnos con la misma voz en off que se utilizó para los principales actores y con el mismo cuidado, la historia de Seabiscuit. Una caricia hecha de puro cine. Alma de héroes es una película que respira emociones primarias y permite disfrutar de esas carreras como si nuestra vida dependiera de ello. Una sorpresa, frente a tanta petulancia del mainstrean (puff, aflojen con los robos cool), por su atractivo y casi vanguardista clasicismo.
Juan Manuel Dominguez.

miércoles, octubre 29, 2003

Puro humo 

Nicotina (México/Argentina/España, 2003) Dirigida por Hugo Rodríguez. Con Diego Luna y Lucas Crespi.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje 4. En los diarios: Diego Lerer (Clarín): 6; Horacio Bernades (Página/12): ; Diego Curubeto (Ambito Financiero): 6; Adolfo C. Martínez (La Nación): 6.

Nicotina es un triplex de Tiempo final, aquel sobrevalorado programa de unitarios cuyo leimotiv era contar historias en “tiempo real”. Durante las tres temporadas de Tiempo final, al término de cada entrega, uno se preguntaba cuál era el problema, qué objeto tenían las desorbitadas actuaciones de los consagrados elencos, por qué las resoluciones eran tan gratuitas, en resumen, cómo se sostenían semejantes disparates. Martin Salinas, guionista de la película, tomó tres capítulos que escribió para el ciclo -Santo remedio (2000), Vecinos (2000) y Cirugía mayor (2001)- y, con alta fidelidad a su escritura, los asoció caóticamente. Esta mezcla explosiva devenida película aspira al suspenso. Sin prestar atención a las bases del suspense que exigen manejo del tiempo y de la información en el relato, Hugo Rodríguez , director argentino radicado en México, emplea densos recuadros en el plano para recalcar, en vez de anunciar, como si el espectador fuera incapaz de reconocer los evidentes indicios narrativos.
Diego Luna es Lolo, un hacker que entrega un cd equivocado por distraerse espiando a su vecina. La equivocación de Lolo desencadenará una carrera con obstáculos en busca de unos diamantes. La película se torna (más) molesta en cuanto se intensifican las directivas del realizador, Rodríguez busca a los personajes y determina qué es lo que tenemos que entender. Hasta acá no hay nada nuevo, ése es el trabajo del director, el problema aparece cuando las posibilidades de pensar la película en libertad se anulan.
Las agotadoras menciones a lo imprevisible de la muerte de “el nene”, interpretado por Lucas Crespi (otra joya proveniente de Tiempo final), combinadas con la desquiciada performance del actor acaban por quemar el combo procedente de la televisión argentina. La película respira gracias al solicitado Diego Luna, quien arremete contra la pobre propuesta del relato y se desplaza en el plano involucrando cada parte de su cuerpo, logrando despegar del forzado tono que rige a los demás actores. Aquello que refiere al fumar queda en anécdota, ya que tanta insistencia revienta la sorpresa final.
María Marta Sosa.

martes, octubre 28, 2003

Araña ojos de píxel 

El hombre araña: La serie (Spider-man, Estados Unidos, 2003). Dirigida por Patrick Carroll, Johnny Darrel, Sean Frewer, Ezekiel Norton. Escrita por
Brian Michael Bendis. Ficha técnica.
TV
Puntaje: 6.

Brian Michael Bendis es un nombre que se puede leer en la portada de más de media docena de comics en Estados Unidos, pero además es el responsable, mucho antes del film de Raimi, de rejuvenecer al arácnido Peter Parker mediante una serie llamada Ultimate Spiderman (actualmente a la venta en Argentina). En Ultimate se contaba desde cero la historia del héroe articulando sus problemas y los viejos códigos de Stan Lee a estos años locos. Bendis logra hacer del día a día del superhéroe una aventura de la ciudad y de la juventud, convirtiéndolos en elementos esenciales de la narración, y no simples mcguffins que adornan la eterna y romántica ecuación héroe + personajes secundarios + salvar metrópoli = algo que cierre. Un gran poder implica una gran responsabilidad, y un mega éxito implica secuelas. El hombre araña: la serie es entonces un coletazo que asimila la forma de una fritura construida en base al éxito de la película junto con la novedad narrativa de Ultimate Spiderman. La elección de Bendis como escritor es un claro acercamiento a este nuevo universo revisitado y expandido al reinventar situaciones y personajes clásicos del cosmos del arácnido. La serie va por la cadena (en más de un sentido) Mtv, donde la juventud siempre es divino tesoro y tesorero, por lo que el uso de la animación digital puede entenderse como una forma de embelezar los ojos del pueril espectador, para perder tras píxeles el contenido. La animación que utiliza es tosca, casi de un mal videojuego; los movimientos, cuya textura eran de fantasía en la película, parecen brutamente copiados y pasteados. Porque Bendis, truebelievers, aplica su fórmula como una versión camp del Dr. Jeckyll, para transformar un tosco dibujo en algo que puede llegar a romper otra cosa a partir de sus novedades, de sus aventuras, y sobretodo, de la visión de Peter Parker como un angustiado adolescente al cual le duele más su juventud que los golpes de sus enemigos. Un pequeño Hyde que desea hacer el bien y posee superpoderes. Como cualquiera de nosotros.
Juan Manuel Dominguez.

Conflictos en el medio oriente 

Abre tus alas (Knafayin Shvurot, Israel, 2002). Dirigida por Nir Bergman. Con Maya Maron, Orly Silbersatz Banai y Nitai Gaviratz.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 5. En los diarios: Martín Pérez (Página/12): ; Diego Lerer (Clarín): 4; Fernando López (La Nación): 8; Marcelo Zapata (Ambito Financiero): 6.

Una familia pierde al padre y queda bajo un manto de problemas de índole existencialista o así parece. La madre se encuentra algo perdida con sus hijos, pero aferrada a su trabajo de partera y los cuatro hermanos tienen que llevar las riendas en una familia por el momento cuasi acéfala. Abre tus alas es un pequeño drama que no ofrece nada nuevo y que a fuerza de permanentes golpes intenta dar una performance del esfuerzo de una madre viuda para vivir junto a sus cuatro hijos y educarlos correctamente. Cuando uno de los pequeños cae en coma todo se desbarranca y se busca un nuevo equilibrio. Todo esto sin ningún tratamiento demasiado interesante donde podamos disfrutar una puesta formal que nos llame la atención aunque no podemos negar que la película está realizada con mucha prolijidad.
Hay algo que fastidia particularmente y es el personaje del hermano mayor, que utiliza frases filosóficas insoportables. El existencialismo en estos casos es sólo un dolor de cabeza para el buen gusto (no en cuanto adquisición de valores morales sino como valores formales, descriptivos y saludables). Los problemas del universo incluidos en diálogos repetitivos sin importancia representan una tontería estática que no levanta nunca vuelo y parecen sacados de las primeras paginas de “El libro de Sofía”.
Cuando nos manifestamos a partir de ver y mirar un espacio en el cine a veces nos choca no sentirnos satisfechos, pero a veces dentro del tópico nos encontramos con personajes claramente interesantes como una de las hijas de la familia. La hija mayor es Maya Maron, una persona físicamente estable (ni supermodelo, ni artista de vanguardia, ni carismática, ni estrella desfachatada) y es bellísima. Además su personaje es el único que logra un cambio de espacio real, que es el que buscan todos.
Finalmente queda para destacar la importancia de que se estrenen películas de países como Israel, que tiene una pequeña producción de films. Una lastima que esta película no sea la que esperamos, ya llegarán mejores, eso necesitamos.
Leandro Rosenzveig.

lunes, octubre 27, 2003

Abrecaminos 

Los rubios (Argentina, 2003). Dirigido por Albertina Carri. Con Analía Couceyro.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 10. En los diarios: Diego Lerer (Clarín): 8; Horacio Bernades (Página/12): ; Fernando López (La Nación): 8; Paraná Sendrós (Ambito Financiero): 4.

“La memoria, indispensable y portentosa, es también frágil y vulnerable. No está amenazada sólo por el olvido, su viejo enemigo, sino también por los falsos recuerdos que van invadiéndola día tras día”. Esta reflexión pertenece a Luis
Buñuel y resume la idea central de Los rubios, una de las películas más originales y radicalmente osadas que se hayan hecho en Argentina. Su directora, Albertina Carri, bucea en su memoria, en su experiencia personal como hija de desaparecidos por la última dictadura militar para lanzar al mundo un ensayo sobre la memoria y sus límites, sobre la ausencia y sus consecuencias, sobre las grietas entre distintas generaciones y sobre las posibilidades del cine para representar esas cuestiones. Temas nada menores que son abordados por Carri con un nivel intelectual altísimo que sin embargo no impide una genuina y bienvenida emoción. Especie de película-camino, Los rubios es la búsqueda de su directora por reconstruir su fragmentada memoria, inevitablemente compuesta por vagos recuerdos y por presunciones ajenas. Los recuerdos que tiene Carri son pocos y difusos, y no sabe si son de ellas o si los inventó o si son versiones de sus hermanas. De la misma manera, los testimonios de la gente que conoció a sus padres serán siempre incompletos, ya que además de haber sido deteriorados por el paso del tiempo, están atados a una mirada generacional particular que busca reivindicar su militancia y su lucha. Pero no es eso lo que busca Carri; ella necesita hablar desde su posición personal (que seguro es también la de muchos otros), la de una nena de 3 años a la que inexplicablemente le impidieron tener una infancia normal y que fue obligada a reemplazar una ausencia irremediable por fantasías propias y ajenas (a esto remiten las excelentes secuencias protagonizadas por muñequitos Playmovil). Y si Los rubios puede verse como una película-camino es también porque más allá de ser una obra acabada, muestra cómo su directora fue encontrando “su película” mientras la iba realizando. Mezclando partes documentales con otras de ficción (igual que la memoria), Carri se muestra filmando, dando indicaciones a la actriz que hace de Albertina Carri, compartiendo charlas con su equipo y descubriendo, poco a poco, cuál debe ser la película. Finalmente, luego de recorrer su película-camino, Albertina Carri encontrará un destino en el que la espera una nueva familia compuesta por el equipo de filmación, demostrando que la búsqueda no fue en vano y que para poder mirar al pasado y recomponerse de sus heridas es necesario pararse con seguridad en el presente y mirar hacia el futuro.
Sebastián Núñez.

viernes, octubre 24, 2003

El joven ojos de tinieblas 

Vincent (Estados Unidos, 1982). Dirigido por Tim Burton. Con la voz de Vincent Price.
Ficha técnica.
CAPRICHOS
Puntaje: 10.

Curioso fenómeno la organización dicotómica del mundo. Misterio indescifrable por qué desde los helenos a esta parte, con Saussure como estandarte, nuestros ojos describen un mundo bipolar. Tal vez sea que nuestro cerebro posee dos hemisferios, pero el verdadero arte siempre ha partido de un solo par de opuestos; el gris no es más que un invento del siglo XX.
Tim Burton es tal vez el más coherente de los directores dicotómicos. Burton ha inventado una multiplicidad de dicotomías que atraviesan su filmografía inclusive en las zonas más tenues. Vincent, genialidad condensada, es el germen más notorio del mundo de Tim y ya aquí notamos las bases de ese planeta:
a) El juego de color... o la ausencia de él. El blanco y el negro como dioses enfrentados luchan por prevalecer, herencia fabulosa del expresionismo alemán. Como el traje de Beetlejuice o el contraste entre el traje y la cara de El joven manos de tijera, el mundo de Vincent debe ser blanco y negro, el technicolor tiene la entrada vedada.
b) La oposición entre lo inocente y lo siniestro, el amor- odio entre el juego infantil y la perversión. Vincent, padre del esqueleto Jack, vive entre la vigilia iluminada y la pesadilla consciente, se hamaca entre la cándida vida de niño y la demente existencia adulta.
c) El gusto por el homenaje, el placer por la innovación. Burton no escatima destellos de amor por los monstruos de la Universal y construye su relato como una gran oda a Vincent Price, cuya cadavérica voz corroe el alma. Pero Vincent no es solamente un homenaje al mayor ícono del cine de terror; hay un delicado trabajo con la luz, elemento vivo que funciona a veces como cortina de teatro y otras como regulador de climas, logrando incluso una sensación de ascenso y descenso por los escenarios. Otro punto alto es el preciso trabajo con la resina epoxi para lograr la variabilidad de expresión del personaje.
Son muy pocos los que pueden describir toda su visión estética en apenas cinco minutos. Evidentemente, estamos en presencia de un cineasta con todas las letras.
Guido Segal.

jueves, octubre 23, 2003

Letalmente rubia 

Mujer fatal (Femme Fatale, Francia, 2002). Dirigida por Brian De Palma. Con Rebecca Romijn-Stamos, Antonio Banderas, Peter Coyote, Régis Wargnier, Sandrine Bonnaire y Gilles Jacob.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 10. En los diarios: Martín Pérez (Página/12): 8; Diego Batlle (La Nación): 6; Pablo 0. Scholz (Clarín): 4; Ambito Financiero: 6.

Prólogo con elogios desmedidos: Qué se puede decir del último De Palma. Primero, que llegó tarde. Segundo, que casi no se estrena. Tercero, que la copia que vi en la privada parecía de un film de 1975; los cambios de rollo eliminaban planos y a veces entre rollo y rollo cambiaba la iluminación. Espero que esto no ocurra con todas las copias, porque... Cuarto: Es una de las tres mejores películas de De Palma (las otras dos son, para mi, Carrie y El sonido de la muerte), o sea una obra maestra y una de las mejores películas de la historia.
Elogios desmedidos, parte 1: De Palma se supera a si mismo, se reinventa y reinventa el cine con cada plano de Femme Fatale. Desde su perfecto comienzo que abre con la silueta de la gigantesca Rebecca Romijn-Stamos mirando en un televisor Pacto de sangre de Billy Wilder y sigue con un espectacular (en todos los sentidos posibles) robo en pleno festival de Cannes, en plena proyección de Est-Ouest del horrible Régis Wargnier (aquel farsante de Indochina), con aparición suya, de la protagonista del film Sandrine Bonnaire y del director del Festival Gilles Jacob y musicalizado con un interminable loop boleroraveliano hasta su maravilloso final, De Palma no da respiro. No hay un solo plano de esta película que no sea absolutamente perfecto, hipnótico, hermoso.
Elogios desmedidos, parte 2: Femme Fatale es cine puro. Como toda película de De Palma, pero aquí en mayor medida, es la declaración de amor al cine por parte de un cinéfilo como lo es el gran Brian, alguien que conoce perfectamente los mecanismos del cine y sabe utilizarlos como casi ninguno. Aquí tenemos todas sus obsesiones, sus ralentis, sus hermosos planos, sus split-screens, sus hitchockeadas, todo lo que hizo de BDP uno de los mejores directores de la historia, y uno de mis 3 favoritos.
Elogios desmedidos, parte 3: Pero también tenemos aquí a un personaje que ya entró en la historia del cine, y es el de Laure, nuestra Femme Fatale. La labor de Rebecca Romijn-Stamos la consagra para siempre. Laure es el personaje por el cual todos los que alguna vez acusaron a De Palma de misógino deberían callarse la boca para siempre (aunque hay otros en películas anteriores). Laure/Rebecca inunda la pantalla de belleza, de maldad (o no), de inteligencia en cada una de sus apariciones. Ella es el centro absoluto de la película (que va, si hasta el título le pertence). El personaje que interpreta Antonio, Nicolas Bardo, es solamente su títere, como el resto de los personajes. Todos los caminos conducen a Rebbeca.
Epílogo y más elogios desmedidos: Todo esto y mucho más es Femme Fatale, una película que genera una euforia infinita, un canto de amor al cine, un placer absoluto. Una película de Brian De Palma, o sea.
Juan Martínez.

miércoles, octubre 22, 2003

5 cosas que odio de ellos 

Exterminio (28 days later..., Reino Unido/Holanda/Estados Unidos, 2002). Dirigida por Danny Boyle. Con Cillian Murphy, Naomie Harris, Kim McGarrity y Christopher Eccleston.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 7. En los diarios: Diego Lerer (Clarín): 6; Diego Batlle (La Nación): 8; Horacio Bernades (Página/12): 8; Diego Curubeto (Ambito Financiero): 6;

Quien lea aunque sea de reojo cualquier medio que haya mencionado a Exterminio ya debe saber al menos cinco cosas (muchos más datos de los que suelen encontrarse en la mayoría de las críticas) sobre la última película de Danny Boyle:
1- Exterminio tiene dos finales. Uno regido por el marketing hollywoodense y otro en el que se ve el pesimismo original del guión de Alex Garland.
2- Filmar en DV no sólo reduce los costos, sino que le da una cuota mayor de realismo a la imagen.
3- DB vuelve a hacer una buena película después de tropezar dos veces en Hollywood.
4- DB se inspiró en (o plagió) la trilogía de la muerte de George Romero.
5- Londres sin gente es más linda (la película parece ser el sueño de todo idiota chauvinista vernáculo).
Quienes leen más de un medio deberían estar hartos de estas boludeces (1, 2, 3 y 5), lugares comunes (1 y 4) y falsedades (2, 3 y 5). Algunas respuestas a esos argumentos:
1- La estrategia de los dos finales es otra estupidez de la mercadotecnia y realmente no vale la pena discutirla.
2- El único beneficio de las cámaras digitales estuvo en la velocidad que requería el rodaje de las escenas del Londres solitario. Lo del realismo es una excusa y es cierto que la película se vería mucho mejor filmada en 35 mm.
3- La incursión de DB por Hollywood produjo los dos escalones más interesantes de su filmografía. Vidas sin reglas es su película más jugada y evita apelar al sensacionalismo heroinómano como estrategia publicitaria. Los recursos visuales y la utilización de la banda sonora (especialidad de Boyle) en Tumba al ras de la tierra envejecieron bastante en menos de diez años. Si bien es apresurado emitir un juicio al respecto sobre La playa, no parece estar por correr esa misma suerte. Exterminio está lejos de Vidas sin reglas, pero le permite a Boyle mantenerse junto con Julien Temple como los cineastas ingleses más interesantes de la actualidad.
4- La relación con los zombis de Romero es obvia, y por más que DB “homenajee”, por ejemplo, a Dawn of the Dead al mostrar humanos más peligrosos que los zombis, la relación más estrecha de Exterminio se produce con la otra producción del combo Boyle-Garland. Luego de crear su universo, Exterminio se vuelve el hermano de La playa, pero es ese deforme al que encadenaron en el altillo. Las dos películas le presentan a sus personajes situaciones similares, aunque (obviamente) en contextos muy distintos. Incluso comparten la abundancia de “planos postales” con un sentido narrativo y que siempre ayudan a crear climas.
5- ¿Es necesario responder? Londres fue, es y será hermosa.
Naza Chong.

La vida pasa felizmente si hay amor 

Soy tu aventura (Argentina, 2003). Dirigida por Néstor Montalbano. Con Luis Aguilé Diego Capusotto, Luis Luque, Laura Fidalgo, Jorge Marrale, Verónica Llinás, María Fiorentino y gran elenco.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 7. En los diarios: Martín Pérez (Página/12): 6; Diego Batlle (La Nación): 6; Pablo 0. Scholz (Clarín): 6; Paraná Sendrós (Ambito Financiero): 8.

Entré a ver Soy tu aventura con la ilusión de reencontrarme con aquella hermosa canción de Luis Aguilé que da título a esta nota, que solía escuchar todo el tiempo durante mi infancia en un simple de 45 rpm que debe estar juntando polvo en algún lugar de mi casa con un Wincofón que era mio y sólo mío y que quién sabe dónde fue a parar. La canción no se escucha en la película (aunque sí se escucha Ven a mi casa esta Navidad, que yo escuchaba en versión Parchís), pero extrañamente, eso no me molestó. Es que tenía ahí la gracia y el carisma del gran Luis, de sus canciones que en lugar de grasa chorrean salsa de frutillas de esas que vienen en los potes de Sin Parar. Eso sumado a la presencia de unos/as adorables Diego Capusotto, Laura Fidalgo, Verónica Llinás y, fugazmente, Fabio Alberti.
Soy tu aventura, la segunda (buena) película de Néstor Montalbano (la primera fue Cómplices) es un film que intenta (y en muchos momentos logra) homenajear/parodiar aquellos feos (con excepciones Sandrísticas) musicales sesentosos-setentosos con cantante popular de protagonista. Pero gracias a su ternura y a su carácter inofensivo (gran parte de esas películas eran ideológicamente nefastas) logra superarlas.
Como ocurrió también este año con Abajo el amor, el universo de Soy tu aventura empieza a plantearse desde sus desopilantes trailers, que rezaban que era una película "en colores", "para reir", "para llorar", "para pensar" . Y este universo está bastante bien construido, al igual que en el programa Todo por $2 –que Montalbano dirigía-, por el lado del absurdo, como por ejemplo en el repetido flashback del accidente, y también por el lado de la autoconsciencia. Un universo colorinche y divertido, con un pie en aquellas setentadas y otro en aquel apócrifo programa ómnibus conducido desde Miami por Mario y Marcelo.
El resultado es esta linda y placentera película que si no es mejor es por culpa de su excesiva duración y por Luis Luque, que está completamente fuera de registro y parece haber sido el único que no entendió para que lado iba la película. Sin duda Soy tu aventura sería mejor sin estas falencias y algunas más que se me escapan, pero también es verdad que esta es una película hecha con amor. Y, según Luis, la vida pasa felizmente si lo hay.
Juan Martínez.

martes, octubre 21, 2003

Perdidos en el sur 

(Código postal) (Argentina, 2002). Dirigida por Roberto Echegoyenberri. Con Federico Esquerro y Natalia Hernández.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 7. En los diarios: Diego Lerer (Clarín): 6; Horacio Bernades (Página/12): 5; Adolfo C. Martínez (La Nación): 4.

Podría decirse que (Código postal) llega tarde. Su minimalismo, la pequeña historia que cuenta, el tono de las actuaciones, los diálogos, etc, podrían entenderse, a esta altura, como un compendio de algunas de las características típicas del llamado Nuevo cine argentino. Tal vez, hace tres o cuatro años, hubiera sido más valorada y hubiera provocado otro tipo de recepción. ¿Esto significa que es una mala película, que es una obra desechable?. No, para nada. Porque si bien no suena a novedad, (Código postal) posee algunas virtudes que le permiten imponer suavemente y con cálida timidez su pequeña historia. Fede (en cuerpo y voz de Federico Esquerro, presencia siempre bienvenida) es un joven de Tierra del Fuego que decide partir hacia Buenos Aires para, supuestamente, estudiar música y tocar el bongó (“el bongó es una pasión”, dice). En ese camino se cruzará con Natalia, recién separada y con pocas ganas de comunicarse. Los dos buscan algún camino, una vía de escape, aunque no sepan bien cómo lograrlo. Juntos recorrerán las rutas del sur argentino y compartirán charlas, un porro, un mate y finalmente terminarán enredados en una fugaz historia de amor. Los momentos en los que Fede y Natalia hablan o se miran o se abrazan son muy creíbles, emanan mucha ternura y recuerdan a los mejores momentos de películas como Mundo Grúa o Pizza, birra, faso. Y esto es, obviamente, algo bueno. En medio de esa historia hay varias tomas de paisajes patagónicos, que de tanta acumulación terminan cansando un poco. Pero un poco nomás, porque en general sirven para construir el clima triste de la historia. A esto contribuye el hecho de que estén filmadas en blanco y negro y en 16 mm; el grano de la imagen y la ausencia de colores más cálidos evitan que esas imágenes luzcan como postales turísticas. (Código postal), con su tono bajo, con sus entrañables protagonistas y su ritmo pausado pero seguro, no es nada nuevo, pero sí una buena película y una linda, opaca y breve historia de amor.
Sebastián Nuñez.

lunes, octubre 20, 2003

¡Por Tutatis! 

Lección de honor (The emperor´s club, EEUU, 2003) Dirigida por Michael Hoffman. Con Kevin Kline, Emile Hirsch, Embeth Davidtz, Rob Morrow y Edward Herrmann.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 5. En los diarios: Martín Pérez (Página/12): 5; Aníbal M. Vinelli (Clarín): 4; Adolfo C. Martínez (La Nación): 6.

Estamos en la decimoquinta película ocupada por maestros y alumnos. Toda película de este género está ocupada por sensiblerías pacatas entre alumnado y el docente... ¿Toda? ¡No! Una pequeña película poblada por un irreductible actor resiste todavía y por un rato al invasor. Y la vida no es fácil para las guarniciones (fritas) de película del género en los reducidos y sosos campamentos de Al maestro con cariño, La sociedad de los poetas muertos, Mentes peligrosas...
Lección de honor, queridos galos, es, muy a su pesar, otro eslabón sin lujo de la cadena electrodoméstica compuesta por estudiantes con (c)alma de campeón y el mecha-hiper-maestro imbatible en plan 9 del espacio semestral. Pero a pesar de funcionar en el mismo enchufe que las demás excusas de aquella relación simbiótica, Lección de honor esquiva los pozos que han quedado en el camino para lograr una película que, al menos, desarticula un poco todo aquello que la sensiblería podría haber llevado a recorrer. Aunque vale decir que aquel ejercicio parece una gota de poción mágica frente a un Obelix de moralina sin azúcar que el film de Michael Hoffmann profesa. Kevin Kline, aquel que crece con cariño sin importar el bodrio que protagoniza, es William Hundert, un profesor que enseña historia griega y romana; que frente a la llegada de un pobre chico rico sucumbe ante el encanto de sus vacíos emocionales y le juega todas las fichas a aquel. Rebelde sin aliento será este alumnito que ve Godard, escucha a Dylan y lee porno, o como crear rebeldía de oído. En el momento más crucial de la relación es donde se ve que alguien cambió en algún parque Rivadavia Hollywoodense el "Manual Hágalo usted mismo, películas de moral que no muerden" por "Todo lo que usted debe hacer en una película de estas, con silenciador y que jamás se animó a registrar". Y encima dicen, ferpectamente clarito, que Julio Cesar era un ejemplo de persona. Y sí, están locos estos norteamericanos.
Juan Manuel Dominguix.

Olvídame y pega la vuelta 

Un casamiento inolvidable (Casomai, Italia, 2002). Dirigida por Alessandro D’Alatri. Con Stefania Rocca y Fabio Volo.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 2. En los diarios: Martín Pérez (Página/12): 4; Fernando López (La Nación): 6; Marcelo Zapata (Ambito Financiero): 6; Aníbal M. Vinelli (Clarín): 6.

En Un casamiento inolvidable, Alessandro D’Alatri profesa que la familia cristiana es la base de la sociedad al estilo de un viejo manual de Instrucción Cívica y Ciudadana. No conforme con ello, el realizador italiano apuesta al sacramento del matrimonio, emprende una manifestación en contra de la vida en la rutilante Milano y de la asquerosa sociedad de consumo que fomenta la infidelidad. Para D’Alatri no se puede ser feliz fuera de la unión sagrada. Enojadísimo con el frenesí que exige la capital Lombarda, acusa a la gente que comulga con la “cultura de la reversibilidad” de traidores.
En una aparatosa ceremonia, un cura párroco, emprende un ilustrativo sermón/relato. La perorata eterna previene a la pareja del culto al individualismo, de los problemas de incomunicación, de la adicción al trabajo, de los celos, de las amistades peligrosas, todos factores negativos que amenazan la plenitud de la alianza matrimonial. La sagrada escritura de D’Alatri, asume el plan del Creador: “De manera que ya no son dos sino una sola carne” (Mt 19,6) y representa el amor bajo la pedagogía católica, refrescada con una moderna puesta en escena (las imágenes se estampan luminosas, los elementos del cuadro derrochan diseño italiano, la geométrica barba de Fabio Volo es el súmmum de la estilización).
Como si fuera un falso Pimpinela, D’Alatri desarrolla insufribles metáforas, reclamos, exhortaciones, al modo de Vivir sin ti no puedo, Hay que estar en mi lugar, Te digo blanco, me dices negro, Me hace falta una flor, entre otras joyas del los hermanos dorados. El juego de opuestos en la película carece de articulación, los contrastes no se toman en serio, la poesía deviene en aburridas chanzas (no se puede intentar emular a Pimpinela “si tengo sueño, te vuelves cama” y no morir en el intento).
A kilómetros del frenesí que procura Gabriele Muccino en El último beso (2001) (y en toda su filmografía) se postra Un casamiento inolvidable, ostentando una cobarde y limitada idea del amor.
María Marta Sosa.

viernes, octubre 17, 2003

La única vida de Verónica 

Veronica Guerin (Estados Unidos/Irlanda/Inglaterra, 2003) Dirigida por Joel Schumacher. Con Cate Blanchett, Gerard McSorley, Ciarán Hinds, Brenda Fricker.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 7. En los diarios: Martín Pérez (Págin/12): 5; Fernando López (La Nación): 4; Diego Curubeto (Ambito Financiero): 8; Pablo 0. Scholz (Clarín): 4.

Joel Schumacher es un director que ha hecho muchas películas. Casi todas ellas famosas, muchas de ellas muy malas. Cuesta encontrar coherencia en tal filmografía. Tampoco parecía, hasta ahora, que hubiera madurado como realizador. Pero Veronica Guerin figura entre lo más interesante de su filmografía. Claro, con un personaje así… Verónica es una periodista que decide desenmascarar a los responsables del tráfico de drogas en Irlanda. Pelea contra intereses muy grandes pero no se rinde. Verónica es vulnerable y eso potencia aun más su valentía. Es inteligente, comprometida y honesta. Juega al fútbol y es fanática de Eric Cantona. Adorable por donde se la vea, ella representa el bien en estado puro. Los malos tienen distintos niveles, pero hay un malo-malo bien malo. Las simplificaciones ideológicas de la película incluyen esta centralización en un gran malvado. Pero justamente allí es donde la película de Schumacher gana en dramatismo. Es tensa, entretenida y no se desvía nunca del centro del relato. Los últimos diez minutos son muy emocionantes y movilizadores. Es cierto que las películas que hablan de cambiar el mundo han caído un poco de desgracia. Pero frente a los bodrios que este mismo director nos ha propinado en los últimos años, que eligiera la vida de Veronica Guerin y no otra historia es buen gesto. Sí se puede cambiar el mundo y sí se puede dar todo por un ideal. Un público menos cínico y más entregado a estas ideas, encontrará aquí una pequeña pero sólida película. Cate Blanchett da, como es costumbre, una actuación notable digna de cualquier premio. Sin duda nuestro amor por Verónica se potencia por su presencia. Por último, si usted deseaba ver este mes una película en la que no trabaje Colin Farrell, olvídelo, el joven actor hace aquí un breve pero adorable personaje.
Santiago García.

Ideas en fuga 

Reconciliados (Riconciliati, Italia, 2001) Dirigida por Rosalía Polizzi. Con Beatriz Spelzini, Franco Castellano, Emilio Bonuci.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 5. En los diarios: Horacio Bernades (Página/12): ; Bartolomé de Vedia (La Nación): 8; Aníbal M. Vinelli (Clarín): 4.

En Reconciliados la voz y el cuerpo de Malena (la actriz argentina Beatriz Spelzini) se impone, omnipresente, en el relato. Llegó a Italia embarazada, después de haber padecido junto a su familia la tortura de la dictadura militar argentina y se topó con un grupo de jóvenes que luchaban por el socialismo universal. Con el correr de la cinta, advertiremos el amor que hubo entre Roberto y Malena, la depresión de Malena, su matrimonio con Nanni, la expectativa ante la liberación de Roberto.
Cuando el encuentro, Malena le dice a Roberto que del pasado no se escapa más. Se abrazan, se acarician y se miran envueltos en movimientos circulares que corresponden con su discurso concéntrico. La reunión con el resto del grupo también transcurrirá en tono circular y utópico. Terrorismo, desaparecidos, la lucha por un mundo mejor, traición, resistencia, revolución, tópicos eternos y vitales, mas expuestos de manera snob. Un diluvio esperanzador, un tango (Malena para no arruinar la obviedad), una mujer que sentencia: “Era comunista, hoy bailo” y se entrega al disfrute de una fiesta de los inmigrantes, en fin, un festival.
Para Rosalía Polizzi, realizadora argentina radicada en Italia, el documental no es un género ajeno. Dirigió documentales para televisión y en Reconciliados utiliza el registro documental para cargar aún más los postulados que profesa su película. Polizzi narra la historia de la protagonista, con un meta relato: una entrevista/documental que le realizaron a Malena, y que su hija Eva mira todas las noches. Además, para que quede claro, ilustra el caos conceptual en el viven sus protagonistas con imágenes que expresan que la guerra es una sola, que debemos unirnos a por un mundo mejor. Polizzi propone la unión de demasiadas maneras, el sentido pierde fuerza y la idea se pierde en la discusión. Beatriz Spelzini asume la pena de su personaje, el dolor que trasmite agota. Polizzi apostó a la interpretación contundente de Spelzini, sin embargo, se distrajo con sus variaciones estilísticas y con un derroche melodramático hueco.
María Marta Sosa.

jueves, octubre 16, 2003

Naranjú en flor  

El polaquito (Argentina, 2003) Dirigida por Juan Carlos Desanzo. Con Abel Ayala, Marina Glezer, Fernando Roa, Rolly Serrano.
Ficha Técnica.
ESTRENO
Puntaje: 1. En los diarios: Horacio Bernades (Página/12): ; Aníbal M. Vinelli (Clarín): 6; Adolfo C. Martínez (La Nación): 8; Ambito Financiero: 6.

Al Polaquito no lo quiere nadie pero nadie de nadie y encima en el tagline de la película se nos dice que El polaquito es la historia de un gran amor cuando siquiera pasamos cerca de un onanismo con esmero. El Polaquito, que debe su nickname a que se gana su vida cada día cantando temas de Goyeneche en el tren, es un pibe cuya existencia se encuentra delimitada dentro de la humildad y miseria del mundo que lo rodea. Uno de esos lugares que vemos en películas y que pasamos de lejos, de reojo o con la mente en blanco, esos pequeños infiernos en tierra que a través de una parte del llamado nuevo cine argentino consiguió ser plasmado en diversas formas y contenidos. Pequeños retratos que al ser vistos lograron la inmortalidad como Dorian Gray y también establecen un estigma de realismo pastoso que parecía un lugar fácil de recorrer pero del cual costaba salir. Últimamente aquellos facilismos fueron dejados de lado en claros y excelentes ejemplos: El fondo del mar, Nadar solo o Los rubios, por nombrar algunos. Pero Desanzo se anota una media falta y llega tarde, encima de la forma más pueril intenta copiarse y lo hace mal. ¡Qué tarambana este pibe! Es que El polaquito es una mala pasada, un vacuo espacio de protesta apaisada más que apasionada donde ese pibe que canta sufre atrocidades de color realista que parecen pintadas con temperas que venían con la Revista Viva de Clarín. Es más, Desanzo no le brinda al Polaquito ni un poquitín de reverencia, paternidad o una caricia, por lo menos; el amor de La Pelu es tan difícil de creer que ni vale la pena intentarlo y el resto de las caracterizaciones (el cabeza, el malo, la familia) son oficios extraterrestres y dejados de ímpetu. Y eso que ellos no tenían que escuchar el aparatoso e insoportable uso de la música, unos riffs para el bellaco, unos acordes calmos para el amor y un repiqueteo para la tensión. Bueno, ni quiero hablar de un par de canalladas ideológicas como un agradecimiento al Padre Grassi. Siga así, Desanzo, con esa mala yunta y va a ver donde termina. Vaya, vaya, ya puede retirarse.
Juan Manuel Dominguez.

miércoles, octubre 15, 2003

Sobre héroes y ladrones 

La estafa maestra (The italian job, Estados Unidos, 2003) Dirigida por F. Gary Gray. con Donald Sutherland, Edward Norton, Mark Wahlberg, Charlize Theron, Jason Statham y Seth Green.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 8. En los diarios: Martín Pérez (Página/12): 6; Pablo 0. Scholz (Clarín): 6; Fernando López (La Nación): 6; Ambito Financiero: 6

¿Quién no soñó, después de ver alguna Indiana Jones, con hacerse arqueólogo? ¿Quién no imaginó ser un sheriff del viejo oeste luego de ver Río Bravo? ¿Quién no quiso salir de aventuras con amigos al termino de Cuenta conmigo? Esas ganas de vivir las historias de nuestros héroes habla del placer infinito que pueden generar las películas cuando son honestas, libres y liberadoras, cuando saben hablar de temas importantes o trascendentes sin dejar de entretener, cuando consiguen generar mundos alternativos en los que uno desearía vivir. En La estafa maestra los héroes son cinco simpáticos ladrones que deben vengar la muerte de su mentor y recuperar 31 millones de dólares. Y la verdad que después de ver la película uno tiene el deseo de formar parte de una banda así. O sea: uno quiere participar y divertirse como ellos en sus ultra sofisticados y disparatados robos, tener como compañera a Charlize Theron y andar a toda velocidad a bordo de un Minicooper en una estación de subte. El responsable de generar esta “incorrecta” y placentera sensación delictiva es F. Gary Gary, un director que este año nos torturó con Un hombre diferente, una película tan aburrida y torpe como estúpida y fachista, pero que hace unos años nos había dado un buena dosis de adrenalina con El mediador. Recuperando su mejor forma, F. Gary Gary consigue que la pantalla sea ese lugar privilegiado donde toda aventura es posible. Y lo logra porque opta por un relato clásico que no se detiene en psicologismos ni en dramatismos y porque no se hace el cool como Soderbergh con sus Ocean´s eleven. La estafa maestra (horrible título local para una película donde hay robos pero ninguna estafa) apuesta por esos héroes de películas, que más allá de ser arqueólogos, sheriffs o ladrones, nos hacen la vida un poco más placentera.
Sebastián Nuñez.

lunes, octubre 13, 2003

Relaciones (públicas) peligrosas 

La noche del crimen (People I know, Estados Unidos-Alemania, 2002). Dirigida por Daniel Algrant. Con Al Pacino, Kim Basinger, Téa Leoni.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 4. En los diarios: Martín Pérez (Página/12): 6; Fernando Lópéz (La Nación): 4; Pablo 0. Scholz (Clarín): 4; Ambito Financiero: 4.

La noche del crimen recuerda, entre muchas películas, especialmente a Carlito’s way, con la diferencia de que esta última tenía a un gran director como Brian de Palma. Hombres que no pueden zafar de su peligroso entorno a pesar de tomar (siempre sobre el final) la decisión de mudarse a la granja y criar conejos en familia. En el caso de La noche del crimen, y tanto en su construcción como en su resultado, todo es anacrónico, considerando que el apogeo de las RR PP, sus trapitos sucios y el riesgo que conllevan, son temas ultraconocidos y utilizados décadas atrás. A pesar de eso, podría resultar simpática la utilización de esos argumentos hoy en día, siempre y cuando se arrivara a una construcción más redondita y fundamentalmente no tan tediosa como esta.
La haraganería que denota este film se impregna de manera creciente en cada secuencia. Quedan montones de cosas sueltas que nadie se preocupa en aclarar y que no adquieren absolutamente ningún sentido aún concluido el film. La impresión remanente es que construyeron una historia muy pobre en torno a drogas pesadas y alucinaciones para llegar a la conclusión de que se puede chantajear a los personajes del mundo del cine, la TV, y los negocios gordos a través de ellas. Demasiada ingenuidad toda junta.
Eli Wurman (Al Pacino), un otrora exitoso publicista, se ve arruinado, física y moralmente, de principio a fin. Y nunca sabremos qué hace el personaje de su cuñada Kim Basinger en esta película. Más allá de aportarle su belleza a las imágenes no se entiende su participación y mucho menos la relación entre ella, su cuñado y su marido suicidado sin saber por qué.
Este mundillo de las relaciones públicas no fotografía (ni narra, ni nada) tan bien como los universos mafiosos construídos años atrás a través de cámaras dirigidas por De Palma, Scorsese o Coppola. Esto es obvio, pero no por ello menos real.
Fabiana Ferraz.

sábado, octubre 11, 2003

Soñar, soñar 

Freddy vs. Jason (EEUU, 2003). Dirigida por Ronny Yu. Con Robert Englund, Ken Kirzinger, Monica Keena y Jason Ritter.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 8. En los diarios: Martín Pérez (Página/12): -; Diego Lerer (Clarín): 4; Diego Batlle (La Nación): 6; Ambito Financiero: 6.

Volvieron dos de los cuatro serial killers más queribles de la historia del cine (siendo los otros dos Michael Myers y Norman Bates). Y volvieron con gloria. Y juntos. Freddy vs. Jason es una película divertidísima y esto se debe en gran parte gracias a que quien está detrás es el chino Ronny Yu, aquel que hace 4 años nos deleitó con la maravillosa La novia de Chucky. Yu entendió perfectamente los universos de Freddy y de Jason, y con su amplio conocimiento del género logró amalgamarlos de la mejor manera posible. Comenzando con un excelente prólogo la película va construyéndose y mejorando de a poco hasta llegar a un final que es puro placer físico y goce cinematográfico.
Yu sabe que Freddy ya no asusta, y lo incorpora en la trama. Es más, rara vez la película da miedo. Va más por el lado de la diversión, si bien, aunque el humor está presente, no lo está tanto como en La novia de Chucky o Jason X, una película desopilante y autoconsciente a la que le faltaba un director. La diferencia es que aquí hay un director que deja su marca plano a plano. Esto es lo que la eleva de varias secuelas de ambas sagas. Y en cuanto a la diversión, esta se logra por el lado más físico y visceral (en todo sentido).
Yu tambien entiende que luego de Scream hay que afrontar el cine de serial killers desde un lugar más autoconsciente, y lo hace. Todos los elementos de ambas sagas están aquí exaltados al máximo, en espencial los de la saga de Jason. Aquí vemos a las chicas pechugonas en paños menores y los chicos promiscuos que son asesinados por Jason, y es la virgen la que más poder tiene y la que logra luchar contra ambos villanos, aunque luego esa batalla se convierta en una batalla entre dichos villanos. Esta batalla final es un momento hermoso. Y da para tomar partido. ¿Quién quiere uno que gane, Freddy o Jason? Yo siempre votaré por Freddy porque crecí con él y está en un lugarcito de mi corazón, pero no voy a decir quien gana para no arruinarles el disfrute de esta hermosa película llamada Freddy vs. Jason.
Juan Martínez.

viernes, octubre 10, 2003

Confesiones de un burgués prejuicioso 

Murgas y murgueros (Argentina, 2003). Dirigida por Pedro Fernández Mouján.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: sin puntaje (por razones ideológicas).

Si existe una forma de definirme de manera parcialmente precisa, es a través de la palabra burgués. Mi crianza, mis placeres, mis manierismos y mis prejuicios son característicos de ese grupo social acomodado y falsamente comprometido, apegado a las etiquetas y a las apariencias, amante del dinero y del buen vivir. Más por influencia del contexto que por elección personal, aprendí a alejarme de todo aquello que resultara popular, marginal, tradicional o barrial. Aprendí a rechazar con ímpetu todo aquello que Murgas y murgueros con tanto énfasis defiende.
Si bien la videoproyección – me gustaría llamarla película, pero debo reconocer que el grano de video digital no alcanza ni a la legua la hermosa poesía del celuloide – apunta a captar la atención de cualquier tipo de espectador, se enfrenta a un severo problema de contenido: la murga jamás alcanzó en la Argentina la popularidad que obtuvo en otros países limítrofes, a la vez que, como forma musical, no presenta ningún rasgo distintivo admirable, como sería la adorable melancolía del jazz. Salvo por el hecho de que es un golpeteo rítmico con escasa variación y de que en varias zonas todo el pueblo participa en los bailes, poco hay para decir del movimiento murguero. Así resulta que el documental pronto deriva en distintas direcciones que exceden al tema central, sea ya el peronismo, los viejos tiempos o la relación con el fútbol.
A través de una estructura rígida dividida en cuatro partes, Fernández Mouján busca convencernos del romanticismo que emana la murga, de los misterios en las danzas y de lo sagrado y profano en cada ensemble. Pero, por más empeño que estos muchachos pongan, sus asados aburren, sus coloridos trajes encandilan y sus interminables mateadas discutiendo memorias y experiencias conducen al monótono costumbrismo. Pero no es su culpa si sus vidas generan poco interés; el culpable es el señor director, quien se empeña en recurrir al lugar común, a la metáfora banal, a la falta de distancia crítica. Son demasiados puntos en contra si se busca llegar a alguien tan ajeno a las murgas como un burgués prejuicioso.
Guido Segal.

miércoles, octubre 08, 2003

Sinfonías agridulces 

Rufus Wainwright: Want One. Producido por Marius DeVries. Dreamworks.
Ficha técnica.
DISCOS
Puntaje: 10.

Podría decirse que Rufus Wainwright es el Douglas Sirk del pop. Sus canciones son como gigantescos melodramas rimbombantes recargados de color (en este caso el color vendrian a ser los violines) y en poderoso Cinemascope. Want One, primera parte de lo que iba a ser un disco doble pero que después se decidió dividir en dos –Want Two sale en seis meses-, es la nueva producción de este maravilloso singer songwriter que irrumpió hace ya 5 años en el mundo de la música con un sorprendente disco homónimo producido por el genio que es Jon Brion, con arreglos orquestales nada menos que de Van Dyke Parks, el arreglador de los Beach Boys circa Pet Sounds. Luego, en el 2001 editó Poses, un disco tal vez menos rimbombante que el primero y que este pero igualmente estimulante, esta vez producido por Pierre Marchand y Ethan Johns. Ahora el productor es Marius DeVries (Massive Attack, Björk, Madonna), y puede decirse que DeVries entendió perfectamente lo que quería Rufus. Y aquí tenemos Want One, tal vez el mejor disco en lo que va de la carrera del canadiense.
Want One abre con Oh What a World que, sin exagerar, es una de las canciones más movilizadoras que yo haya escuchado jamás, con una melodía que va en un crescendo dramático hasta estallar en un amalgama moulinrougeano que combina la melodía que veníamos escuchando más un fragmento del Bolero de Ravel más un fragmento de Rhapsody in Blue de Gershwin. Una canción que casi literalmente quita el aliento. Rufus sigue con la beatlesca I Don’t Know What it Is y con la thomyorkeanamente relajada Vicious World.
Luego el disco sigue por 50 minutos más sin perder una onza de frescura y emocion, con un pico de grandeza en aquel tour de force musical llamado Go Or Go Ahead, la mejor canción que los Beatles jamás escribieron, con un estribillo imposiblemente bello y emocionante. Want One cierra con Dinner At Eight, hermosa canción que tranquilamente prodria formar parte del soundtrack de una película romántica del Hollywood de los 50. Un perfecto cierre para otro excelente disco de Rufus Wainwright. Nos vemos en seis meses.
Juan Martínez.

martes, octubre 07, 2003

Cruella De(Dog)vil 

Dogville (Dinamarca/Suecia, 2003). Dirigida por Lars von Trier. Con Nicole Kidman, Paul Bettany, Lauren Bacall, James Caaan, Ben Gazzara, John Hurt, Udo Kier, Chloë Sevigny, Philip Baker Hall y Harriet Anderson.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 6. En los diarios: Diego Lerer (Clarín): 6; Luciano Monteagudo (Página/12): 7; Fernando López (La Nación): 6; Marcelo Zapata (Ambito Financiero): 8.

Jean Cocteau decía que todas y cada una de las películas tenían su público, sólo había que dejarlos encontrarse. Creo que esta cita se aplica perfectamente a Dogville. Decir esto puede sonar tan pretencioso como la última película del capo del marketing del cine contemporáneo. Pero no creo que eso sea lo importante.
Dogville llama bastante la atención, y eso en sí mismo no es negativo. Su construcción es especialmente particular y se la tilda de teatral, sin embargo el director danés utiliza hasta el hartazgo recursos específicamente cinematográficos como el primer plano y el plano cenital. Y lo de la cámara en mano ya no sorprende a nadie que se haya animado a alguno de los films previos del realizador. Si bien estas decisiones tienden a considerarse mero snobismo, en manos de von Trier consuman una gran definición y crudeza en la caracterización de los personajes. No existen en Dogville escenografía ni exteriores (frustración para bazinianos) sino un simple ¿galpón? donde se demarcan las calles y viviendas de este falso pueblo con unas simples rayas pintadas en el piso. Dogville está plantado. La única diferencia entre el día y la noche son la absoluta luz o la negra oscuridad que delimitan el espacio periférico, lo externo. Hay una omnipresente voz en off que –a pesar de la pésima traducción del subtitulado– construye a la perfección todo lo ausente. Y uno se ubica en cada casa, frente a cada personaje y en cada situación olvidándose por completo de la inexistencia de esas paredes y esas puertas que son mera mímica y sonido. El cine siempre fue y será un artificio, basta sumergirse en él y sentirse abstraído de todo lo demás.
La historia es oscura, la mayoría de los personajes son intrínsecamente necios e incluso malvados, y la protagonista –Nicole Kidman como la pusilánime Grace, Gracia llegada a ese pueblo de perros– es angustiantemente impotente hasta la explosión casi mesiánica del final. Lars von Trier construye (otra vez) una trama no bella con una puesta llamativa, pero no por ello menos eficaz o válida.
Fabiana Ferraz.

domingo, octubre 05, 2003

Los idiotas 

Bad Boys II: Vuelven mas rebeldes (Bad Boys II, EE.UU, 2003). Dirigida por Michael Bay. Con Will Smith, Martin Lawrence y Jordi Molla.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 1. En los diarios: Diego Curubeto (Ambito Financiero): 6; Aníbal M. Vinelli (Clarín): 2; Adolfo C. Martínez (La Nación): 4.

Que una película de Michael Bay nos resulte una superficialidad bruta, un manifiesto de lo peor del cine, o lisa y llanamente, una película estúpida, no es nada realmente nuevo bajo el sol. Pearl Harbor nos había llevado al extremo con sus postales patrióticas en movimiento, su narrativa de jardín de infantes y sus one liners efectistas en el peor sentido de la palabra. Pero, paradójicamente, es en este paquete cinematográfico de humor + acción donde las bases nefastas (en sentido ideológico y cinematográfico) de Bay se nos muestran en toda su dimensión. Machista, homofóbica, reaccionaria, falsa, todos estos adjetivos bien podrían acompañar a esta excusa para secuencias de persecuciones y primeros planos digitalizados de balas entrando en cabezas.
Más allá del sustento ideológico de Bad Boys II, su condena al abismo no está dada por el contenido de ésta (que entre cosas incluye la invasión a una Cuba gobernada por el narcotráfico), o porque el modo de escupirla al espectador sea la manipulación grosera de la verdad y la verosimilitud. Incluso dejando esto de lado, es la razón propia de un bloque de concreto con el que la película avanza la que constituye una agresión directa hacia un público menospreciado y tomado por imbécil.
El débil argumento que dice no pedirle peras al olmo, por el cual esta película sólo pretendería entregar espectaculares secuencias de acción, alguna que otra historia de amor, y un par de escenas cómicas (de mano de Martin Lawrence, el peor comediante que haya en el cine) se cae por su propio peso, ya que todo aquello es efectivamente entregado, pero de la forma cinematográfica más despreciativa y vacía, confundiendo narrativamente medios con fines, e incluso eliminando los primeros, operación que invade también la trama misma, y visible en la orden que el jefe da a sus bad boys: “saquen a estos animales de la calle, no importa cómo” (más gráfico aún es el hecho de que el subtitulado iguale “animales” a “criminales”). Pero si de fines se trata, el hecho de que la base de Guantánamo (actualmente el reino de la irracionalidad y la hipocresía) sea la salvación final de los héroes habla de una intencionalidad clara y concreta, que usa el manto de superficialidad con el que se cubre como un explosivo disfraz.
Agustín Mango.

sábado, octubre 04, 2003

Encadenados 

Abajo el amor (Down With Love, Estados Unidos, 2003). Dirigida por Peyton Reed. Con Renée Zellweger, Ewan McGregor y David Hyde Pierce.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 8. En los diarios: Martín Pérez (Página/12): 6; Diego Lerer (Clarin): 6; Diego Curubeto (Ambito Financiero): 6; Fernando López (La Nación): 6.

Como si fuera un delicado orfebre, Peyton Reed confeccionó esta exquisita cadena. Los elementos que utilizó para el engarce pertenecen a los rutilantes años ´60. La comedia americana y la comedia musical; el mayúsculo cinemascope; Doris Day y Rock Hudson; la píldora y la liberación sexual femenina; la entonces vapuleada concepción del matrimonio; las seductoras “Manhattan Nights”; el diseño tecnológico; la sofisticada moda; Lover Come Back (1961) y la rivalidad profesional; Send Me No Flowers (1964) y el engaño descomunal; Pillow Talk (1959) y las charlas telefónicas en encuadre simultáneo más el cambio de identidad del personaje masculino para concretar la conquista; Down With Love interpretada por Judy Garland en el Ed Sullivan Show; Frank Sinatra y Astrud Gilberto interpretando Fly Me To The Moon; Stanley Donen y Funny Face; las publicaciones especializadas para la mujer y el hombre.
Ewan McGregor (Catcher Block) llega del cielo dispuesto a continuar sus días como playboy y periodista estrella de la revista para hombres conocedores Know; Renné Zelweger (Barbara Novak) arriba a la ciudad de los sueños, con un contrato de una editorial, para editar su libro Down With Love, un programa completo para que las mujeres puedan gozar del sexo a la carta, sin enamorarse de los hombres, que más adelante se convertiría en best seller. Para Barbara, la felicidad es una cosa llamada Catcher Block. Ella conoce al objeto de su afecto y ejecutará un sofisticado plan para cumplir su sueño: el matrimonio. El caerá en la trama y no podrá salirse jamás.
Las imágenes y los sonidos pop de DWL corren por la búsqueda de la felicidad a la manera de los mejores musicales (los de Vincente Minnelli y los de Stanley Donen). Los actores se expresan (oral y físicamente) con una musicalidad digna de aquellos sueños hechos película. Las voces seducen al principio, cuando en la secuencia de apertura escuchamos Down With Love enterpretada por Ewan y Renée, y al final, por fin, con el pleno número musical que cierra el relato. La falla y la falta de DWL está en las escasas visitas a ese espacio inalcanzable, infinito, que es el musical.
María Marta Sosa.

jueves, octubre 02, 2003

Tiempo de descuento 

Hospital público (Argentina, 2003) Dirigido por Edi Flehner. Con Pablo Rago, Mauricio Dayub, Natalia Lobo, Virginia Innocenti.
Ficha técnica.
TV
Puntaje: 3.

Los creadores de Hospital público, operando con precarias condiciones estéticas y creativas, osaron reproducir el imaginario E. R. En un mal intento de emular a la serie creada por Michael Crichton, la producción argentina calcaba los procedimientos empleados, de manera magistral, en E. R. Los extenuantes planos secuencia que recorren la sala de emergencias del Chicago County General, mostrando el impecable proceder de los doctores, así como sus intensas relaciones amorosas, los problemas con el sistema de salud, las tramas del poder, más el tratamiento de todos los males contemporáneos, no pueden ser imitados jamás.
Camuflando la carencia narrativa, Hospital público ahondaba en las historias personales de los personajes centrales (como los actores no estaban a la altura de las circunstancias, los personajes no gozaron de un desarrollo feliz; los únicos afortunados fueron el Dr. Benegas, interpretado por Pablo Rago, y la Dra. Dickman, interpretada por Jimena Anganuzzi), irrisorias intrigas por la jefatura de emergencias y mostraba ridículos e invisibles procedimientos médicos. Los baches del relato, acentuados por las densas interpretaciones, la grandilocuente temática inspirada en hechos reales, y la poca capacidad de resolución hicieron que el programa carezca de atractivo. Mientras Hospital público resultaba insostenible, Cuatro Cabezas volvió al ataque con la gran sorpresa del año: E24.
El Dr. Tartaglione (a principio de año, el Dr condujo Código de tiempo, producción de Cuatro Cabezas, que presentaba gloriosos testimonios de pacientes con afecciones terribles; el producto conseguía todo el rigor médico que las historias requerían y lograba, mediante una impecable edición, condensar la emoción) relata, desde la guardia del Hospital Fernández, la labor excepcional del grupo de médicos "emergentólogos". La tensión narrativa de E24 es desmedida. Los doctores ceden ante las preguntas de Tartaglione y se dejan ver. Los casos se tratan en relatos cerrados y la emoción se mantiene durante los inmensos bloques del programa. El abismo entre E. R. y el resto del mundo hoy comienza a acortarse. Sólo parece infranqueable la creación de una nueva ficción que asuma el excitante riesgo de retratar, con éxito, la labor médica.
María Marta Sosa.

La tierra prometida 

Los lunes al sol (España/Francia/Italia, 2002). Dirigida por Fernando León de Aranoa. Con Javier Bardem, Luis Tosar, José Angel Egido.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 7. En los diarios: Luciano Monteagudo (Página/12): 7; Bartolomé de Vedia (La Nación): 8; Pablo 0. Scholz (Clarín): 10; Ambito Financiero: 6.

Lo que hace de Los lunes al sol una película mucho mas querible que lo último de Ken Loach es su sutileza. Lo que la hace muy superior a esas feas películas inglesas con "el tema de la desocupación" de trasfondo –películas como Tocando el viento, The Full Monty y Billy Elliot- es su falta de falso optimismo. Los lunes al sol fluye como historia coral de un grupo de desocupados intentando mantener su vida a flote. Bien narrada, con un tono amable que no recurre al golpe bajo y unas muy buenas actuaciones (especialmente Bardem, que está excelente como siempre), la película recorre las vidas de sus sufridos personajes sin ponerse en un lugar superior. El director Aranoa sólo nos muestra. Y no intenta manipularnos ni con la música ni con golpes bajos. Sólo nos muestra. Nos muestra los deseos del personaje de Javier Bardem de irse a vivir a aquella "tierra prometida" llamada Australia. Nos muestra lo difícil que es para el personaje de Luis Tosar aceptar que es su mujer la que debe hacerse cargo de la casa. Nos muestra a los personajes juntándose cada noche en el bar de uno de ellos para desahogar penas. Nos muestra sus intentos de conseguir nuevos trabajos o de conseguir créditos en bancos. Pero siempre con una prudente distancia. Tampoco la película se aprovecha de las desgracias de los personajes para manipularlos. No es ninguna exhibición de atrocidades ni nada por el estilo. Es sólo una película sobre personajes con problemas laborales y de cómo intentan sobrevivir. Transcurre en Vigo, España, pero podría ocurrir en cualquier ciudad, en cualquier pueblo, en cualquier país del mundo, en cualquier canción de Bruce Springsteen.
Juan Martínez.

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