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miércoles, julio 28, 2004

Saquen una hoja 

Educación sentimental. Rosal. Editado por Kiti Records
DISCOS
María Ezquiaga: guitarra y voces. Julieta Ulanovsky: bajo y voces. Sebastián Ostolaza: batería, percusión y voces.
Sitio oficial.
Puntaje: 9

Tema uno: "Sensualidad no es hablar". Esa es la lección que nos deja Rosal y que forma parte de "Educación sentimental", canción que da nombre al disco.
Rosal es apenas guitarra, coros, a veces un bajo y percusión. "Educación sentimental" es apenas un conjunto de canciones poderosas. Por momentos desgarrador, por momentos ultraestimulante, el trío se ríe a carcajadas de los que intentan explicar al amor ("Love is touch/ love is real/ love is reaching love", susurran hacia el final de "John" o "El silencio habla/ y es mejor que cuando yo lo intento", gimen en la bellísima "Suficiente").
Este Rosal exhala aire fresco, huele a jardín blefariano, a libertad. Por eso, la sensitiva voz de María Ezquiaga (guitarrista de la mismísima Rosario Bléfari y ex Baccarat) puede pasar de la ternura infantil de "Bombón" -con su empalagante y adictivo corito "bón, bón, bón" ad hoc- al desenfreno de "25 de enero" o a la lánguida transportación de "Viajo".
Tema dos: "Rosal es música para el cuidado de un jardín", asegura la contratapa del disco. Pero también es música para los que desmenuzan flores o, sin más, las arrancan. Para los que a duras penas arañan un "Suficiente". Para los peores de la clase, los que tienen que volver en marzo siempre, los que no aprenden nunca. Justamente, en "Educación sentimental", de repetir se trata.
Agustina Larrea.

martes, julio 27, 2004

More human than human 

1000 cuerpos (House of 1000 Corpses, Estados Unidos, 2000). Dirigida por Rob Zombie. Con Sid Haig, Bill Moseley, Sheri Moon, Karen Black, Chris Hardwick, Erin Daniels, Jennifer Jostyn, Rainn Wilson y Tom Towles.
ESTRENO
Puntaje: 7.

Sólo una mente podrida, excesiva, caníbal y bien americana como la de Rob Zombie podía engendrar un monstruo fílmico como 1000 cuerpos, una película tal vez demasiado atípica para estos tiempos en los que los espectadores en general tienden a valorar, por sobre cualquier otro aspecto, los guiones ingeniosos. Tal vez sea por esto que la mayoría de las críticas de 1000 cuerpos hayan resaltado que será disfrutada únicamente por los amantes de género. En realidad la ópera prima de Rob Zombie podrá ser objeto de diversión de todo aquel que esté dispuesto dejar de lado las convenciones narrativas para subirse a una montaña rusa terrorífica hecha de imágenes concebidas para lastimar como si fueran puñaladas de algún protagonista de un film slasher. 1000 cuerpos no asusta, sino que impacta y shockea. Tampoco sugiere, sino que muestra, y cómo. La experiencia física en la que se transforma la película resulta de la ausencia total de efectos digitales y de las distintas maneras que tiene el director de registrar las cuchilladas, torturas y demás delicias que abundan en su engendro. Haciendo uso de su demencia, Zombie utiliza imágenes en negativo, alterna planos filmados en 35 mm con otros registrados en 16, mete pantallas divididas, ralentis. A la par de esta variedad estética la música también es variada: hay desde metal hasta pop, desde un tema de Los Ramones hasta otro de Slim Whitman. Zombie mezcla y deforma para dar forma a un objeto audiovisual que no sólo es un festival de sangre y violencia sino que también es un homenaje a esa parte de la cultura popular americana que incluye cine de terror, cine clase B, comics, Halloween y leyendas terroríficas. Una cultura a la que él pertenece con orgullo y a la que viene contribuyendo desde que al frente de los White Zombie llevó, en la década pasada, al heavy metal hacia nuevos terrenos. ¿Quién es este enfermo? Él mismo se describía More human than human, hit del disco Astro-Creep: 2000, songs of love, destruction and other synthetic delusions of the electric head (obra maestra del metal): “I am the astro-creep, a demolition style hell america freak; I am the ripper man, a locomotion mind love america style”. Lo mismo se puede decir de los dementes que habitan su película.
Sebsatián Nuñez.

viernes, julio 16, 2004

La revolución no será televisiva 

Fahrenheit 9/11 (Estados Unidos, 2004). Dirigida por Michael Moore. Con George W. Bush, Michael Moore, la viejita del golpe bajo y desmembrados varios.
Ficha técnica. Sitio oficial.
ESTRENO
Puntaje: 3. En los diarios: Luciano Monteagudo y también Horacio Bernades (Página/12 ¡Dos críticas en contra!): 6 (¡¿?!), Marcelo Zapata (Ámbito Financiero): 6, Fernando López (La Nación): 8, Pablo O. Scholz (Clarín): 8. Rotten tomatoes: 83%. Metacritic: 66.

Sí, es muy superior al periodismo ególatra manipulador de Bowling for Columbine. Las restricciones que impuso Michael Moore sobre su ego mejoraron un poco las cosas. Otra ventaja respecto de su bochorno anterior es que en Fahrenheit 9/11 cuenta con un buen archivo y no tiene que salir a cazar imágenes (otro de sus no-fuertes). La rareza de Moore es que él ficcionaliza el documental, cuando la tendencia cinematográfica mundial se mantiene en documentalizar la ficción. ¿Pero es cine lo de Moore aunque abra a película como comedia, la tiña un poco de dramatismo, después se interne en el gore bélico y la cierre como melodrama (no sea cosa que alguien abandone inmutable la sala)? Moore opera condicionado por la estructura televisiva. Si bien faltan las propagandas (mejor dicho publicidades, de lo otro sobra) se nota la intención de dividir al film en bloques temáticos, líneas narrativas que abandona y jamás vuelve a retomar. Moore no es de esos directores que sacrificaría una imagen de impacto para beneficiar la narración, darle coherencia o un sustento ideológico mayor a una película (ojo: en una decisión respetable evita mostrar el atentado a las torres, pero claro que esa es una figurita repetida mundialmente y él prefiere inclinarse por imágenes de desesperación -todos planos bien cerraditos- de familiares buscando a víctimas o de gente corriendo por toda New York durante la mañana del atentado) Entonces, ¿cuál es el nexo entre todo este rejunte de temas que parecen estar aislados? Pegarle a Bush Jr. Por derecha, por el centro y por ultra derecha. En pos de atacar al presidente ¿electo? todo vale para Moore. Muchos lo acusarán de utilizar las mismas tácticas que Bush, pero ser cineasta no implica a priori tener las responsabilidades éticas que debería tener un presidente. El problema no está en el juego desleal de Moore, sino en que esas canalladas pretenden ser graciosas, pero están más cerca de la vergüenza ajena. En que intenta exponer a Bush como alguien nefasto, como cualquiera supone y busca reafirmar en la pantalla, y lo transforma en un personaje tan bobalicón como carismático, que no deja de tirar frases a la Schwarzenegger. También al impostar rigor periodístico, para después entregar una falacia tras otra. Moore es un periodista de pura cepa y eso parece condicionarlo y obligarlo a dar rienda suelta a su mala leche: para exponer a un villano tiene que perseguir y tergiversar, no puede contenerse y dejar que los "malos" den su versión de los hechos y eso los pruebe como "malos". El es quien tiene que correr a los miembros del Parlamento para decirle al espectador "este tipo es el mal". Moore mantiene el tratamiento que le da a sus odiados rednecks con los de este lado de la pantalla, ya una constante en su filmografía. Pero hace tiempo que algo cambió en su carrera: un periodista ramplón que acosaba al Roger de la GM podía resultar simpático, un mediocre cineasta impuesto (por él y por el peor periodismo) como adalid del progresismo bienpensante, no.
Naza Chong.


jueves, julio 15, 2004

¡ANIMAL! 

Patoruzito (Argentina, 2004). Dirigida por José Luis Massa.
Ficha técnica. Sitio oficial.
ESTRENO
Puntaje: 1. En los diarios: Adolfo C. Martínez (La Nación): 6, Pablo O. Scholz (Clarín): 6, Paraná Sendrós (Ambito Financiero): 6, Horacio Bernades (Página/12).

Segunda "película" de Massa sobre la que me toca escribir (la anterior fue Un hijo genial). Y la verdad es que ya no se qué decir de este tipo. Debe ser uno de los cineastas que menos se preocupan por el resultado final de sus películas. Es lo único que se me ocurre, nadie puede ser TAN malo en su oficio. Está bien, esta es una película de animación y hubo más responsables de que el resultado final haya sido tan pero tan pobre. Pero siendo él quien aparece bajo el cartel que dice, tal vez con un poco de ironía, "Dirigida por", no me parece desatinado echarle la culpa de este desastre al Sr. Massa quien, no conforme con haber hecho las películas que mencioné, también es el responsable de cosos como la película de Chiquititas, el musical teatral de El principito y la repugnante (salvo por las intervenciones de Lissa de Bandana) tira diaria Frecuencia .04.
Ni las últimas dos películas de García Ferré juntas llegan a un nivel tan bajo como esta adaptación de la historieta de Dante Quinterno que no recuerdo haber leído en mi vida pero que sospecho debe estar varios cuerpos arriba de esta película. La animación es llamativamente pobre (y digo llamativamente mientras la comparo con la de Manuelita), lo que no es algo malo per sé -basta ver unos segundos de Mercano el marciano para darse cuenta de que en la Argentina puede hacerse buen cine de animación, independientemente de que la animación sea buena o no-. El problema es que la animación no solo es pésima, sino que además es terriblemente descuidada. Los cambios de escena son directamente bochornosos (hay que ver cómo cada escena parece estar ya empezada), y los dibujos cambian de tonalidades entre plano y plano. Después están las voces, que terminan resultando realmente irritantes, en especial el acento porteño-canchero de Isidorito.
Pero lo que más molesta aquí es la narración. El film dura 75 minutos, pero uno cree estar viendo alguno de los bodrios soporíferos de 4 horas de Angelopoulos, mientras que la historia no es más que un rejunte de escenas de otras películas -mucho Disney, demasiadas escenas calcadas de la saga Indiana Jones- pero mal resueltas y peor hilvanadas, sin un mínimo atisbo de emoción y con uno de los villanos peor construidos de todos los tiempos (y gringo, para más detalles). Y todo esto acompañado con las insufribles canciones de Los Nocheros feat. León Gieco, que hablan de nuestras raíces, de la libertad y de lo grossos que somos los argentinos. El hecho de que los padres lleven a sus hijos a ver semejante calamidad debería ser considerado, lisa y llanamente, como abuso de menores.
Juan P. Martínez.

miércoles, julio 14, 2004

Gondry ya no es Gondry para volver a ser Gondry 

Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (Eternal Sunshine of the Spotless Mind, Estados Unidos, 2004). Dirigida por Michel Gondry. Con Kate Winslet, Jim Carrey, Mark Ruffalo, Kristen Dunst, Tom Wilkinson y Elijah Wood.
Ficha técnica. Sitio oficial.
ESTRENO
Puntaje: 9. En los diarios: Martín Pérez (Página/12): ; Diego Lerer (Clarín): 10; Fernando López (La Nación): 6; Diego Curubeto (Ámbito Financiero): 6. Rotten tomatoes: 92%. Metacritic: 87.

Si hay algo que hace distintiva la obra de Michel Gondry, tanto fílmica como clippera, es su obsesión casi compulsiva por la repetición. El francés parece volver sobre sus pasos cada vez para replanetar un esquema en todas sus variaciones posibles. Basta prestar atención a la rítmica sucesión de casas y fábricas en el video de Star Guitar o la multiplicación femenina en el video de Let Forever Be, ambos de Chemical Brothers; la evidencia también se encuentra en la perfecta coreografía basada en el mecanicismo de ese ballet de luces llamado Around the World, de Daft Punk, o en la calesita frenética donde Kylie Minón atraviesa una misma esquina reproduciéndose en el proceso, video conocido como Come Into My Life. ¿Hace falta más? Ese maravilloso video de White Srtipes donde cada instrumento se reitera hasta el infinito, The Hardest Button To Button, también es obra del maniático Gondry.
Era de esperarse que su segundo largometraje fuera coherente a su videografía (aun si la fallida Human Nature, primer film del francés, jugara menos con la reproducción mecanicista). Lo curioso es que Eterno Resplandor… traiciona a la obsesión de Gondry para reconstruirla luego desde otro punto de vista. El director gusta de las repeticiones racionales y casi autómatas, pero aquí el relato se articula en base a la emoción, y allí se desbarata todo el juego ad inifinitum. Se pierde el punto de referencia inicial y son las conexiones nerviosas del cerebro de Joel y sus recuerdos emocionales los que llevan adelante la acción. Ya no existe la reiteración tradicional gondriana, el juego racional y distante. Esa es reemplazada aquí por la reiteración con variaciones, emocional, cercana y arbitraria en el sentido más adorable de la palabra. Sea en realidad o en sueños, los personajes vuelven adonde ya han estado antes, pero algo ha cambiado y nosotros hemos cambiado con ellos.
Sin embargo, justo cuando creimos que Gondry había dejado el estancamiento juguetón para perseguir un relato que avanza reiterando, el francés vuelve a ser el de siempre. Porque Joel y Clem se vuelven a ver a la cara como extraños amantes y todo volverá a empezar. El loop se reiniciará y Gondry volverá a ser Gondry. Nosostros, mientras tanto, desearemos quedar atrapados en esa nieve perfecta, en ese escape romántico, olvidando lo que sobra y conservando ese sabor dulce de los recuerdos idealizados.
Guido Segal.

lunes, julio 12, 2004

The Trip 

Erreway: 4 caminos (Argentina, 2004). Dirigida por Ezequiel Crupnicoff. Con Luisana Lopilato, Benjamín Rojas, Camila Bordonaba, Felipe Colombo y Roly Serrano.
Ficha técnica
ESTRENO
Puntaje: 4. En los diarios: Diego Lerer (Clarín): ; Horacio Bernades (Página/12): ; Adolfo C. Martínez (La Nación): 6.

Hay que decir que quien vaya el cine a buscar en Erreway: 4 caminos lo peor del año va a salir decepcionado. No sólo está (al menos) 4 puntos por encima de lo peor del año sino que también es mucho más de lo que se podía ver en el trailer. Allí parecía que además de girar alrededor de un tour de la banda y de las relaciones entre los chicos (con lo que también engaña el trailer porque se insinúa un affaire entre Benjamín Rojas y Luisana Lopilato), la película también aparentaba centrarse en el enfrentamiento con un villano de cartulina. Por suerte la intervención de ese mafioso italiano caricaturizado es mínima y se llega a sentir paródica. Parece existir la decisión de hacer ambiguas este tipo de cosas. Casi todo el tiempo aparecen elementos fuera de lugar para una supuesta película televisiva de explotación, y cada uno de ellos plantea el interrogante de la subversión involuntaria, consciente o jugar con la ambigüedad entre esas dos posturas. La mayoría de los críticos vio eso como inoperancia de los guionistas. Es una posibilidad, pero tal vez los guionistas sean más "vivos" que todos los críticos juntos. El guión tiene una velocidad envidiable, y aprovecha ese impulso para tomarse ciertas libertades. Ejemplo: un médico le informa al personaje de Luisana Lopilato de un embarazo no deseado. En escasos minutos la película arremete con escenas del parto, de la beba que llora durante la gira y de la beba con, como mínimo, un par de años. Esa velocidad hizo que una variedad de piolas exclamen jocosos "¿estuvieron como tres años de gira?". Ok, un error ponele. ¿A alguien debería importarle? ¿No es mejor quedarse con que en una película "para chicos" se dejó de obligarlos a casarse frente a un embarazo? ¿No es más interesante plantear la posición de la película frente al aborto? Más allá del tufillo a "dura realidad en su versión Cris Morena", hay que destacar otras dos rarezas para el género: el triunfo de la banda nunca llega, fracasan y quedan varados en medio de una ruta; Luisana Lopilato, estrellita máxima de la banda, tose tres planos seguidos (la última con sangre) y muere. El problema es que cae en el peor lugar común de las películas televisivas: la sobre explicación. Hay que contar quiénes son Brian May o el Gauchito Gil, no sea cosa que después no se entienda la película. Ahí, en el peor humor físico y en una música incidental insoportable (nada que ver con los números musicales de los chicos) es donde las innovaciones de la película se quedan sin aire. En su texto para Página/12, Horacio Bernades la recomienda a quienes mirar Volver los hace sentir como fumar un porro. Algo de eso puede haber en Erreway, pero más que por un porro todo parece producto de un mal viaje.
Naza Chong.

Belleza robada 

La piscina (Swiming Pool, Inglaterra/Francia, 2003). Dirigida por François Ozon. Con Charlotte Rampling y Ludivine Sagnier.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 7. En los diarios: Luciano Monteagudo (Página/12): ; Fernando López (La Nación): 6; Pablo Scholz (Clarín): 8.

Tal vez sea imposible imaginar a un director que al filmar mujeres haga que se vean mejor que como le sale a Ozon. O al menos alguien que lo haga y no se llame Bertolucci. La importancia de ese aspecto visual en el cine de Ozon le posibilita exceder algunas líneas narrativas un poco... está bien, estúpidas (como si fuese poco su anterior "hombre se hace el muerto para darle una lección a las mujeres que lo rodean" ahora hizo "novelista policial se involucra en un caso similar a los que la hicieron famosa en sus libros"). Todo lo que Ozon tiene para dar se encuentra en idas y vueltas por los cuerpos de Ludivine Sagnier y Charlotte Rampling. Los movimientos de cámara que recorren los cuerpos tendidos al sol lo hacen con parsimonia y dan la sensación de que la cámara no hace más que dar un paseo por ellos. Sensación que recrudece cuando la cámara se detiene y cambia de dirección en medio de algún paneo o travelling. No vale decir por esto que no se sabe para dónde va ir la cámara por ser algo tan falso como estúpido. Pero sí vale, porque es una buena excusa y además es cierto, decir que lo que no se sabe bien para dónde va es la relación entre las dos protagonistas. Parece ir siempre para el peor lugar posible, pero lo que hace todo más raro es que Ozon parece mandarlas ahí a propósito. Construyó personajes que parecen el colmo del estereotipo: la inglesa amargada y represiva conoce a la francesita desfachatada y con cara de inocente. La relación se torna interesante sólo en sus extremos, cuando más se odian y cuando son más compinches. Pero todo esto no parece ser muy importante en La piscina. Lo que cuenta es que la película captura la belleza de los cuerpos de las protagonistas y la hace suya. Casi una constante ya en la filmografía de Ozon.
Naza Chong.

jueves, julio 01, 2004

Casi... casi... arañando 

El Hombre Araña 2 (Spider-Man 2, Estados Unidos, 2004). Dirigida por Sam Raimi. Con Tobey Maguire, Kristen Dunst, J.K. Simmons, Bruce Campbell y Alfred Molina.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 7. En los diarios: Martín Pérez (Página/12): 6; Diego Batlle (La Nación): 8; Diego Lerer (Clarín): 10.

El vértigo placentero que provocaba ver al Hombre Araña pasearse entre los rascacielos neoyorquinos servía para ocultar muchos de los baches de la primera parte. El era un superhéroe que disfrutaba como nadie esos superpoderes que le tocaron en suerte. Esta vez todo cambia porque ahora Peter Parker se la pasa sufriendo (o lo que es peor, diciendo cuánto sufre) y esa sensación que provocaba verlo "volar" por la ciudad perdió todo carácter de sorpresa y novedad. La mayoría de las limitaciones de la película están en ese dilema entre los deseos y las responsabilidades del vigilante adolescente, y para dejarlo bien claro Parker lo repite en voz alta, aunque esté solo y nadie pueda escucharlo de su lado de la pantalla. Pero todo esto suena bastante peor de lo que realmente es la película porque la fotogenia de la pasión de Parker por Mary Jane permanece intacta. Con cada aparición de Mary Jane los lamentos constantes de Parker por la relación que no puede ser dejan de ser insoportables y se vuelven emotivos.
Es extraña la forma en que Raimi hace el reparto de minutos en pantalla de los personajes. Subraya todo el tiempo la importancia del conflicto interno de P. Parker, también son exagerados los minutos que se le brindan a la tía Mayo, porque por más que no sean demasiados ella es el personaje más chato del film y encima se la utiliza para bajar línea. Todo lo contrario sucede con el director del Daily Buggle. El es todo carisma y merece que sus momentos en pantalla sigan multiplicándose en cada entrega de la franquicia. Ante personajes con conflictos que no saben resolver, él aparece con una solución inmediata para cualquier problema. Otro que no defrauda es Doc Ock, el personaje de Alfred Molina. Sin embargo Alfred no tiene la cuota de pantalla que acostumbran tener los antagonistas. Tendencia que ojalá se mantenga en la próxima entrega porque el pelmazo del hijo del Duendecillo verde se perfila como el próximo en la lista de villanos.
Pero si hasta aquí el balance parece dejar un saldo deudor importante... ¿en dónde se pueden rescatar las virtudes de esta secuela para disimular estos baches? Se encuentran cada vez que aparece en pantalla algún medio de transporte, ya sea un ciclomotor, autos o un tren. Al escribir sobre estas escenas se podrían llenar muchísimas líneas, pero no sería justo meterse con secuencias que no piden nada más (ni nada menos) que ser disfrutadas al máximo. Como los superpoderes de H. Araña.
Naza Chong.

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