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viernes, agosto 15, 2003

Cambio dolor 

Cleopatra (Argentina/España, 2003) dirigida por Eduardo Mignogna.
Ficha técnica
ESTRENO
Puntaje: 2

Las ideas de Mignogna con las que predica en Cleopatra acerca del cine y de la libertad son indignantes. Cleopatra y Milagros son prisioneras de una vida inerte. Cleopatra es maestra jubilada, con un esposo desocupado y alcohólico (la actuación de Alterio es patética, pero no desentona con el resto del reparto). Norma Aleandro, sentada frente a cámara, comienza a narrar la historia del cambio y conservará, durante todo el metraje, esta infeliz complicidad con el espectador, con guiños, gestos y hasta mini monólogos en tono cómico. Natalia Oreiro -lejos del esplendor de Ricos y famosos, Muñeca brava y de sus encantadoras canciones- interpreta a una actriz de telenovelas alienada por el mundo del espectáculo, bulímica y pelada (las dos secuencias que ilustran la enfermedad y la escena en la que se corta el pelo son tan decorativas como todos los ademanes de la actriz para con su personaje). Las mujeres sufridas se encontrarán para emprender el “viaje iniciático” por el camino de la libertad. En la ruta a la idiotez (para Mignogna la libertad está asociada a la necedad, su discurso superficial no reflexiona, atrasa) Milagros hallará el amor (Leo Sbaraglia como un adusto chacarero, con sus correspondientes problemas familiares, para no bajar la intensidad del drama) y Cleopatra disfrutará las delicias de la redentora demencia senil (el plano final es tan imposible que deprime).
Mignogna no puede con un lote de actores enajenados. Cada uno recita sus afectadas líneas y presume con su secuencia de alto contenido emotivo, tan pedantes resultan que no pueden lograr ni una mirada creíble. Qué nos van a hablar de libertad, amor, movimiento, si la reflexión brilla por su ausencia y la narración vuelve sobre sí misma, negando las posibilidades que ostenta. El autor queda entrapado en otra película yerma (la red contiene a Evita (quien quiera oír que oiga), Sol de otoño, El faro, La fuga). Olvidar no es volver a nacer y si cambiamos dolor por libertad, este canje no garantiza la plenitud. Avanzamos por el deseo de continuar con el cine argentino que queremos vivar.
María Marta Sosa.

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