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martes, febrero 01, 2005

Saber leer entre líneas 

Los Fockers (Meet the Fockers, EEUU, 2004). Dirigida por Jay Roach. Con Ben Stiller, Robert De Niro, Barbra Streisand y Dustin Hoffman.
ESTRENO
Puntaje: 7

La aparición de Saturday Night Live significó tanto un comienzo como un final para el humor norteamericano. Dio inicio a un tipo de comedia fresca y atrevida, provocativa sin ser Porky´s, inteligente sin ser snob, graciosa sin ser complaciente. Las caras variaron pero la estructura se mantuvo, década tras década; irregular, veloz, influyente, el programa revitalizó a la comedia clásica, le dio vida, realismo y una sana cuota de autoconsciencia. SNL procreó hijos, padres y abuelos, dio origen a una familia ilustre y sigue produciendo niños prodigio, la mayoría de ellos con destino cinematográfico.
Ben Stiller es sin dudas uno de esos infants terribles, tal vez el más creativo de la camada 90 junto a Adam Sandler. Supo ser gracioso y profundo al mismo tiempo y, aún siendo muy subestimado, actuó y dirigió varios nuevos clásicos, considerando a Zoolander o El Insoportable a la cabeza.
El problema con Stiller es que su forma de actuar se volvió chata. Al igual que muchos cómicos, Ben actúa siempre igual, tiene un personaje creado que se filtra e invade al personaje que le tocó en suerte. Como ocurre con Woody Allen y a diferencia de Adam Sandler, el estilo Stiller cansa con el paso del tiempo y el hecho de que filme seis películas por año exacerba el punto. El tartamudeo, las bromas judías, la torpeza y lo escatológico ya habían saturado en Mi novia Polly y en Los Fockers ya no causan ni una sonrisa.
John Hamburg, guionista de la película, no es justamente un innovador y, si bien es responsible por Zoolander, abusa en general de un humor tosco y obvio, apoyado en caídas, chistes fáciles (insiste con las bromas de enfermeros, de apellidos, de sexo y escatológicas) y estereotipos. Basándome en el esqueleto del "humor Hamburg" y en lo gastada que resulta la performance de Stiller, podría decir que Los Fockers no es una buena película.
Sin embargo, hay dos elementos fundamentales que la hacen salir a flote con dignidad:
1- El resto de las actuaciones sí son destacables. El insoportable Dustin Hoffman aquí está no sólo adorable sino que además resulta gracioso y entrañable, superando a las pésimas líneas de diálogo que le tocaron en suerte. Barbra es Barbra y sanamente se ríe de sí misma, a la vez que destruye con paso firme a la imagen de diva que sus sexagenarias fans adoran. Otra curiosidad es que De Niro finalmente logra componer a un personaje digno en más de una década y, si bien no hace reir, sí transmite el desagrado y el rechazo que se supone que su personaje debe producir. Blythe Danner equilibra el peso del personaje de Bob con notable sutileza, casi silbando por lo bajo.
2- La película posee una carga ideológica definida que deambula de fondo y surge a la superficie en momentos específicos. Lo fundamental del conflicto entre Bernard y Jack está en que son miembros de la misma generación, pero pertenecen a bandos opuestos. Uno era militar, el otro era hippie, y ambos conservan los hábitos. La diferencia religiosa sirve para construir gags, pero es la poítica el eje de la polémica: el personaje de Hoffman no esconde su odio a Bush y al gobierno reaccionario de su país, sobre todo al final cuando le dice al bebé "veo en tí a un pequeño contestatario y este país necesita más de esos". Tampoco resulta menor que el personaje de De Niro exclame, cuando se habla de competir, que "es fundamental la competencia porque eso es lo que hace que Erstados Unidos sea la única potencia mundial que queda en pie". Lo que sí resulta alarmante y fascista es que en ambos casos el subtitulado haya omitido la traducción completa, removiendo la ideología que la película tan explícitamente transmite. Todo deja lugar a la sospecha de que la distribuidora de la película, la major Universal, se haya ocupado de "borrar" las referencias políticas para que el resto del mundo no se haga eco de esas marcadas burlas al gobierno gringo de turno, como si el cine sólo fuera entretenimiento de masas. No pasemos por alto además que la película conduce nuestra simpatía hacia el matrimonio de los Fockers, que son judíos de izquierda que hacen sentadas pacíficas y critican a su presidente sin temor…
Considero que Ben Stiller es una figura importante dentro de la cinematografía norteamericana actual - en especial cuando se junta con ese extraordinario actor llamado Owen Wilson -, aún si me cansa su modo de actuar. Meet the Fockers no es un título importante en su carrera, así como tampoco marcará a fuego la trayectoria de Jay Roach, un artesano del humor. Sin embargo, tampoco hay que restarle méritos a un film que logra juntar a tantos dinosaurios sin aburrir y a la vez criticar al "intocable" gobierno norteamericano al mismo tiempo que hace explotar las taquillas.
Guido Segal.

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