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martes, mayo 04, 2004

MONUMENTAL 

Kill Bill Vol. 2 (Estados Unidos, 2004). Dirigida por Quentin Tarantino. Con Uma Thurman, David Carradine, Daryl Hannah, Michael Madsen, Gordon Liu, Michael Parks y Samuel L. Jackson.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 9. En los diarios: Luciano Monteagudo (página/12): 7; Diego Batlle (La Nación): 8; Pablo 0. Scholz(Clarín): 8. Metacritic: 80. Rotten Tomatoes: 86

Mientras trataba de darle forma a mis impresiones sobre la es-pe-ra-dí-si-ma segunda parte de Kill Bill, me topé con la crítica que Marcelo Figueras publicó en el no-esperadísimo segundo número de La Mano, intitulada “Una pavada elegante” (no queda claro si refiriéndose al film o a sí misma). En ella, el susodicho acusa a Tarantino de manierista, de caprichoso, de tener la madurez mental de un niño de 12 años, y a KB-2 de fraude narrativo, de anticlimática, de insípido licuado de citas. Lo opuesto, nos dice, a Matrix, donde “la mezcla de Oriente y Occidente (géneros, filosofías, técnicas de combate, tecnologías) era brillante y daba lugar a algo nuevo”. Ahora bien: no creo que Matrix haya creado algo sustancialmente novedoso, no al menos en cuanto a filosofías (salvo que pensemos que la New Age nació con los Wachowski) ni, con seguridad, en cuanto a géneros (acción + artes marciales + ciencia ficción, nada que no hagan de a docenas en Hong Kong, por lo menos desde hace dos décadas). Tampoco estoy convencido de que a Tarantino le importe tanto el valor de novedad: a esta altura, QT es un clásico. Como tal, cada uno de sus films es una reescritura personal de la historia; claro que, como su tema principal es el cine y no el mundo, habrá que entender a Kill Bill como una reescritura tarantinesca de la historia del cine. Una conversión de los documentos cinematográficos en monumentos –fragmentados, en movimiento perpetuo, vivos-, si nos queremos poner foucaltianos. La fragmentación de las referencias toma una dimensión casi política en KB: la primera parte se consagraba casi exclusivamente al cine de Oriente –desde el logo de los Shaw Bros. hasta el duelo con O-ren I’shii-; la segunda se dedica con igual minuciosidad al cine clásico norteamericano. Al primer intento de usar la espada samurai, La Novia es reventada de un escopetazo. Bienvenida a Hollywood. Y eso es sólo el comienzo de un paseo irreverente por los géneros, del film noir al western, del terror más primitivo, ése que nace de la pantalla negra y el sonido agitado de una respiración, al melodrama más disparatado, el del final, que parece un poco estirado a la sombra de las otras, magistrales, cuatro horas de este monumento llamado Kill Bill.
Agustín Masaedo.

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