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sábado, mayo 08, 2004

RH positivo 

El amanecer de los muertos (Dawn of the Dead, Estados Unidos, 2004). Dirigida por Zack Snyder. Con Sarah Polley, Ving Rhames, Ty Burrell, Tom Savini, .Ken Foree y Scott H. Reiniger.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 9. En los diarios: Adolfo C. Martínez (La Nación): 6, Aníbal M. Vinelli (Clarín): 6. Rotten Tomatoes: 77%. Metacritic: 55.

Voy a hacer el camino inverso: confieso que no vi la de Romero (y la señalo así para evitar el polémico uso del término "original") pero que la de Zack Snyder fue una asombrosa invitación a salir corriendo a buscarla por cielo, tierra e infierno, llegado el caso. O sea que el lector -más por una falta imperdonable de quien escribe que por la siempre dudosa necesidad de contraste de un film con otro previo en el que presuntamente se basa la película a tratar- se va a ahorrar cualquier comentario del tipo "no respeta la original" o "el libro era mucho mejor". Por una falta insisto, que ya prometí reparar apenas termine de escribir estas líneas, después de arrodillarme sobre los correspondientes granos de maíz y de escuchar entero un disco de La Portuaria. Pero sobre todo porque iría muy en contra del espíritu de El amanecer... modelo 2004 que es una película feliz, lo más feliz que una película de terror puede ser. Y por sobre todas las cosas celebratoria del cine, como algo vivo, indestructible, presente. La del debutante Snyder va a contramano de un film como Scream, que leía de forma atinada al pasado del género pero no hacía más que denunciar -en el peor sentido- que sustos "eran los de antes". Muy por el contrario, la apuesta de El amanecer... es deliberadamente optimista. La relectura de la película de Craven no terminaba de decidirse: en un doble movimiento intentaba separarse de lo anterior (con la muerte de la blonda Barrymore a los cinco minutos de película) sin dejar de estar adentro, sobre todo desde lo icónico (máscaras, cuchillos, adolescentes exuberantes). Craven extirpaba al género y mostraba sus vísceras como un modo de deconstrucción interesante pero un poco cínico, autoconciente, melancólico, en algún punto porteño. La cruzada de El amanecer... es mil veces más noble. Porque es paródica y porque la relectura recae sobre la película misma (la escena en la que deciden disparar sobre Rosie O'Donell no es más que la punta de un ovillo infinito). Porque no necesita declamar si los que invaden ¿la tierra? son rabiosos, zombies o muertos. Porque el final se burla de todos. Y fundamentalmente, porque el director sabe muy bien dónde debe ir la cámara a la hora del terror, pero sobre todo sabe dónde nunca debe estar (es brillante el uso del fuera de campo de la visita de Nicole -Lindy Booth- al atrincherado vecino del shopping). El amanecer... es una tarjeta de invitación a mirar -no añorar- todo el cine. Una de esas películas dispuestas a inyectar vitalidad en formato de (omnipresente) sangre, a volar peluquines y a hacer de la tierra -que ahora dicen que es invadida por los muertos porque el infierno está superpoblado- un lugar mucho más encantador.
Agustina Larrea.

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