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miércoles, julio 14, 2004

Gondry ya no es Gondry para volver a ser Gondry 

Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (Eternal Sunshine of the Spotless Mind, Estados Unidos, 2004). Dirigida por Michel Gondry. Con Kate Winslet, Jim Carrey, Mark Ruffalo, Kristen Dunst, Tom Wilkinson y Elijah Wood.
Ficha técnica. Sitio oficial.
ESTRENO
Puntaje: 9. En los diarios: Martín Pérez (Página/12): ; Diego Lerer (Clarín): 10; Fernando López (La Nación): 6; Diego Curubeto (Ámbito Financiero): 6. Rotten tomatoes: 92%. Metacritic: 87.

Si hay algo que hace distintiva la obra de Michel Gondry, tanto fílmica como clippera, es su obsesión casi compulsiva por la repetición. El francés parece volver sobre sus pasos cada vez para replanetar un esquema en todas sus variaciones posibles. Basta prestar atención a la rítmica sucesión de casas y fábricas en el video de Star Guitar o la multiplicación femenina en el video de Let Forever Be, ambos de Chemical Brothers; la evidencia también se encuentra en la perfecta coreografía basada en el mecanicismo de ese ballet de luces llamado Around the World, de Daft Punk, o en la calesita frenética donde Kylie Minón atraviesa una misma esquina reproduciéndose en el proceso, video conocido como Come Into My Life. ¿Hace falta más? Ese maravilloso video de White Srtipes donde cada instrumento se reitera hasta el infinito, The Hardest Button To Button, también es obra del maniático Gondry.
Era de esperarse que su segundo largometraje fuera coherente a su videografía (aun si la fallida Human Nature, primer film del francés, jugara menos con la reproducción mecanicista). Lo curioso es que Eterno Resplandor… traiciona a la obsesión de Gondry para reconstruirla luego desde otro punto de vista. El director gusta de las repeticiones racionales y casi autómatas, pero aquí el relato se articula en base a la emoción, y allí se desbarata todo el juego ad inifinitum. Se pierde el punto de referencia inicial y son las conexiones nerviosas del cerebro de Joel y sus recuerdos emocionales los que llevan adelante la acción. Ya no existe la reiteración tradicional gondriana, el juego racional y distante. Esa es reemplazada aquí por la reiteración con variaciones, emocional, cercana y arbitraria en el sentido más adorable de la palabra. Sea en realidad o en sueños, los personajes vuelven adonde ya han estado antes, pero algo ha cambiado y nosotros hemos cambiado con ellos.
Sin embargo, justo cuando creimos que Gondry había dejado el estancamiento juguetón para perseguir un relato que avanza reiterando, el francés vuelve a ser el de siempre. Porque Joel y Clem se vuelven a ver a la cara como extraños amantes y todo volverá a empezar. El loop se reiniciará y Gondry volverá a ser Gondry. Nosostros, mientras tanto, desearemos quedar atrapados en esa nieve perfecta, en ese escape romántico, olvidando lo que sobra y conservando ese sabor dulce de los recuerdos idealizados.
Guido Segal.

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