miércoles, mayo 26, 2004
Esperando la nieve
Luna de Avellaneda (Argentina, 2004). Dirigida por Juan José Campanella. Con Valeria Bertuccelli, Ricardo Darín y Mercedes Morán. Ficha técnica. Sitio oficial.
ESTRENO
Puntaje: 2. En los diarios: Horacio Bernades (Página/12): 6; Pablo O. Scholz (Clarín): 8; Marcelo Zapata (Ambito Financiero): 8; Adolfo C. Martínez (La Nación): 8.
Debido a que Juan P. Martinez se despachó a gusto sobre varios aspectos a los que iba a referirme decidí cambiar un poco mi crítica. Pero quiero destacar que todo lo que Juan dice es cierto y que es muy acertado que remarque el chivo de Mc Donald´s: ese es el momento en el que Campanella se muerde la cola y donde deja al descubierto su hipocresía y demagogia. Dicha publicidad, que aparece disfrazada en forma de chiste, es una perfecta metáfora del procedimiento de Campanella para realizar sus películas: manipular a los espectadores a través de momentos graciosos y/o emotivos para imponer sus ideas reaccionarias sobre la sociedad argentina y el cine. Así como vende una hamburguesa haciéndose el gracioso, nos dice, a través de sus "comedias dramáticas", que Argentina debería volver al club de barrio y a ese pasado perfecto donde todo era familia, fiestas, carnavales y Alberto Castillo cantando que siga el baile. Pero ese pasado idílico está ubicado en 1959, y claro que las cosas no eran tan simples como el director nos quiere hacer creer. Heredero voluntario del peor populismo del cine argentino, Campanella reduce y niega las coyunturas políticas y sociales del pasado para facilitar su accionar manipulador. Su cine representa como pocos lo más oscuro de la clase media Argentina, siempre dispuesta a negar el presente, abortar el futuro, pedir mano dura y decir cosas tales como que con los militares estábamos mejor. Esto último no aparece en Luna de Avellaneda pero su evocación a la perfección de 1959 no está tan lejos. Pero esa clase media tiene sensibilidad (adquirida a través de Canal 13) y Campanella también, por eso se encarga de embellecer las imágenes de una villa y el Riachuelo.
Con todo esto el cine argentino más reaccionario y los críticos que lo festejan tienen en Campanella un nombre para aferrarse. Pero como quejarse sin hacer nada es inútil, desde acá, desde este humilde espacio, quiero nombrar y empezar a apoyar a otra película argentina y a su director con la esperanza de que consiga un poco de la atención que le fue regalada (o vendida) a Campanella. En un momento de Luna de Avellaneda, Valeria Bertuccelli le relata a Eduardo Blanco un cuento en el que nieva sobre Buenos Aires. Al escucharla, Blanco le dice: "Lo único que nos faltaba es que nieve". En Los guantes mágicos, la nueva y necesaria película de Martín Rejtman que está por estrenarse, efectivamente nieva sobre Buenos Aires. Sí Blanco, sí Campanella, hace falta que nieve, que nieve mucho como en el film de Rejtman para tapar tanta mediocridad.
Sebastián Nuñez.
ESTRENO
Puntaje: 2. En los diarios: Horacio Bernades (Página/12): 6; Pablo O. Scholz (Clarín): 8; Marcelo Zapata (Ambito Financiero): 8; Adolfo C. Martínez (La Nación): 8.
Debido a que Juan P. Martinez se despachó a gusto sobre varios aspectos a los que iba a referirme decidí cambiar un poco mi crítica. Pero quiero destacar que todo lo que Juan dice es cierto y que es muy acertado que remarque el chivo de Mc Donald´s: ese es el momento en el que Campanella se muerde la cola y donde deja al descubierto su hipocresía y demagogia. Dicha publicidad, que aparece disfrazada en forma de chiste, es una perfecta metáfora del procedimiento de Campanella para realizar sus películas: manipular a los espectadores a través de momentos graciosos y/o emotivos para imponer sus ideas reaccionarias sobre la sociedad argentina y el cine. Así como vende una hamburguesa haciéndose el gracioso, nos dice, a través de sus "comedias dramáticas", que Argentina debería volver al club de barrio y a ese pasado perfecto donde todo era familia, fiestas, carnavales y Alberto Castillo cantando que siga el baile. Pero ese pasado idílico está ubicado en 1959, y claro que las cosas no eran tan simples como el director nos quiere hacer creer. Heredero voluntario del peor populismo del cine argentino, Campanella reduce y niega las coyunturas políticas y sociales del pasado para facilitar su accionar manipulador. Su cine representa como pocos lo más oscuro de la clase media Argentina, siempre dispuesta a negar el presente, abortar el futuro, pedir mano dura y decir cosas tales como que con los militares estábamos mejor. Esto último no aparece en Luna de Avellaneda pero su evocación a la perfección de 1959 no está tan lejos. Pero esa clase media tiene sensibilidad (adquirida a través de Canal 13) y Campanella también, por eso se encarga de embellecer las imágenes de una villa y el Riachuelo.
Con todo esto el cine argentino más reaccionario y los críticos que lo festejan tienen en Campanella un nombre para aferrarse. Pero como quejarse sin hacer nada es inútil, desde acá, desde este humilde espacio, quiero nombrar y empezar a apoyar a otra película argentina y a su director con la esperanza de que consiga un poco de la atención que le fue regalada (o vendida) a Campanella. En un momento de Luna de Avellaneda, Valeria Bertuccelli le relata a Eduardo Blanco un cuento en el que nieva sobre Buenos Aires. Al escucharla, Blanco le dice: "Lo único que nos faltaba es que nieve". En Los guantes mágicos, la nueva y necesaria película de Martín Rejtman que está por estrenarse, efectivamente nieva sobre Buenos Aires. Sí Blanco, sí Campanella, hace falta que nieve, que nieve mucho como en el film de Rejtman para tapar tanta mediocridad.
Sebastián Nuñez.