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viernes, noviembre 12, 2004

El hombre hojalata contra los robots 

Capitán Sky y el mundo del mañana (Sky Captain and the World of Tomorrow, Estados Unidos, 2004). Dirigida por Kerry Conran. Con Jude Law, Gwyneth Paltrow, Anjelina Jolie, Lawrence Olivier, Giovanni Rivisi.
ESTRENO
Puntaje: 4

No sé si los caleidoscopios estuvieron de moda en algún momento. Supongo (y hasta espero) que no. Hoy no son dispositivos-amigos, pero admito que tuve mi época caleidoscópica (por suerte, nunca tiré palitos en fogones) y quien quiera tomarse el trabajo de revisar alguno de mis cajones, todavía encontrará un par. Sí, en algún momento coleccioné caleidoscopios. Y lo digo. Hoy cursis, jipis e inútiles, otrora me resultaban nobles, lisérgicos, atractivos y sobre todo, simpaticones.
Es vergonzoso (y medio una chantada) comparar una película con un caleidoscopio, pero no me importa nada: que la estructura y el desarrollo de The Big Sleep se asemeja bastante a un caleidoscopio es innegable. Es la vieja idea de cine como "presente continuo" potenciada al máximo. Películas-viajes que se cagan en la causalidad más clásica. Y ahí está Humphrey Bogart recorriendo una trama disparatadísima, repleta de heroínas elegantes y villanos follones y malandrines, coqueteando con mujeres hermosas y cargándose hombres a lo loco. Sí, réquete onírico todo. O Jeff Bridges en El Gran Lebowsky. O Ben Stiller y Jack Black en Envy. Películas que no privilegian la coherencia y la tan laureada verosimilitud. Y que en general, salen airosas y bien paradas.
Todo esto para decir que Capitán Sky y el Mundo del Mañana (y en realidad, casi todas las películas de aventuras) se inscriben en esta tradición de películas-viaje o películas-caleidoscopio. Las imágenes, los colores y las formas se suceden perpetuamente e importan tanto más que todo lo demás. En esta peli tenemos, como corresponde, una infinidad de paisajes, de muy diversos talles: nevados, pantanosos, desolados, urbanos, aéreos, marinos, opacos, brillantes, coloridos, habitados todos (menos los desolados, claro) por un largo etcétera de seres y máquinas: criaturas prehistóricas, animales en miniatura, robots enormes, robots no tan enormes, máquinas que parecen robots y más y más y más. También tenemos transiciones y sobreimpresiones sofisticadas (o "sofisticadas", como gusten), un montaje rapidísimo, gran inventiva y pirotecnia visual, todo muy refinado (mucha textura digital, plana y desmatizada). Todo es acumulación. ¿Y funciona? Esta vez no. ¿Por qué? Porque tenemos A pero no tenemos B. Los héroes son prepotentes y de lo más ñoños (comparar a Jude Law con Humphrey Bogart o Jeff Brdges), no tienen debilidades (todo héroe, se sabe, tiene que tener su talón de Aquiles), la pareja protagónica está pintada -o digitalizada, ja- (el caso es que ni pincha ni corta), no se entiende qué poder tiene cada personaje ni cada máquina, el poco sentido del humor (otro elemento indispensable en las de aventura) es ma-lí-si-mo. Por momentos, la película busca (y no encuentra) que nos interesemos por el pasado de los protagonistas, demostrando que lo del "presente continuo" era involuntario. Ni siquiera conocemos el plan del villano hasta el final (y eso de conquistar o destruir el mundo, a esta altura del partido, is not good enough). Sobrecargada y excesiva como Matrix, descaradamente exhibicionista como El Señor de los Anillos, muy muy lejos (a pesar de las citas) de El Mago de Oz, Capitán Sky y el Mundo del Mañana tira para todos lados, a ver si emboca una. Y lo logra: emboca una. Pero erra todas las demás.
Ezequiel Schmoller.

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