lunes, agosto 25, 2003
Los buenos, los malos y lo feo
Sol de noche (Argentina, 2002). Dirigida por Pablo Milstein y Norberto Ludin. Ficha técnica
ESTRENO
Puntaje: 4
A esta altura ya no es necesario cuestionarse si una gran historia hace a una gran película. Tampoco esa materia prima de calidad garantizaría una obra literaria de alto vuelo en un arte que no requiere una estética audiovisual compleja. Sol de noche se aleja del cine cada vez que puede para que su historia esté por encima de todo, falla cada vez que intenta relacionar esa historia con recursos cinematográficos. Es por eso que sus momentos estéticamente más afortunados se divisan en un fetichismo por los postes de luz y los cables de electricidad, que nada tienen que ver con esa historia a narrar.
Los momentos seleccionados de cada entrevista presentan claramente dos bandos: los buenos y los malos. Si bien el film llega a lograr declaraciones de contenido perturbador en varios entrevistados, siempre aparece la voz en off de Eduardo Aliverti para subrayarnos la maldad o bondad de cada uno de ellos. Es cierto que la mayor parte de la crítica atacó a la película principalmente por este costado oral, pero al menos es ahí donde se encuentra una búsqueda real de un riesgo artístico en el film. Más allá de cualquier sustento en la realidad, los planos de Olga marchando en soledad por una plaza contienen casi la misma perversidad visual que el último plano de Bowling for Columbine, en el que Michael Moore le deja de regalo la foto de una nena a Charlton Heston. Tampoco es posible encontrarle una razón de ser a la secuencia con planos de personas mirando fijo a la cámara, un recurso que por alguna extraña razón parece desaprovechar más el documental que la ficción y la cruza de ambos géneros. Sol de noche es una de esas películas en las que para su visión perjudica más contar el argumento que develar su final. Lamentablemente Milstein y Ludin eligieron la opción más cómoda al enfrentarse a la historia de Olga y Luis, apoyarse casi exclusivamente en el atractivo de su contenido sin una preocupación real por las formas.
Naza Chong.
ESTRENO
Puntaje: 4
A esta altura ya no es necesario cuestionarse si una gran historia hace a una gran película. Tampoco esa materia prima de calidad garantizaría una obra literaria de alto vuelo en un arte que no requiere una estética audiovisual compleja. Sol de noche se aleja del cine cada vez que puede para que su historia esté por encima de todo, falla cada vez que intenta relacionar esa historia con recursos cinematográficos. Es por eso que sus momentos estéticamente más afortunados se divisan en un fetichismo por los postes de luz y los cables de electricidad, que nada tienen que ver con esa historia a narrar.
Los momentos seleccionados de cada entrevista presentan claramente dos bandos: los buenos y los malos. Si bien el film llega a lograr declaraciones de contenido perturbador en varios entrevistados, siempre aparece la voz en off de Eduardo Aliverti para subrayarnos la maldad o bondad de cada uno de ellos. Es cierto que la mayor parte de la crítica atacó a la película principalmente por este costado oral, pero al menos es ahí donde se encuentra una búsqueda real de un riesgo artístico en el film. Más allá de cualquier sustento en la realidad, los planos de Olga marchando en soledad por una plaza contienen casi la misma perversidad visual que el último plano de Bowling for Columbine, en el que Michael Moore le deja de regalo la foto de una nena a Charlton Heston. Tampoco es posible encontrarle una razón de ser a la secuencia con planos de personas mirando fijo a la cámara, un recurso que por alguna extraña razón parece desaprovechar más el documental que la ficción y la cruza de ambos géneros. Sol de noche es una de esas películas en las que para su visión perjudica más contar el argumento que develar su final. Lamentablemente Milstein y Ludin eligieron la opción más cómoda al enfrentarse a la historia de Olga y Luis, apoyarse casi exclusivamente en el atractivo de su contenido sin una preocupación real por las formas.
Naza Chong.