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sábado, agosto 23, 2003

Matemática imprecisa 

Un hombre diferente (A man apart, Estados Unidos, 2003). Dirigida por F. Gary Gray.
Ficha técnica
ESTRENO
Puntaje: 1

Todo género cinematográfico parte de una fórmula cuasi – matemática. El así llamado género de acción desarrolló desde fines de los setentas un popular subgénero, definible como “películas de venganza”. Su fórmula (invariable a través de los años) se compone de un primer término en el cual se humaniza al héroe – policía o agente del FBI- presentándolo excesivamente cariñoso con sus seres queridos, brutal con sus enemigos e implacable a la hora de tratar con los negocios sucios. El segundo término consta del asesinato sanguinario de una persona que el héroe venera (esposa, hijo, compañero de aventuras) y desencadena el tercer término: espiral descendiente hacia la locura del héroe y búsqueda frenética de los responsables. El resultado es siempre igual: la venganza cura su dolor y el espectador festeja su triunfo.
Planteo entonces tres términos:
1) Un hombre diferente no intenta en ningún momento salirse de la fórmula y sin embargo falla rotundamente. La principal razón es que todo el mecanismo se basa en la identificación del espectador con el héroe. Ahora bien, si nuestro protagonista es un bodoque de carne, con cara de achuras y absoluta incapacidad de expresar una emoción, la identificación es improbable. Si además consideramos que se nos pide que sintamos empatía por un individuo xenófobo (ya de entrada expresa su odio hacia los mexicanos, masa indefinida en el film), homofóbico, obtuso y reaccionario, habría que plantearse si la paranoia nacionalista post 11 de Septiembre no ha ido demasiado lejos.
2) Van Damme, con sus glamorosos kicks, y Arnold, con su adorable frialdad, llevaron al subgénero a la cumbre en Corazón de León y Comando; el gorila de Diesel, carente de rasgos distintivos, es una pálida caricatura de ellos. El film es tan refrescante como un tarro de grasa y tan original como la mermelada.
3) El ya infaltable y abusivo montaje acelerado para las escenas de acción y la infinita cantidad de planos dedicados a remarcar las masculinidad de Diesel nada aportan y las supuestas innovaciones narrativas (pasado pandillero del héroe, compañero que duda en ayudar al vengador, colaboración forzada del narcotraficante encarcelado) no son más que recursos de manual efectivistas.
El resultado es una aberración fílmica y lo único que nos queda es preguntarnos si es el gusto del público el que permite la existencia de este tipo de películas. Lo mejor será resignarse: si la masa quiere sangre, sangre tendrá.
Guido Segal.

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