viernes, agosto 29, 2003
Perdiendo mi religión
Magdalene sisters. En el nombre de Dios (The Magdalene Sisters, Reino Unido/Irlanda, 2002). Dirigida por Peter Mullan. Ficha técnica
ESTRENO
Puntaje: 2
Mullan se tira contra la institución católica contando la historia de tres chicas sometidas a vivir en un convento de Magdalenas. En el film se recorren de punta a punta todas las calamidades que una mujer (y una película) pueden sufrir. Las “hermanas” soportan brutalidades de forma gratuita, que van desde la violación hasta la separación de madres e hijos. En ciertas ocasiones, lamentablemente bastante seguido, aparecen películas como esta que exceden los lugares comunes, que evidencian la falta de ideas (a veces de director, guionista, actores, etc), o al menos de un tratamiento y un rigor estético que vuelva tales producciones atractivas, aunque sea para ser utilizadas como productos de la batea ´materia prima de discusiones con fecha de vencimiento´.
Los ángeles de Charlie 2: Al limite pecaba, según sus maldicientes, en un axiomático uso del soundtrack, de la exposición exacerbada de sus tres bellezas y del videoclipismo rápido y furioso que el director McG profesa. Pero después de ver En el nombre de Dios necesité una dosis de CA2, porque aquello que se ve de negativo en los ángeles se convierte en un grotesco en el film de Mullan, por sus argucias tamaño familiar y por su odisea inglesa en el sentido más godardiano del término.
Lo evidente es travestido en planos de gigantismos metafóricos donde se muestra la maldad de una monja que formula un discurso acerca de la dignidad y la impureza, mientras cuenta el dinero ganado en base a la explotación de esas chicas, acto siguiente se cambia de foco y se toma a la cruz para finalizar en un plano lamentable. Un uso a mano armada del género dramático mal digerido con ínfulas de denuncia (sabor a Iglesia con pepitas de sociedad hipócrita) y la lapidificación de un manual llamado: ´El grado cero de la sutileza´. Lo peor es que cientos de esas sutilezas paquidérmicas infestan la película, y todo es tan cliché, tan demodé que cualquiera puede salir después de casi dos horas mas católico que nunca y sobre todo embelesado por tres ángeles que hacen de lo obvio una celebración, no una sentencia previa.
Juan Manuel Domínguez.
ESTRENO
Puntaje: 2
Mullan se tira contra la institución católica contando la historia de tres chicas sometidas a vivir en un convento de Magdalenas. En el film se recorren de punta a punta todas las calamidades que una mujer (y una película) pueden sufrir. Las “hermanas” soportan brutalidades de forma gratuita, que van desde la violación hasta la separación de madres e hijos. En ciertas ocasiones, lamentablemente bastante seguido, aparecen películas como esta que exceden los lugares comunes, que evidencian la falta de ideas (a veces de director, guionista, actores, etc), o al menos de un tratamiento y un rigor estético que vuelva tales producciones atractivas, aunque sea para ser utilizadas como productos de la batea ´materia prima de discusiones con fecha de vencimiento´.
Los ángeles de Charlie 2: Al limite pecaba, según sus maldicientes, en un axiomático uso del soundtrack, de la exposición exacerbada de sus tres bellezas y del videoclipismo rápido y furioso que el director McG profesa. Pero después de ver En el nombre de Dios necesité una dosis de CA2, porque aquello que se ve de negativo en los ángeles se convierte en un grotesco en el film de Mullan, por sus argucias tamaño familiar y por su odisea inglesa en el sentido más godardiano del término.
Lo evidente es travestido en planos de gigantismos metafóricos donde se muestra la maldad de una monja que formula un discurso acerca de la dignidad y la impureza, mientras cuenta el dinero ganado en base a la explotación de esas chicas, acto siguiente se cambia de foco y se toma a la cruz para finalizar en un plano lamentable. Un uso a mano armada del género dramático mal digerido con ínfulas de denuncia (sabor a Iglesia con pepitas de sociedad hipócrita) y la lapidificación de un manual llamado: ´El grado cero de la sutileza´. Lo peor es que cientos de esas sutilezas paquidérmicas infestan la película, y todo es tan cliché, tan demodé que cualquiera puede salir después de casi dos horas mas católico que nunca y sobre todo embelesado por tres ángeles que hacen de lo obvio una celebración, no una sentencia previa.
Juan Manuel Domínguez.