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domingo, enero 18, 2004

Devorador de nenes 

Jeepers Creepers 2 (Estados Unidos, 2003). Dirigida por Victor Salva. Con Jonathan Breck y Ray Wise.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 7. En los diarios: Martín Pérez (Página/12): 7; Diego Lerer (Clarín): 6; Diego Curubeto (Ambito Financiero): 1; Adolfo C. Martínez (La Nación): 6.

No se puede decir que esta secuela sea más de lo mismo. Tal vez lo único que emparente a Jeepers Creepers con su sucesora son las múltiples referencias cristianas y homoeróticas. Poco quedó de la obra maestra que inició la saga: no tenemos al camión BEATNGU con su bocina infernal, la capilla sixtina humana del sótano quedó en el olvido y la omnipresencia de la canción que daba nombre a la película también es cosa del pasado. Pero The Creeper sigue hambriento y después de comerse a un nenito en un maizal, le dio por atacar a un jugoso y descamisado grupo de fornidos deportistas secundarios. La lógica de ataque del Creeper es remover cada parte de los chicos que le sea necesaria, similar a la del Buffalo Bill de El silencio de los inocentes pero más puto que gay. Es decir, The Creeper tiene todo el salvajismo y carisma que le faltaba al conflictuado costurero y devora a sus jugosas víctimas. Tal vez el tropiezo más grande de esta segunda entrega se encuentre en la subtrama que nace de ese niño del que se apodera The Creeper al principio, que motiva una furiosa cacería de un padre que busca venganza. Así sale el padre a tratar de arponear con su camioneta al monstruo, como si se tratara de una versión de Tiburón rutera (la primera mitad de JC era un homenaje a Reto a muerte). Lo extraño de esa referencia clara, es que en la primera parte de JC el monstruo tenía las características asesinas del tiburón de Spielberg. Un cazador oculto que aparecía, comía y rajaba. En cambio, en esta segunda parte vemos al asesino de cerca casi todo el tiempo. El plano que definía la forma de actuar del Creeper en JC era el plano general que remitía al “hombre de la bolsa”, aquí sería uno de los primeros planos en que “hace caritas chistosas” mientras elige su próximo plato. The Creeper se volvió explícito, pero todo eso que pierde por falta de insinuación lo ganó en seducción y perversidad.
Pocas veces son interesantes los datos extra fílmicos sobre algún director como elementos resignificantes de un film. Que Truffaut haya vivido o no las desventuras del Antoine Doinel en Los 400 golpes no afecta en absoluto la dureza del film. Pero saber que Victor Salva estuvo preso por admitir haber abusado sexualmente de un nene de 12 años hace de JC una saga aún más perversa y escalofriante.
Naza Chong.

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