lunes, septiembre 08, 2003
Mi familia es un dibujo
Tres hermanas y dos novios (Zus & Zo, Holanda, 2001). Dirigida por Paula van der Oest. Ficha Técnica
ESTRENO
Puntaje: 3
En la ópera prima de Ana Katz, El juego de la Silla, la directora trabajaba sobre el conjunto de rutinas (casi todas) de una clase media en baja y de una familia que recorre aquellos espacios del día a día por medio de la exageración. La familia de aquel film parecía construida con un fibrón, sus personajes eran desarrollados a través de trazos de margen estrambótico pero que se encontraban a la vez perfectamente delineados y realizados con un cuidado, al parecer, sincero. En Tres hermanas y dos novios, la familia es tan disfuncional como la creada por Katz, pero esta family holandesa no es un juego, sino que está trazada bajo el signo de un crayón. Todo (y todos) dejan sus leves huellas de color. Desde el personaje más increíble, un chef llamado Felix Delicias, hasta las tres hermanas del título, detestables en el sentido más puro del término. Las diabólicas se ven consternadas en su egoísmo cuando Nino, el hermano gay, decide casarse con una mujer. Todo, al parecer, por la herencia del Hotel Paraíso, el único limbo donde cada uno de los integrantes desea caer. A pesar de las tonalidades que proveen una historia dispar y personajes varios, nunca se logra la conformación de rasgos concretos, como un crayón nunca logra linealidad sino un conjunto de surcos rugosos y carentes de terminación alguna. La película se divide en dos partes, una primera donde se hierven aguas destiladas hace rato como engaños, enfermedades o llantos añejos y una segunda, donde los preparativos para la boda llevan a la ebullición del mejunje anterior. La directora Paula van der Oest hace uso y abuso de sensaciones sintéticas y las convierte en cacofónicas, un multiple choice que incluye a la hermana artie, la bonachona frígida, la cornuda, el adúltero, madres iluminadas y enamorados eternos varios. Todo servido rápido, digerible y con personajes girando 180 grados en el desenlace, resoplando por el aire la leyenda-ancla de ¨nominada para el Oscar¨ palpable en todos los ángulos de cámara. Un elemento a rescatar es la secuencia de créditos finales que, si no conforma, al menos hace respetable un aspecto del film, lo hace noble pero no por ello lúcido o interesante.
Juan Manuel Domínguez.
ESTRENO
Puntaje: 3
En la ópera prima de Ana Katz, El juego de la Silla, la directora trabajaba sobre el conjunto de rutinas (casi todas) de una clase media en baja y de una familia que recorre aquellos espacios del día a día por medio de la exageración. La familia de aquel film parecía construida con un fibrón, sus personajes eran desarrollados a través de trazos de margen estrambótico pero que se encontraban a la vez perfectamente delineados y realizados con un cuidado, al parecer, sincero. En Tres hermanas y dos novios, la familia es tan disfuncional como la creada por Katz, pero esta family holandesa no es un juego, sino que está trazada bajo el signo de un crayón. Todo (y todos) dejan sus leves huellas de color. Desde el personaje más increíble, un chef llamado Felix Delicias, hasta las tres hermanas del título, detestables en el sentido más puro del término. Las diabólicas se ven consternadas en su egoísmo cuando Nino, el hermano gay, decide casarse con una mujer. Todo, al parecer, por la herencia del Hotel Paraíso, el único limbo donde cada uno de los integrantes desea caer. A pesar de las tonalidades que proveen una historia dispar y personajes varios, nunca se logra la conformación de rasgos concretos, como un crayón nunca logra linealidad sino un conjunto de surcos rugosos y carentes de terminación alguna. La película se divide en dos partes, una primera donde se hierven aguas destiladas hace rato como engaños, enfermedades o llantos añejos y una segunda, donde los preparativos para la boda llevan a la ebullición del mejunje anterior. La directora Paula van der Oest hace uso y abuso de sensaciones sintéticas y las convierte en cacofónicas, un multiple choice que incluye a la hermana artie, la bonachona frígida, la cornuda, el adúltero, madres iluminadas y enamorados eternos varios. Todo servido rápido, digerible y con personajes girando 180 grados en el desenlace, resoplando por el aire la leyenda-ancla de ¨nominada para el Oscar¨ palpable en todos los ángulos de cámara. Un elemento a rescatar es la secuencia de créditos finales que, si no conforma, al menos hace respetable un aspecto del film, lo hace noble pero no por ello lúcido o interesante.
Juan Manuel Domínguez.