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martes, octubre 07, 2003

Cruella De(Dog)vil 

Dogville (Dinamarca/Suecia, 2003). Dirigida por Lars von Trier. Con Nicole Kidman, Paul Bettany, Lauren Bacall, James Caaan, Ben Gazzara, John Hurt, Udo Kier, Chloë Sevigny, Philip Baker Hall y Harriet Anderson.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 6. En los diarios: Diego Lerer (Clarín): 6; Luciano Monteagudo (Página/12): 7; Fernando López (La Nación): 6; Marcelo Zapata (Ambito Financiero): 8.

Jean Cocteau decía que todas y cada una de las películas tenían su público, sólo había que dejarlos encontrarse. Creo que esta cita se aplica perfectamente a Dogville. Decir esto puede sonar tan pretencioso como la última película del capo del marketing del cine contemporáneo. Pero no creo que eso sea lo importante.
Dogville llama bastante la atención, y eso en sí mismo no es negativo. Su construcción es especialmente particular y se la tilda de teatral, sin embargo el director danés utiliza hasta el hartazgo recursos específicamente cinematográficos como el primer plano y el plano cenital. Y lo de la cámara en mano ya no sorprende a nadie que se haya animado a alguno de los films previos del realizador. Si bien estas decisiones tienden a considerarse mero snobismo, en manos de von Trier consuman una gran definición y crudeza en la caracterización de los personajes. No existen en Dogville escenografía ni exteriores (frustración para bazinianos) sino un simple ¿galpón? donde se demarcan las calles y viviendas de este falso pueblo con unas simples rayas pintadas en el piso. Dogville está plantado. La única diferencia entre el día y la noche son la absoluta luz o la negra oscuridad que delimitan el espacio periférico, lo externo. Hay una omnipresente voz en off que –a pesar de la pésima traducción del subtitulado– construye a la perfección todo lo ausente. Y uno se ubica en cada casa, frente a cada personaje y en cada situación olvidándose por completo de la inexistencia de esas paredes y esas puertas que son mera mímica y sonido. El cine siempre fue y será un artificio, basta sumergirse en él y sentirse abstraído de todo lo demás.
La historia es oscura, la mayoría de los personajes son intrínsecamente necios e incluso malvados, y la protagonista –Nicole Kidman como la pusilánime Grace, Gracia llegada a ese pueblo de perros– es angustiantemente impotente hasta la explosión casi mesiánica del final. Lars von Trier construye (otra vez) una trama no bella con una puesta llamativa, pero no por ello menos eficaz o válida.
Fabiana Ferraz.

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