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viernes, octubre 31, 2003

Leyenda for export 

Jinete de ballenas (Whale Rider, Nueva Zelanda/Alemania, 2002). Dirigida por Niki Caro. Con Keisha Castle-Hughes, Rawiri Paratene, Vicky Haughton y Cliff Curtis.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 2. En los diarios: Horacio Bernades (Página/12): ; Pablo 0. Scholz (Clarín): 8; Adolfo C. Martínez (La Nación): 8; Ambito Financiero: 8.

Algunas películas están hechas sin disimulo alguno para la exportación, para que los espectadores del otro lado del mundo puedan experimentar un supuesto acercamiento de culturas. En mi opinión no hay nada más alejado de eso en este caso.
Es muy difícil objetar costumbres o rasgos culturales (además de que excede absolutamente a este comentario) pero considero imposible dejar de irritarse frente a las manifestaciones totalitarias, arbitrarias y arcaicas (presentes en este film de previsible final ¿reinvindicador?) justificadas en torno a una cultura ancestralcéntrica.
La historia de Paikea (la niña protagonista de Jinete de ballenas) transita sobre dunas, vuelve y se repite, y está edulcorada hasta el extremo. La película quiere trascender esta historia de vida y retratar un cúmulo de tradiciones, de normas y de creencias de las tribus maoríes. Y es con esa ambición con la que tropieza y en la caída se vuelve un manifiesto anacrónico por donde se lo mire. La discriminación, el prejuicio y el sexismo ya no pueden justificarse ni siquiera por la distancia cultural y/o geográfica. Y mucho menos pretender que eso genere empatía. No importa la locación, ni siquiera la tradición, cuando de arbitrariedades se trata. La dignidad es un bien común. Al final, después de todo, no somos tan distintos.
Fabiana Ferraz.

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