viernes, octubre 24, 2003
El joven ojos de tinieblas
Vincent (Estados Unidos, 1982). Dirigido por Tim Burton. Con la voz de Vincent Price. Ficha técnica.
CAPRICHOS
Puntaje: 10.
Curioso fenómeno la organización dicotómica del mundo. Misterio indescifrable por qué desde los helenos a esta parte, con Saussure como estandarte, nuestros ojos describen un mundo bipolar. Tal vez sea que nuestro cerebro posee dos hemisferios, pero el verdadero arte siempre ha partido de un solo par de opuestos; el gris no es más que un invento del siglo XX.
Tim Burton es tal vez el más coherente de los directores dicotómicos. Burton ha inventado una multiplicidad de dicotomías que atraviesan su filmografía inclusive en las zonas más tenues. Vincent, genialidad condensada, es el germen más notorio del mundo de Tim y ya aquí notamos las bases de ese planeta:
a) El juego de color... o la ausencia de él. El blanco y el negro como dioses enfrentados luchan por prevalecer, herencia fabulosa del expresionismo alemán. Como el traje de Beetlejuice o el contraste entre el traje y la cara de El joven manos de tijera, el mundo de Vincent debe ser blanco y negro, el technicolor tiene la entrada vedada.
b) La oposición entre lo inocente y lo siniestro, el amor- odio entre el juego infantil y la perversión. Vincent, padre del esqueleto Jack, vive entre la vigilia iluminada y la pesadilla consciente, se hamaca entre la cándida vida de niño y la demente existencia adulta.
c) El gusto por el homenaje, el placer por la innovación. Burton no escatima destellos de amor por los monstruos de la Universal y construye su relato como una gran oda a Vincent Price, cuya cadavérica voz corroe el alma. Pero Vincent no es solamente un homenaje al mayor ícono del cine de terror; hay un delicado trabajo con la luz, elemento vivo que funciona a veces como cortina de teatro y otras como regulador de climas, logrando incluso una sensación de ascenso y descenso por los escenarios. Otro punto alto es el preciso trabajo con la resina epoxi para lograr la variabilidad de expresión del personaje.
Son muy pocos los que pueden describir toda su visión estética en apenas cinco minutos. Evidentemente, estamos en presencia de un cineasta con todas las letras.
Guido Segal.
CAPRICHOS
Puntaje: 10.
Curioso fenómeno la organización dicotómica del mundo. Misterio indescifrable por qué desde los helenos a esta parte, con Saussure como estandarte, nuestros ojos describen un mundo bipolar. Tal vez sea que nuestro cerebro posee dos hemisferios, pero el verdadero arte siempre ha partido de un solo par de opuestos; el gris no es más que un invento del siglo XX.
Tim Burton es tal vez el más coherente de los directores dicotómicos. Burton ha inventado una multiplicidad de dicotomías que atraviesan su filmografía inclusive en las zonas más tenues. Vincent, genialidad condensada, es el germen más notorio del mundo de Tim y ya aquí notamos las bases de ese planeta:
a) El juego de color... o la ausencia de él. El blanco y el negro como dioses enfrentados luchan por prevalecer, herencia fabulosa del expresionismo alemán. Como el traje de Beetlejuice o el contraste entre el traje y la cara de El joven manos de tijera, el mundo de Vincent debe ser blanco y negro, el technicolor tiene la entrada vedada.
b) La oposición entre lo inocente y lo siniestro, el amor- odio entre el juego infantil y la perversión. Vincent, padre del esqueleto Jack, vive entre la vigilia iluminada y la pesadilla consciente, se hamaca entre la cándida vida de niño y la demente existencia adulta.
c) El gusto por el homenaje, el placer por la innovación. Burton no escatima destellos de amor por los monstruos de la Universal y construye su relato como una gran oda a Vincent Price, cuya cadavérica voz corroe el alma. Pero Vincent no es solamente un homenaje al mayor ícono del cine de terror; hay un delicado trabajo con la luz, elemento vivo que funciona a veces como cortina de teatro y otras como regulador de climas, logrando incluso una sensación de ascenso y descenso por los escenarios. Otro punto alto es el preciso trabajo con la resina epoxi para lograr la variabilidad de expresión del personaje.
Son muy pocos los que pueden describir toda su visión estética en apenas cinco minutos. Evidentemente, estamos en presencia de un cineasta con todas las letras.
Guido Segal.