lunes, octubre 27, 2003
Abrecaminos
Los rubios (Argentina, 2003). Dirigido por Albertina Carri. Con Analía Couceyro. Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 10. En los diarios: Diego Lerer (Clarín): 8; Horacio Bernades (Página/12): ; Fernando López (La Nación): 8; Paraná Sendrós (Ambito Financiero): 4.
“La memoria, indispensable y portentosa, es también frágil y vulnerable. No está amenazada sólo por el olvido, su viejo enemigo, sino también por los falsos recuerdos que van invadiéndola día tras día”. Esta reflexión pertenece a Luis
Buñuel y resume la idea central de Los rubios, una de las películas más originales y radicalmente osadas que se hayan hecho en Argentina. Su directora, Albertina Carri, bucea en su memoria, en su experiencia personal como hija de desaparecidos por la última dictadura militar para lanzar al mundo un ensayo sobre la memoria y sus límites, sobre la ausencia y sus consecuencias, sobre las grietas entre distintas generaciones y sobre las posibilidades del cine para representar esas cuestiones. Temas nada menores que son abordados por Carri con un nivel intelectual altísimo que sin embargo no impide una genuina y bienvenida emoción. Especie de película-camino, Los rubios es la búsqueda de su directora por reconstruir su fragmentada memoria, inevitablemente compuesta por vagos recuerdos y por presunciones ajenas. Los recuerdos que tiene Carri son pocos y difusos, y no sabe si son de ellas o si los inventó o si son versiones de sus hermanas. De la misma manera, los testimonios de la gente que conoció a sus padres serán siempre incompletos, ya que además de haber sido deteriorados por el paso del tiempo, están atados a una mirada generacional particular que busca reivindicar su militancia y su lucha. Pero no es eso lo que busca Carri; ella necesita hablar desde su posición personal (que seguro es también la de muchos otros), la de una nena de 3 años a la que inexplicablemente le impidieron tener una infancia normal y que fue obligada a reemplazar una ausencia irremediable por fantasías propias y ajenas (a esto remiten las excelentes secuencias protagonizadas por muñequitos Playmovil). Y si Los rubios puede verse como una película-camino es también porque más allá de ser una obra acabada, muestra cómo su directora fue encontrando “su película” mientras la iba realizando. Mezclando partes documentales con otras de ficción (igual que la memoria), Carri se muestra filmando, dando indicaciones a la actriz que hace de Albertina Carri, compartiendo charlas con su equipo y descubriendo, poco a poco, cuál debe ser la película. Finalmente, luego de recorrer su película-camino, Albertina Carri encontrará un destino en el que la espera una nueva familia compuesta por el equipo de filmación, demostrando que la búsqueda no fue en vano y que para poder mirar al pasado y recomponerse de sus heridas es necesario pararse con seguridad en el presente y mirar hacia el futuro.
Sebastián Núñez.
ESTRENO
Puntaje: 10. En los diarios: Diego Lerer (Clarín): 8; Horacio Bernades (Página/12): ; Fernando López (La Nación): 8; Paraná Sendrós (Ambito Financiero): 4.
“La memoria, indispensable y portentosa, es también frágil y vulnerable. No está amenazada sólo por el olvido, su viejo enemigo, sino también por los falsos recuerdos que van invadiéndola día tras día”. Esta reflexión pertenece a Luis
Buñuel y resume la idea central de Los rubios, una de las películas más originales y radicalmente osadas que se hayan hecho en Argentina. Su directora, Albertina Carri, bucea en su memoria, en su experiencia personal como hija de desaparecidos por la última dictadura militar para lanzar al mundo un ensayo sobre la memoria y sus límites, sobre la ausencia y sus consecuencias, sobre las grietas entre distintas generaciones y sobre las posibilidades del cine para representar esas cuestiones. Temas nada menores que son abordados por Carri con un nivel intelectual altísimo que sin embargo no impide una genuina y bienvenida emoción. Especie de película-camino, Los rubios es la búsqueda de su directora por reconstruir su fragmentada memoria, inevitablemente compuesta por vagos recuerdos y por presunciones ajenas. Los recuerdos que tiene Carri son pocos y difusos, y no sabe si son de ellas o si los inventó o si son versiones de sus hermanas. De la misma manera, los testimonios de la gente que conoció a sus padres serán siempre incompletos, ya que además de haber sido deteriorados por el paso del tiempo, están atados a una mirada generacional particular que busca reivindicar su militancia y su lucha. Pero no es eso lo que busca Carri; ella necesita hablar desde su posición personal (que seguro es también la de muchos otros), la de una nena de 3 años a la que inexplicablemente le impidieron tener una infancia normal y que fue obligada a reemplazar una ausencia irremediable por fantasías propias y ajenas (a esto remiten las excelentes secuencias protagonizadas por muñequitos Playmovil). Y si Los rubios puede verse como una película-camino es también porque más allá de ser una obra acabada, muestra cómo su directora fue encontrando “su película” mientras la iba realizando. Mezclando partes documentales con otras de ficción (igual que la memoria), Carri se muestra filmando, dando indicaciones a la actriz que hace de Albertina Carri, compartiendo charlas con su equipo y descubriendo, poco a poco, cuál debe ser la película. Finalmente, luego de recorrer su película-camino, Albertina Carri encontrará un destino en el que la espera una nueva familia compuesta por el equipo de filmación, demostrando que la búsqueda no fue en vano y que para poder mirar al pasado y recomponerse de sus heridas es necesario pararse con seguridad en el presente y mirar hacia el futuro.
Sebastián Núñez.