miércoles, noviembre 26, 2003
El retorno del rey
Kill Bill, Vol. 1 Original Soundtrack. Productores ejecutivos: Quentin Tarantino y Lawrence Bender. Maverick. Ficha Técnica.
DISCOS
Puntaje: 10
¿Hay alguno de nosotros que nunca se haya abandonado en una banda sonora tarantinesca? Así lo creí. Ahora a la lista de bandas de sonidos que escuchamos todos debemos anexar este amor amarillo que es el soundtrack de Kill Bill Vol.1. Aquí Quentin vuelve a usar su traje favorito: el de un frenético colonizador de paraísos musicales huérfanos, de conquistador de islotes-melodías que transforman canción en un adjetivo. En Kill Bill Vol. 1, Tarantino bate y para colmo de Bond mezcla sin tapujos sus fulgores con radicales bagatelas que evolucionan en olas expansivas cinéticas y agrega como novedad canciones de films ajenos. Logra una textura, similar a lo sucedido con el soul en Jackie Brown, gracias a pasear genéricamente por las melodías con mas libertad que en el film.
Kill Bill abre con un nirvana que en loop sería lo mas parecido al Edén en tierra: Bang Bang (My baby shot me down) en la versión de ese diamante con forma de voz que es Nancy Sinatra. Rápidamente se nos permite disfrutar a un Charlie Feathers tan clásico como siempre y a centímetros de los substanciales acordes del difunto Jonnhy Cash. Luego se nos acuartela en esos ponientes de spaghetti western a lomo de un Bacalov, siempre gigantón, siempre hipnotizante, siempre belleza, en esta ocasión con el main theme de Il grande duello. Después linkeamos a un Bernad Herrmann undercover, totalmente recubierto de Oriente hasta sus silbidos. Quentin saca sus cachiporrazos melodiosos al estilo del videogame Street Fighter: una trompada de vientos catódicos directa a la cara, la canción de Green Hornet que se reafirma como zumbido exacerbado, fastidiado e indispensable; el puñetazo al estomago con la guitarras de Tomoyasu Hotei en un tema (el del trailer) que se pierde en acordes ochentosos que podrían ser algún film de Charles Bronson (en realidad son dedicados a Fukasaku, oops); la patada al centro propinada en un grasoso disco, baby, disco Gipsykingeano de Santa Esmeralda; el puntapié a los tobillos que nos postra ante un estereotipo musical propinado por Zamfir, tan rectángulo como inmune y por último el salto de diez metros, la felicidad en tres chicas japonesas que tiñéndose de Beach Boys solo gritan ¨Whoo Hoo¨ y eso es todo lo que necesitamos.
Por supuesto están los diálogos taratinescos, un par de deltas que reflotan: Meiko Kaji (actriz oriental), Isaac Hayes (el querido Chef de South Park) y el único tema-anillo original del film compuesto por RZA. Y lo mejor es que todavía nos falta el soundtrack del Vol. 2, más de nuestra droga favorita.
Juan Manuel Dominguez.
DISCOS
Puntaje: 10
¿Hay alguno de nosotros que nunca se haya abandonado en una banda sonora tarantinesca? Así lo creí. Ahora a la lista de bandas de sonidos que escuchamos todos debemos anexar este amor amarillo que es el soundtrack de Kill Bill Vol.1. Aquí Quentin vuelve a usar su traje favorito: el de un frenético colonizador de paraísos musicales huérfanos, de conquistador de islotes-melodías que transforman canción en un adjetivo. En Kill Bill Vol. 1, Tarantino bate y para colmo de Bond mezcla sin tapujos sus fulgores con radicales bagatelas que evolucionan en olas expansivas cinéticas y agrega como novedad canciones de films ajenos. Logra una textura, similar a lo sucedido con el soul en Jackie Brown, gracias a pasear genéricamente por las melodías con mas libertad que en el film.
Kill Bill abre con un nirvana que en loop sería lo mas parecido al Edén en tierra: Bang Bang (My baby shot me down) en la versión de ese diamante con forma de voz que es Nancy Sinatra. Rápidamente se nos permite disfrutar a un Charlie Feathers tan clásico como siempre y a centímetros de los substanciales acordes del difunto Jonnhy Cash. Luego se nos acuartela en esos ponientes de spaghetti western a lomo de un Bacalov, siempre gigantón, siempre hipnotizante, siempre belleza, en esta ocasión con el main theme de Il grande duello. Después linkeamos a un Bernad Herrmann undercover, totalmente recubierto de Oriente hasta sus silbidos. Quentin saca sus cachiporrazos melodiosos al estilo del videogame Street Fighter: una trompada de vientos catódicos directa a la cara, la canción de Green Hornet que se reafirma como zumbido exacerbado, fastidiado e indispensable; el puñetazo al estomago con la guitarras de Tomoyasu Hotei en un tema (el del trailer) que se pierde en acordes ochentosos que podrían ser algún film de Charles Bronson (en realidad son dedicados a Fukasaku, oops); la patada al centro propinada en un grasoso disco, baby, disco Gipsykingeano de Santa Esmeralda; el puntapié a los tobillos que nos postra ante un estereotipo musical propinado por Zamfir, tan rectángulo como inmune y por último el salto de diez metros, la felicidad en tres chicas japonesas que tiñéndose de Beach Boys solo gritan ¨Whoo Hoo¨ y eso es todo lo que necesitamos.
Por supuesto están los diálogos taratinescos, un par de deltas que reflotan: Meiko Kaji (actriz oriental), Isaac Hayes (el querido Chef de South Park) y el único tema-anillo original del film compuesto por RZA. Y lo mejor es que todavía nos falta el soundtrack del Vol. 2, más de nuestra droga favorita.
Juan Manuel Dominguez.