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martes, octubre 26, 2004

Lejos del paraíso 

El cielito (Argentina / Francia, 2004). Dirigida por María Victoria Menis. Con Leonardo Ramírez, Mónica Lairana, Darío Levy, Rodrigo Silva.
ESTRENO
Puntaje: 5

El cielito es una mermelada (y no "una manteca" que cambiaría drásticamente la connotación untable). Uno de esos dulces frutales que prepara Mercedes (Mónica Lairana) en su para nada celestial chacra litoraleña. Nadie duda de la nobleza de sus intenciones -no es poco en esa góndola plagada de artículos vencidos que es el cine vernáculo- ni de la frescura de sus ingredientes. Por suerte, El cielito carece de cinismo y le hace ahorrar al espectador los momentos empalagosos del cada vez más frecuente costumbrismo mal entendido. Sin embargo, la película oscila, como postre casero que es, entre la simpleza del producto autóctono y la obviedad encandilante de uno for export. Su reciente participación en la competencia oficial del Festival de San Sebastián hizo que varias críticas de afuera vieran en ella una cualidad documental (eso de mostrar, por medio del personaje del bebé Chango, la orfandad y la desprotección en la que vive la población argentina) que es lo menos interesante que tiene. Justamente, la película falla cuando se torna machacona (algún cartel que reza "Primero los niños", Félix se come un Palito de la Selva). Pero en los momentos en que la directora decide explorar la relación entre el protagonista y el bebé y el tedio de la vida en el campo, es cuando destila todo el encanto de lo agridulce. A veces cruda, con altibajos, El cielito parece una mezcla a la que le faltó más tiempo de maceración pero que no deja de descolocar ni de invitar al degustador osado que se anime a probarla.
Agustina Larrea.

domingo, octubre 24, 2004

Una triste comparación y sendas razones personales 

Sobre Guido y El amor (primera parte).
ESTRENO
Puntaje: 8

Recientemente tuve la oportunidad - o el desatino, como se prefiera - de rever De cómo Bukowski, una de las vedettes de la nueva serie de cortometrajes que produce la FUC año tras año. El corto en cuestión es prolijo, juega con las variantes del claroscuro que el blanco y negro le permite y está adecuadamente montado. Sin embargo, está recubierto de un tono socarrón y altamente molesto, se regodea en una ambigüedad absolutamente banal con frases del estilo "Bukowski podría vivir solo o residir aún con sus padres" - como si dejar las cosas arbitrariamente en duda fuera más "autoral" - y tiene la necesidad de mostrarnos todo el tiempo que el responsable de la realización es una persona inteligente (más que nosotros) y culta, evidente esto último en la cita al escritor en el título, en la referencia sociológica y sus teorías y en un inaceptable plano donde todos los personajes miran a cámara, analizando irónicamente un retrao en cuyo centro está el espectador.
El comienzo de El amor (primera parte) me remitió inmediatamente a Bukowski. Otra vez el tono soberbio e irónicamente distanciado, me dije, otra vez esa especie de estudio entomológico y ridículamente preciso, pensé, basta de realizadores que se burlan o se distancian de lo que narran. Debo admitir, sin embargo (y que no digan después que los críticos no admitimos nuestros errores) que poco a poco la película me demostró que es otra cosa. Que sus cuatro realizadores y su productor estrella, ese cabrón inteligente y extravagante llamado Mariano Llinás, se comprometieron con el proyecto y no sólo lograron una película compacta y fluída, sino que además se preocuparon por darle una estética y una forma definida, problemas frecuentes en el cine argentino. Reconozco que los carteles godardianos y las precisiones de día y hora tan rohmmerianos me molestaron y que la animación sobre reacciones fisiológicas y emociones me pareció un recurso vacío y gastado.
Pero, como bien resaltaron ya mis colegas, la película se gana un público a partir de su simpleza, de su apabullante capacidad para observar rituales, costumbres y colisiones que todos creemos propias, pero son en realidad válidas para toda la humanidad. Sin vueltas, lo tengo que decir: si la película me parece más que un buen pasatiempo es por razones estrictamente autobiográficas y asumo que todo espectador coincide conmigo. Porque yo también tuve una primera cita en la que fui al teatro y no presté ni medio de atención en las tres horas de función, mirándola callado y anhelando un beso. Yo también tuve un par de meses en los que creí que nada podía salir mal, donde no me concentraba en el estudio, donde tenía que levantar el teléfono cada quince minutos para decir la estupidez más grande del planeta. Yo también me sentí pasivo ante los silencios de muerte y acepté resignado el final, ese que creí que nunca llegaría. Y para colmo Cecilia, igual que Sofía, cumple años el 22 de Noviembre.
El amor (primera parte) acaba siendo una película adorable, inteligente y, por sobre todas las cosas, cuidada. No es snob, no es críptica, no busca dejar afuera a nadie pero a la vez cuida la imagen, trabaja las capas del video digital en simpáticos efectos y establece un entramado sonoro más que interesante (otro mal del cine argentino, donde no sólo no hay un diseñador sonoro, sino que no se escuchan los diálogos). Es una de esas películas que, sin ser perfectas (pero, otra vez, quién pidió perfeccción) hace que el mundo luego de verla parezca un lugar mejor, o menos triste, o más esperanzador. No sé para ustedes, pero para mí ya es mucho decir.
Guido Segal.

miércoles, octubre 20, 2004

Lecciones de fascismo con estética demodé 

Mosca y Smith (2004, Telefé). Dirigido por Diego Kaplan, con idea y realización general de Ramiro Agulla y Carlos Bacetti. Con Fabián Vena y Pablo Rago.
TV
Puntaje: 2

Los afiches callejeros, teñidos de esa gama de rojo tan supuestamente retro, llamaban al menos la atención. Las dos caras protagónicas, actores entrañables y de respetable trayectoria, también representaban un aliciente. Claro que, como contrapartida, teníamos al logo de Telefé, emblema del menemismo, de la degeneración, del lavado de cerebro televisivo, de la perversión encubierta y de todo eso que odiamos los hombres de bien y anhelamos ver morir algún día (incluyo en el paquete a la revista Gente, a Pancho Dotto y a Barrionuevo). Los nombres de Agulla y Bacetti, prototipos del banana argentino y propagadores de esa clase de publicidad insulsa y socarronamente intragable, basada en sarcasmo fallido y sinsentido barato -mal copiado de Cha Cha Cha- tampoco ayudaban. Era cuestión de prender la tele.
Hay que reconocer que la serie tiene una lograda estética retro, sobre todo desde la iluminación. Pero ahí se detienen los logros. Porque la puesta en escena es subtelevisiva, toscamente publicitaria; planos funcionales, abuso de angulares y ni un sólo zoom brusco, fundamental si vamos a parodiar a Starsky y Hutch en versión local (recomiendo, para entender la idea con un contraejemplo, ver la formidable película protagonizada por el dúo Stiller - Wilson bajo las órdenes de Todd Phillips).
Pero lo más desagradable de Mosca y Smith no está en su realización, sino en su pensamiento retrógrado, en su crasa generalización de las comunidades étnicas y en la bajeza (tanto moral como creativa) de sus gags. Si la idea, retomando a otro ícono de los setentas, era imitar a la imagen fascista y reaccionaria de Harry el Sucio, quien "no discriminaba porque odiaba a todos por igual", otra vez los muchachitos publicitarios erraron el concepto. Había una tremenda ironía detrás del personaje de Eastwood: Don Siegel establecía una distancia de él y no dejaba de dotarlo, cada tanto, de un gesto tierno que lo obligaba a contradecirse. Es fundamental entender que no es lo mismo burlarse de los prejuicios sociales que llevarlos a la apoteosis. Porque, vamos a aclarar, llamar a los coreanos "chinos" todo el tiempo, obligar a uno de ellos a que sólo entienda el español cuando se le habla con la letra L, hacer que los judíos sean avaros y hablen con acento exagerado, dar a entender que todos los peruanos son indocumentados, etc., no es reírse con las comunidades sino de ellas. Es xenofobia encubierta por comicidad, lo cual hace aún más grave el gesto de los realizadores.
Vena y Rago llevan adelante el guión que les tocó y Kaplan, un tipo que hasta ahora se mostró inteligente y personal, brilla por su transparencia. Concedo que recién va un capítulo, pero no cometamos el grosero error de confundir la realización en broma con la ligereza narrativa, estructural e ideológica. No vaya a ser que después nos vuelvan a insistir que eso de que se está proponiendo una nueva televisión, cuando la evidencia muestra que la mierda es la misma pero lo que cambió es el olor.
Guido Segal.

martes, octubre 19, 2004

Wouldn't you miss me at all? (IV) 

Todo empezó
acá, después siguió esto, más tarde esto otro fue inevitable y ahora es imposible de poner un freno a los exabruptos

Estrenos del 30 de septiembre:
Familia rodante (Pablo Trapero). Puntaje: 7. Se nota que Trapero tiene cada vez más ideas de puesta en escena y que cada vez es mejor director. Igual es un personaje que veo cada vez menos interesante. Es notoria la habilidad para no caer en el costumbrismo en una película así. Cuando aparece Esquerro la película levanta mucho, cuando aparece el pelado ese rosarino, cae en picada. El plano sostenido del final está entre los finales más lindos del año.
Caterina en Roma (Caterina va in città, Paolo Virzi). Puntaje: 4. Las películas que oponen campo y ciudad son medio molestas. Las que lo hacen explícitamente todo el tiempo son insufribles. En las que el campo representa el bien, son intolerablemente retardadas. Caterina es una de ellas y no quiero seguir con la parte de comunistas y fachos porque estaba disfrutando esto de escribir pocas líneas contando los finales y no quiero amargarme. El pelotudo del padre se va en motoneta porque se entera que le meten los cuernos, todos son felices y Caterina se despide cuando se va de vacaciones de su amor que se va a vivir a Australia. Qué embole.
Un mundo menos peor (alejandro Agresti). Puntaje: 3. Por si no alcanzaba con Caterina... Esta mirada conciliatoria de Agresti con el pasado es inaceptable. Por lo menos está un punto por encima de Valentín al no utilizar a un nenito para bajar línea. Ojo, que acá está simpaticón, el mocoso
La supremacía de Bourne (The Bourne Supremacy, Peter Greengrass). Puntaje: 6. Por lo menos la carrera de Matt Damon no va para el mismo lado que la de Affleck. Identidad desconocida, la anterior, era una de espionaje; ésta, de venganza. Bajaron a Franka Potente y todos van a pagar por eso. Eso sí, se mantiene lejos de los cablecitos y los CGI para las luchitas. Nada de hacer mula.

Estrenos del 7 de octubre:
El espanta tiburones (Shark Tale, Bibo Bergeron, Vicky Jenson y Rob Letterman). Puntaje: 4. Una para que los grandes vayan acompañados por los niños, ponele. Mejor no. Aburrimiento para todos en una infinidad de citas pop (basta de pensar lo pop como cualidad inherente positiva) con una historia de un tiburón que además de puto, vegetariano. Uh, esa era la metáfora de la película, perdón. Vegetariano y reprimido entonces. La cuestión que eso de meter chistes "para grandes" a lo pavote la hace insoportable. Ah, ¿por qué cuatro puntos y no dos? En la privada la pasaron subtitulada, calenchu.
Mátame suavemente (Killing Me Softly, Kaige Chen). Puntaje: 3. Hablando de porquerías... Un thriller erótico que pasan hace rato ya en tele. Confirmo que el traje de Gatúbela de Batman vuelve es aplicable a los patines de Boogie Nights. Cualquiera se ve bien en ellos. Heather Graham es insufrible y pocas veces la pantalla gigante ha visto un idiota del tamaño del hermano de Ralph Fiennes. La previsible asesina Natascha McElhone es la única que no se desnuda (apa, en esta oración parece haber una lectura más interesante que toda la película. Tal vez no) y responsable exclusiva de los tres puntitos que figuran en negrita más arriba.
Exorcista: el comienzo (Exorcist: The beginning, Renny Harlin). Puntaje: 5. Todos imaginamos que la decente va a ser la versión que rebotó el estudio (la hizo Paul Schrader y la editan con el dvd, si es que hay alguien que se anime a comprar este dvd). En esta no pasa nada: un par de referencias a la primera entrega para codearse con el de al lado y hacer un guiño cómplice tan idiota como los de la película. El intento de emular los sonidos iterativos y ciertos climas agobiantes de la versión original son lo más interesante. La verdad es que por momentos se deja ver y no es la porquería que todos esperábamos.
Deuda (Jorge Lanata y Andrés Schaer). Puntaje: 5. Jorge Lanata hizo lo impensado. Se cagó en las comparaciones con Moore e hizo una película decente. Sí, es un tema difícil, hay simplificaciones y es muy, pero muy televisivo (lo que es malo para algunas pretensiones). Un debut al menos interesante. En Patagonik se deben querer matar.
Primavera, las demás estaciones y otra vez primavera (un nombre igual de largo pero en coreano, así que ni en pedo, mejor buscá en imdb. Kim Ki-Duk). Puntaje: 8. La casita flotante en el laguito al lado de la montaña es tan imponente que si la cámara se quedaba quieta durante una hora y pico sin que aparezca nada ni nadie podríamos hablar de una obra maestra. Una historia budista llena de metáforas que son una carga (oops!) logra alejarla del status de obra maestra, pero hay que reconocer que no la caga tanto. este no es el Kim Ki-Duk que pide la gente, está clarísimo, pero es el que llegó y eso ya es motivo de festejo.
Próxima salida (Nicolás Tuozzo). Puntaje: 2. Una de esas en las que al escribir se exagera por la indignación. Pero no estamos acá como para hacernos cargo de Adrian Martin y sus críticos ofendidos, sino para gritar el disgusto que provocó Próxima salida. ¿Por qué? Para empezar, "actúa" Ulises Dumont y eso es malo (revisar las recientes La mina y Un mundo menos peor para más datos). Imita todos los lugares comunes del cine indie americano o, lo que es aún peor, el cine indie importado que consumen los americanos. Ni vale la pena que cuente el final de lo previsible que es que una tragedia una todas las historias. Una que me hace disfrutar de mi falta de memoria.
El amor (primera parte). (Alejandro Fadel, Martín Máuregui, Santiago Mitre y Juan Schnitman). Puntaje: 10. ¿Es perfecta? Ni a palos, o mejor dicho espero que no lo sea. Podría decir "como el amor", pero no soy tan pelotudo y estoy cansado de toda la movida de El amor (primera persona). El amor (primera parte) no es buena porque habla del amor. Es buena más allá del amor. De hecho es más que el amor, es una película política, que prueba y pide otra manera de hacer cine. No se trata sólo de una peliculita hecha con cariño (perdón, amor) y pocos recursos. Llinás parece ser el tipo que más cosas tiene para decir de todo el cine argentino
Naza Chong.

jueves, octubre 14, 2004

Wouldn't you miss me at all? (III) 

La continuación de los posteos caprichosos e irracionales que, esta vez, empezaron
acá y siguieron acá.

Estrenos del 16 de septiembre
A todo o nada (All or Nothing, Mike Leigh). Puntaje: 9. Nunca me banqué a Leigh. Si tendría que votar cuál me parece la peor película de la historia diría Life is Sweat. Pero no sé si será que miro las cosas con ojos distintos o si el tipo este le encontró la vuelta. Si te olvidás de la borracha, todo calza perfecto. Lo bueno es que la película es quien se olvida de la borracha, y de todos los segundones, para centrarse sólo en una familia. Amaga con resolverlo mal al meter 10 primeros planos seguidos, pero ahí nomás repunta y salva el final de una película dura, pero que nunca pierde el sentido del humor.
Alien vs Depredador (Paul W.S. Anderson). Puntaje: 4. Hasta que pelean los monstruitos es un embole. Vinelliada de aquellas en toda esa primera parte. Y las luchitas tampoco son gran cosa. En realidad nunca me interesaron ninguno de los dos bichitos esos, por ahí es mi culpa. No creo.
Padre e hijos (Père et fils, Michel Boujenah). Puntaje: 1. Basta de padres, en serio. El padre nunca estuvo enfermo, ve las ballenitas esas de mierda y encima se queda tranquilo porque se da cuenta de que el hijo no era puto.
Tacholas, un actor galaico porteño (José Santiso). Puntaje: 5. Hay que estar trastornado para hacer un documental sobre Tacholas, pero hay que admitir que es una gran idea. Algunos buenos testimonios, un rejunte de alguna que otra escena interesante de archivo y un montón de inserts del director totalmente inexplicables.
Trelew (Mariana Arruti). Puntaje: 9. Un documental marcado por la ficción. La idea de suspenso cinematográfica es omnipresente. Si hay alguien que desconoce los hechos de la masacre de Trelew y ve el documental, no va a poder evitar pensar que fue todo una reconstrucción ficcional. Con un archivo impresionante, y no por eso más valioso que las declaraciones nuevas. Una película imperdible.

Estrenos del 23 de septiembre
Chicas pesadas (Mean Girls, Mark S. Waters). Puntaje: 8. Por encima de la anterior de Waters, Un viernes de locos y de Legalmente rubia, llega una película con la fuerza necesaria para competir en la liga de Ni idea, Dulces y peligrosas y La elección (aunque pierda con casi todas). Una mirada antropológica sobre las distintas tribus de un secundario. Por supuesto que es mucho mejor de lo que suena la oración anterior. La dupla Mark Waters - Linsay Lohan parece que va a dar que hablar. Btw: Picardías estudiantiles es la comedia de secundario más sobrevalorada de la historia.
El perro (Le chien, Carlos Sorín). Puntaje: 5. Sorín es un grasa. Por ese te mete música todo el tiempo donde puede. Encima te lo refuerza con unos primeros planos que meten miedo. Pero esta historia se deja llevar muchísimo mejor que las mínimas de su película anterior. Villegas en persona debe ser un plomo insoportable, pero hay que reconocer que en la película funciona. Lo mismo se puede decir de los perros.
La ciudad está tranquila (La ville est tranquille, Robert Guédiguian). Puntaje: 6. Tarde y en video llega una película que avisaba sobre el avance de la extrema derecha y la xenofobia en la clase obrera francesa. Chocolate por la noticia decís ahora, pero andá a saber si parecía tan obvio hace tres años y medio cuando se estreno en fílmico en Francia. nunca lo sabremos. Y yo no pago ni a palazos una entrada para estas proyecciones.
Gatúbela (Catwoman, Pitof). Puntaje: 3. Pitof es un incompetente. Intentó un buen truquito, el de darle estética felina a la pelicula, pero no salió e igual se hizo el bobo y le dio para adelante. Halle Berry está menos insoportable que de costumbre. Sharon Stone, no.
Mi vecino el asesino 2. (The Whole Ten Yards, Howard Deutch). Puntaje: 2. Chandler sigue reafirmando que es un boludo que no sabe hacer otra cosa. Bruce Willis parece querer ocultar su supuesto buen timing para la comedia. Kevin Pollack demuestra que uede ser insoportable sin que se lo reconozca. El director de Pretty in Pink y Los suplentes no podía caer más bajo.
Naza Chong.

lunes, octubre 11, 2004

A mí me gustan las de amor 

sobre Juan P., algunos discos y El amor (primera parte)
CAPRICHO

I. En este momento hay dos discos que estoy escuchando todo el tiempo, que no me canso de poner en repeat, que siempre están en mi compactera/playlist. Estos discos son el por fin terminado Smile de Brian Wilson y American Idiot, la nueva obra maestra de los olímpicamente menospreciados chicos de Green Day. Ambos son discos conceptuales, con todo el prejuicio que pueda generar dicho término, pero despojados de todo el aburrimiento y la pretención a la que nos tienen acostumbrados grupos como Yes y Pink Floyd. Me emocionan mucho, aunque ninguno de los dos contenga canciones "de amor" -el de Green Day es un álbum "de protesta" y el de Wilson es "vaya-uno-a-saber-de-qué-porque-las-letras-de-Van-Dyke-Parks-no-se-entienden-un-carajo" (¿me explican qué cazzo quiere decir "Child is the father of the man"?)-. Pero las canciones de ambos discos están hechas de lo que están hechas las mejores canciones de amor. Esto es: hermosas melodías y puentes olímpicos y urgencia pop y armonías vocales y "lalala's" y "woooo's" por doquier. Cada año hay uno o dos discos que me provocan eso -se me ocurren, así, al pasar, el Pinkerton y el Green Album de Weezer, el Want One de Rufus Wainwright, los dos útimos de Fountains of Wayne y alguna canción aislada como Un osito de peluche de Taiwán de los Decadentes o Happy Together en versión Danny Chung (la que aparece en la peli de Wong)-, que me pegan como pocos, y a los que me hago adicto.
II. Con algunas películas me pasa lo mismo. Me ocurrió con la saga de Antoine Doinel, con Chasing Amy, con High Fidelity, con Moulin Rouge, con Punch-Drunk Love, y ahora se sumó El amor (primera parte). Todas ellas son películas "de amor", pero no "de amor" como Realmente amor es "de amor" sino realmente "de amor", como las buenas canciones "de amor", películas que emocionan pero con armas nobles y sin ningún tipo de manipulación barata.
III. Todos estos discos y canciones y películas son viscerales, desbordados, ambiciosos y obsesivos. Apuntan directo al corazón y no le temen absolutamente a nada. Y yo caigo en su hechizo y las veo y los escucho una y otra vez, porque me revitalizan, me hacen sentir que el mundo es un lugar un poquito mejor. Todo esto puede sonar a "puto sensible", pero es lo que soy y me hago cargo, como estas películas y discos y canciones se hacen cargo de lo que son y no le temen al ridículo.
IV. Amo, adoro, me desvivo por El amor (primera parte). Es una película que me agarró desde la primera vez que la ví y no me soltó jamás. No sé si es una obra maestra, no se si es perfecta, pero en mi cabeza es ambas cosas. Porque cuenta una historia de amor que son todas las grandes historias de amor amalgamadas en una, porque se ríe soberanamente de la idea del amor como algo científicamente explicable, cuando todos sabemos que el amor es uno de las cosas más misteriosas e inexplicables que existen, porque nos dice que cuando se termina el amor lo que queda son los recuerdos de aquellos hermosos momentos que uno pasa estando enamorado, porque hay algo en esta peli que me gusta, que me gusta y se llevó mi corazón, porque cuando la veo me hipnotiza, me desarma, y de mí no queda nada, me derrito como un hielo al sol, porque El amor... es una cosa esplendorosa, El amor... nos eleva ahí donde pertenecemos, todo lo que necesitamos es El amor...
V. Sí, ya sé, me fui a la mierda. Si antes decía que quedaba como puto sensible a esta altura llegué al status de reina de la primavera. Sepan disculpar, es que este tipo de películas me genera esto, y nunca se me ocurrió escribirlo.
VI. Me queda agradecer a todos los que tuvieron algo que ver con la gestación -¿hay palabra más fea que esa?- de El amor (primera parte) y recomendar a quienes no la vieron que lo hagan ahora, ya mismo, con la esperanza de que tal vez, en una de esas, les ocurra lo mismo que me ocurrió a mí.
Juan P. Martínez.

sábado, octubre 09, 2004

Algunos quieren llenar el mundo de tontas canciones de amor... 

El amor (primera parte) (Argentina, 2004). Dirigida por Alejandro Fadel, Martín Máuregui, Santiago Mitre y Juan Schnitman. Con Leonora Balcarce y Luciano Cáceres.
ESTRENO
Puntaje: 10.

...¿y cuál es el problema?, se preguntaba Paul, aunque después, en la misma tonta canción de amor, también decía que el amor no llega en un minuto, cosa que las cuatro cabezas (¡basta con lo de "ocho manos", por favorrr!) detrás de El amor (primera parte), inteligente comedia romántica si las hay, vienen a desmentir de entrada nomás, cronometrando la hora y el minuto exactos en que Pedro y Sofía se enamoran, con una (irónica) vocación cientifista que recién dejarán un poco de lado cuando lo mejor del amor (¿y qué será lo mejor del amor?) haya pasado, cuando Pedro y Sofía estén por dejar de ser Pedro y Sofía, y hayamos reído, sufrido y entendido con ellos, como parecen haber entendido estos cuatro chicos a los que, como se sigan portando así y regalándonos la película argentina del año (que para el INCAA no es ni película ni argentina, aunque ésa es otra historia y merece ser contada en otra ocasión) habrá que dejar de llamar chicos; hayamos entendido, decía, que nadie tiene nada para decir del Amor, ni en canciones ni en películas, y que, un poco palindrómicamente, nos gustan tanto las canciones y las películas de amor porque no dicen nada de nadie, o mejor, como aclaraba Llinás el otro día: son pura forma. Todo este tirón barroco -a propósito de una película en la que el barroquismo es sistema y sirve, entre otras cosas, para hacer imperceptibles las transiciones Fadel / Mauregui / Mitre / Schnitman- para decir que El amor (primera parte) es y no puede ser otra cosa que, lo dicho, pura forma, un montón de maneras -en lenguaje cinematográfico: videoclips, animación, fotonovelas, etc. - de no contar más que trivialidades sobre Pedro y Sofía, las mismas trivialidades que los de veintitantos vivimos de vez en cuando, cuando por un reordenamiento cósmico perfectamente azaroso, creemos de a dos que el mundo fue construido sólo para nosotros, que somos el centro de toda geografía, que el sol brilla más y las flores florecen y las cosas se visten de sentido a nuestro paso, y queremos que el mundo se llene de canciones tontas y de comedias inteligentes.
Agustín Masaedo.

viernes, octubre 08, 2004

Wouldn't you miss me at all? (II) 

La continuación del posteo caprichoso que empezó
acá.

Estrenos del 26 de agosto
Hellboy (Guillermo del Toro). Puintaje: 7. Las historias de amor entre freaks le pueden a cualquiera, hay que admitirlo. Encima hay luchitas en el medio. Es medio subrayado eso de que malo no se nace, sino que se hace al sacar bien buenito a un diablito creado por los nazis, pero criado por científicos. Pero fuera de sobreinterpretaciones, un tipo que se lima los cuernos, fuma todo el tiempo y tiene levante a pesar de parecerse a Ron Perlman es alguien a respetar.
Nathalie X (Nathalie..., Anne Fontaine). Puntaje: 5. Res non verba decía la campera de gimnasia de mi colegio. Frase idiota si las había para un secundario y que odié a lo largo de esos tres años. Esta película es bien verba non res, todo es palabra, se caga en los hechos. Está bien que es por una trampa tonta y predecible del guión, pero se sostiene igual a lo largo de la película. Se trata de la relación entre ellas, no de una película artie de estafas, en las que importa si es todo verdad o mentira. Además acá ya se nota que era todo mentira (upa, lo hice de nuevo ponele).
Las reglas de la seducción (Laws of Atraction, Peter Howitt). Puntaje: 4. En esta supuesta comedia romántica no hay seducción, atracción y mucho menos comedia o romance. Una película rígida y tal vez sea por eso que del título sólo se mantengan reglas. El tema es que Moore y Brosnam no pegan ni con cola y eso se nota y molesta. Nada peor que una comedia romántica intrascendente.
Hombre en llamas (Man on fire, Tony Scott). Puntaje: 7. Disfrutablemente facho (no como Ridley, su hermano no disfrutable) vuelve uno de los más grandes y no reconocidos cineastas de Hollywood. Denzel Washington desatado haciendo "justicia" por mano propia, llega a meterle dinamita en el culo a un mexicano. Y así todo el tiempo. Divertidísimo, pero todavía lejos de Días de trueno, El último boy scout y el resto de sus hits de antaño.

Estrenos del 2 de septiembre
El regreso (Vozvrashcheniye, Andrei Zvyagintsev). Puntaje: 6. Lejos de ser lo mejor del año y con el gimmick de la muerte de uno de sus actores en el mismo lago en el que se filmó. Una película aburrida, estúpidamente circular y con los complejitos ñoños de los padres. Eso sí, se ve como la concha de la lora y el hijo menor tiene unos cachetes de puta madre.
Osama (Siddiq Barmak). Puntaje: 3. Otra que llega con gimmick. Encima tan pelotudos de ponerle Osama. Dejate de joder. Nefasta ideológica y visualmente. Hay un pibito que pide monedas que parece piola.
La aldea (The Village, M. Night Shyamalan). Puntaje: 1. De lo peor del año, llega la película que contradice sus tres últimas. No hay nada sobrenatural, los monstruos, como los reyes magos, el coco y Papá Noel 'a la final' eran los padres. Eso sí, éstos son reaccionarios que meten miedo. En cualquier momento se viene la remake en Pilar.
Cruz de sal y Dolores de casada (Jaime Lozano y Juan Manuel Jimenez). Puntajes: 1. Dos mega bodrios. El primero con algún valor trash, el segundo con Mirta Busnelli.
¡Yu-Gi-Oh! (Yûgiô: Gekijô-ban, Hatsuki Tsuji). Puntaje: 3. Saltó la ficha: en realidad prendí uno antes de entrar y escribí sobre eso nomás. Ni así. Era algo de un jueguito de cartas, sin movimiento y con diálogos redundantes. Un mal viaje.
Las trillizas de Belleville (Les tripletes de Belleville, Sylvain Chomet). Puntaje: 7. Apareció medio mundo indignado con esta en la época del estreno. El otro medio mundo se había fascinado en la proyección del Bafici. Muchos chistes son malos, sí, es aburrida, también, pero no es El regreso. Una animada menos ñoña que el 95% de los estrenos de dibujitos.

Estrenos del 9 de septiembre
La terminal (The Terminal, Steven Spielberg) Puntaje: 7. Spielberg es de esos que es tan raro que te vuele la peluca como que meta la pata. La terminal es otra más de sus películas correctas. Eso sí, ya parece que se lo comieron sus guiños. Ah, y basta de padres, que acá aunque ocultos y en unos pocos minutos, igual aparecen y les alcanza como siempre para apestar un poco las cosas.
Lesbianas de Buenos Aires (Santiago García). Puntaje: 8. No está bien que lo halague mucho por ser cinequanon amigo, pero debo confesarle que su película me gusta más que la de Spielberg. De cualquier forma, Lesbianas... es un documental tan político como emotivo. Y lo que es mucho mejor nunca es declamatorio ni sensiblero. Se esperan Las deportistas.
La mina (Victo Laplace). Puntaje: 1. Laplace apuesta al grotesco. Eso al menos hace que cuanto menos uno piense "este tipo está loco". Pero no, no es irónico. El tipo quiere tirar una metáfora de la Argentina por la cabeza del espectador. Y su única arma es el palurdo de Dumont gritando "puta" o "mierda" y seguramente algún "puta de mierda".
Los muertos (Lisandro Alonso). Püntaje: 10. Parecía imposible llegar al nivel de La libertad, pero Lisandro Alonso lo logró y encima cambió el registro. Si en La libertad estaba mucho más cerca del documental que de la ficción, acá es todo lo contrario. El plano secuencia inicial es un prodigio fílmico.
Héroe (Ying xiong, Zhang Yimou). Puntaje: 6. Se ve del carajo, con un cast del carajo, pero imperialista hasta al carajo. Gracias, pero no gracias.
Balseros (Carles Bosch, Josep M. Domènech). Puntaje: 7. Al final se vuelve un plomazo porque te explican cómo terminaron todos, pero todo el prólogo en Cuba es brillante y se puede decir lo mismo de la producción y el trabajo de investigación. Otra en contra es que por momentos se vuelve innecesariamente sensiblera. Lo mejor es ver la reacción de los cubanos ante una escalera mecánica.
Todo es por amor (It´s all about love, Thomas Vinterberg). Puntaje: 2. Lo único interesante de Todo es por amor es que impone una idea de amor como algo frío, alejado de las pasiones. Después es un bodrio artie filmado de manera redundante (cámara ondulante para ebrios y que tiembla para filmar nerviosos).

Naza Chong.

miércoles, octubre 06, 2004

Wouldn't you miss me at all? (I) 

Hace dos meses y medio que no escribía ningún estreno por falta de tiempo. La cabeza ya no es lo que era, las razones y argumentos importan mucho menos... en fin, todo es bastante más arbitrario. Están avisados. Estos son los estrenos que vi en las últimas 10 semanas, que voy a postear en packs de dos o tres semanas (ponele):

Estrenos del 5 de agosto:
La seguridad de los objetos (The Safety of Objects, Rose Troche). Puntaje: 3. Todos los peores lugares comunes del indie americano aglutinados en una sola película.
El secreto (Io Non Ho Paura, Gabriele Salvatores). Puntaje: 9. Una película tan paisajista como sobria. La historia de un nene desde la mirada adulta. Una sorpresa total.
La soledad era esto (Sergio Renán). Puntaje: 1. Si Renán intentaba una parodia, seguro no le salía meter la música de la forma en que lo hace acá. Es imposible escribir alguna línea más de una película olvidable como ésta, a más de dos meses de la proyección de prensa.
Padre soltero (Jersey Girl, Kevin Smith). Puntaje: 1. Smith juega a ser Campanella y encima insiste con el zopenco de Affleck. ¡Madurez las pelotas!
Durval Discos (Ana Muylaert). Puntaje: 5. Un plano secuencia virtuoso que abre la película y uno de los planos finales más extraños en años para una película latinoamericana. Un caballo, un cadáver, una nena, una vieja y Durval en una habitación. En el medio una historia costumbrista por momentos simpática y por otros pelotuda.
Las mujeres perfectas (The Stepford Wives, Frank Oz). Puntaje: 4. Una película de Oz que es un embole es un pecado. Encima con una vuelta de tuerca idiota. Decí que hay una machona y un mariposón de segundones que por momentos funcionan.

Estrenos del 12 de agosto:
Buena vida (delivery) (Leonardo Di Cesare). Puntaje: 4. Película que enojó a muchos pero a nadie por la razón principal: por momentos Di Cesare parece cagarse en la estética. Lo suyo es el trabajo con los personajes y por momentos le sale bien. Es rara la mezcla entre lo parco de algunos diálogos (rasgos de nuevo cine) y lo costumbrista de algunas situaciones (rasgos del cine más apolillado). Lo que está bien puro en su cine son los rasgos misántropos en la forma de encarar la historia.
Madame Satã (Karim Ainouz). Puntaje: 9. Esta es una de esas películas que crece con cada visión y con cada segundo posterior a su mirada. La de Ainouz parece acercarse al mito siempre desde el lugar correcto. Un biopic tan verosímil como sorprendente.
Contr@site (Danièle Incalcaterra y Fausta Quattrini). Puntaje: 4. Es imposible no sentirse como la gata Flora al ver Contr@site. Se puede decir a su favor que es una peli fallida, que intenta una búsqueda estética y que las imágenes de Bolivia son interesantes. El tema es que un pelmazo apuntándose con la cámara a la cara es el 90% de película.
El enviado (Godsend, Nick Hamm). Puntaje: 5. Una de esas que se percibe que sus méritos son involuntarios. Esa es la ventaja que permiten los guiones de trazo grueso a las lecturas arbitrarias. Si ésta se ve como un dilema para los protagonistas entre ética y familia se vuelve aceptable. Porque primera ellos eligen ética y les vuelan a un hijo. Después eligen familia y les va peor.
Dos ilusiones (Martín Lobo). Puntaje: 4. La pobre de Claudia Albertario no sólo tiene que luchar contra un papel indigno sino que también contra un guión que busca cualquier excusa para ponerla en pelotas. Entre intentos de abusos y violación se cuela Romano con un mariposón inesperadamente simpatiquísimo. Del resto sólo se puede decir que esta es la confirmación de que Matías Santoianni es el actor joven más insoportable.
Ruby & Quentin (Francis Veber). Puntaje: 1. Lo peor de tener que cubrir todos los estrenos es que no se pueden obviar bodrios como este que se ven venir a años luz de distancia. Una película de divas, pero estos divos ya están chochos y hace tiempo se les pasó su cuarto de hora.
Rey Arturo (King Arthur, Antoine Fuqua). Puntaje: 3. Todo mal en este bodoque de quien había sorprendido con Día de entrenamiento. Arturo es un pelmazo. El único que tiene carisma es Lancelote y no parece querer hacer otra cosa que comerse a besos al futuro rey.

Estrenos del 19 de agosto:
18-j (muchos y muy pocos interesantes). Puntaje: 3. Apenas destellos de cuatro cortos decentes dentro de un papelón cinematográfico. Los dos últimos son directamente vergonzosos. Una copia de una forma de negociar con el dolor ajeno.
La casa de arena y niebla (House of Sand and Fog, Vadim Perelman). Puntaje: 3. Si Jennifer Connelly no levanta una película, no la levanta a nadie. Acá se la pasa peleando con Gandhi por una casucha en una película que pasa rápidamente de un mediocre thriller xenófobo a una pésima tragedia políticamente correcta.
Los fusiladitos (Cecilia Miljiker). Puntaje: 6. El mayor hallazgo de Los fusiladitos es el único sobreviviente de los fusilamientos al momento del rodaje. El no recuerda nada y la esposa parece no hacerse cargo de eso y lo ayuda. Mientras tanto ninguno de los dos deja de fumar. Imágenes impactantes, a las que se le puede agregar alguna cita en formato de homenaje y no mucho más.
Colateral (Collateral, Michael Mann). Puntaje: 10. Agrandado como pocos, Mann parece decir "eh, guacho... ¿pensás que no te filmo una de joligu en video?". Y ahí junta en un taxi a Cruise y Jamie Foxx. Diálogos de y sobre hombres oslitarios, la moral y, por supuesto, canchereadas múltiples. El tipo que aterriza en el tacho es uno de los 5 momentos cinematográficos del año.

Naza Chong.

French Can Can 

El perro (Le Chien, Argentina, 2004). Dirigida por Carlos Sorín. Con Juan Villegas, Walter Donado, Micol Estévez, Kita Ca y Pascual Condito.
ESTRENO
Puntaje: 3

Con el mismo sentido de patriotismo que la publicidad de una de esas empresas que confían en el país, con la emotividad de un aviso donde se desafían distintas blancuras o donde se expone la implícita nobleza de tomarse un mate. Así filmó Sorín El perro.
Como la publicidad, que parte de ciertos presupuestos -que a la gente la gusta usar la ropa bien blanquita, ponele- el director se basa en prejuicios un poco más cínicos. (Al menos en el "contrato de lectura" de la publicidad se estipula una intención mercantil que el cine seriote pretende, a priori, esquivar).
Primero organiza un entramado de personajes prototípicos: el chanta, los burgueses venidos a menos, los jóvenes que quieren progresar.
Y después la enorme lista de verdades derechas y humanas: que los tipos buenos dicen "gracias" todo el tiempo, que alguien es gentil porque hace favores o que puede existir la so-called "gente sencilla" (en el avance de El perro, que es ciento por ciento publicitario -y está bien, los trailers están destinados a eso- se describe así a los protagonistas).
Ahí es donde Sorín mete el perro. Porque la elección de actores no profesionales (Juan Villegas es Juan Villegas) no garantiza realismo. Porque la relación de Juan Villegas con el dogo -¿existe en este mundo una mascota menos carismática que ese bicho blanco?- es muy compleja y el director decide despreciarla. Porque, mal que le pese al minimizador de historias, para hacer cine hace falta algo más que el primer plano de una cara redonda, desgastada y rosa o la repetición de paisajes desolados en tono de domingo a la tarde.
Agustina Larrea

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