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sábado, septiembre 20, 2003

Amor sin barreras 

800 balas (España, 2003). Dirigida por Alex de la Iglesia. Con Sancho Gracia, Carmen Maura y Eusebio Poncela.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 8. En los diarios: Martín Pérez (Página/12): 7; Pablo 0. Scholz (Clarín): 8; Paraná Sendrós (Ambito Financiero): 6; Adolfo C. Martínez (La Nacion): 8.

“La cosa más importante que puedes aprender es a amar y ser amado”. Esta bellísima frase sintetizaba el espíritu de aquella preciosa película llamada Moulin Rouge. Si bien la última obra de Alex de la Iglesia poco tiene que ver con esa película, la oración confirma eso que se sospechaba: que el bilbaíno es un gran bola peluda de amor. Amor desviado, desmesurado, glotón y perverso, pero amor al fin; amor que unas veces se autodenomina Cinefilia, otras veces Nostalgia, tantas otras Fiesta.
Resulta evidente que su amor está destinado, casi pura y exclusivamente, al cine mismo. Y si bien Alex es un amante tímido, que tiende a esconder su afecto tras un velo de exceso y desparpajo (cubriendo a la pantalla de marginales, borrachos, miserables y buscapleitos), su búsqueda es inocente. Cada nueva entrega de su filmografía exuda ese aroma a mucho cine a cuestas, cada nueva película es un documento más sincero de lo que Alex ve en el cine. Lo cierto es que 800 balas es sin dudas un punto de quiebre: si Muertos de Risa insinuaba slapstick o La Comunidad sugería a Polanski, este neowestern grita con todas las letras Sergio Leone, Clint Eastwood o Ennio Morricone. Desde la secuencia de títulos denota ese cariño tan especial y esto se refuerza con cada aparición del elenco de Almería, en especial con Sancho Gracia, cuyo rostro es el paradigma del desgano, de la nostalgia y del desierto. Entre las citas fílmicas, el uso de planos Leone – el clásico plano general que se transforma en primer plano – y el desfile de espuelas, whisky y puertas vaivén se desvela la oda delaiglesiana.
Si la película no alcanza la perfección se debe principalmente a dos motivos. El primero de ellos es la fama que el viejo Alex se forjó. Su humor burdo y salvaje, celebrado por propios y ajenos, parece no sólo haber agotado su stock sino que se ha tornado demasiado autoconsciente. Pareciera que de la Iglesia, temiendo llevar su homenaje demasiado lejos, hubiese colocado más de lo mismo para no decepcionar a sus fans. Todos reímos con el niño acariciando a la pulposa morocha, pero ¿Es esta escena necesaria? El segundo elemento negativo es Eusebio Poncela, zombie andrógino que ha perdido todo rastro de vida. De cualquier forma 800 balas es un premio muy generoso por un mísero puñado de pesos.
Guido Segal.

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