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jueves, septiembre 11, 2003

Ni con alambre 

Iris. Recuerdos Imborrables (Iris, Estados Unidos/Inglaterra, 2001). Dirigida por Richard Eyre. Con Kate Winslet, Judi Dench, Jim Broadbent y Hugh Bonneville.
Ficha técnica
ESTRENO
Puntaje: 4

Ochenta y cinco minutos de metraje llaman la atención por su sospechosa brevedad. Si a eso le sumamos que se trata de un biopic, el prejuicio aumenta. Y si encima es una biografía de una escritora inglesa que narra en paralelo su juventud y su alzheimeriana vejez, el hecho de que no dure por lo menos 2 horas es pájaro de mal agüero. Un breve destello de esperanza en que la brevedad sea una virtud narrativa es rápidamente desechado por idealista, porque Iris muestra desde el comienzo un relato tan débil y con tantas fisuras que el desarrollo se transforma en esperar a que alguien por favor termine de delinear un personaje o alguna línea narrativa.
Iris no termina de contar ninguna de las historias que se propone, no es una película “sobre el alzheimer”, ni un relato sobre la vida de la escritora Iris Murdoch, ni un análisis del desarrollo de una pareja, ni una historia de amor basada en la tolerancia y la comprensión del otro. Y estas son algunas –sólo algunas- de las vueltas que siempre amaga con tomar, pero que su propia esencia impide que haga, porque ante cada situación presente, cada actitud, cada gesto, cada frase, la película vuelve hacia el pasado a buscar en la juventud de sus personajes el origen de cada actitud, cada gesto, cada frase, como una suerte de ping pong temporal mecánico, compulsivo y tedioso. En ese constante ir y venir del pasado hacia el presente, intentando “explicar” el presente de la pareja de ancianos (interpretados por la cansadoramente shakespeariana Judi Dench y el gran Jim Broadbent), el único resultado es mostrar la falla esencial de una película que no logra atar los dos registros temporales que deberían ser los pilares de un movimiento del que se abusa, unión sin la cual la película desaparece, quedando sólo un par de buenas y sólidas (Kate Winslet, siempre maravillosa) interpretaciones. Aquel paraíso de los olvidados propuesto por Guido Segal en su crítica de Balzac…, sigue hiperpoblándose.
Agustín Mango.

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