martes, diciembre 09, 2003
Bella de día
El mosquetero (The Musketeer, Alemania/Gran Bretaña, 2001) Dirigida por Peter Hyams. Con Catherine Deneuve, Stephen Rea, Mena Suvari
ESTRENO
Puntaje: 3. En los diarios:
La insulsa versión de Peter Hyams del clásico de Alejandro Dumas tiene el mérito de ridiculizar a todos los que la representan y de dejar pasmado a todo aquel que se atreva a padecerla. Además de las horribles licencias que se tomó el autor para la adaptación cinematográfica, detalles como la omisión de Milady, inciertos cambios de nombre, indicios que pretenden iluminar al espectador y por el contrario, lo único que logran es poner en evidencia la escasa habilidad del director, en fin, un rebautizo inverosímil. No conforme con ello, el director de El día final, decidió innovar también en las coreografías (secuencias importantísimas en este tipo de películas) y trabajó con Xi Xin Xiong. El coreógrafo honkonés ensayó una fusión de las clásicas peleas de los Wu Xia Pian (cine de artes marciales histórico) con los combates de capa y espada occidentales. El resultado fue un híbrido insólito. Movimientos afectados, exentos de audacia, sablazos poco coordinados y vuelos vía arnés demasiado evidentes. Las secuencias decisivas en donde los mosqueteros deberían hacer gala de su tradición heroica no pueden surgir naturalmente en el relato, están planificadas con tanta pompa (olvídense de El conde de Montecristo) que producen ruido, desentonan, se ven ajenas a los personajes y a las circunstancias narrativas.
Nadie salva a este pretencioso bodoque ¡Y eso que actúa Catherine Deneuve! La exquisita Catherine aquí es la reina de Francia... Truffaut estaba convencido de que el espectador se encontraba a gusto simplemente mirando a Catherine, y que esta contemplación, ya compensaba el precio de la entrada al cine. La impresión que causa la actriz es grata, cierto, pero Truffaut, en el mismo artículo (Trabajando con Catherine Deneuve. El placer de la mirada, Paidos, Barcelona, 1999) afirmaba que “nunca se relaciona a Catherine Deneuve con una película mediocre y, por lo tanto, con una noche perdida.” El artículo fue escrito en 1969, cuando la Deneuve ya era historia en el cine. El cine, como el amor, es un extraño juego. Cuando la estrategia no es lúcida suceden estos desastres. Pobre Catherine, igual ella está regia.
María Marta Sosa.
ESTRENO
Puntaje: 3. En los diarios:
La insulsa versión de Peter Hyams del clásico de Alejandro Dumas tiene el mérito de ridiculizar a todos los que la representan y de dejar pasmado a todo aquel que se atreva a padecerla. Además de las horribles licencias que se tomó el autor para la adaptación cinematográfica, detalles como la omisión de Milady, inciertos cambios de nombre, indicios que pretenden iluminar al espectador y por el contrario, lo único que logran es poner en evidencia la escasa habilidad del director, en fin, un rebautizo inverosímil. No conforme con ello, el director de El día final, decidió innovar también en las coreografías (secuencias importantísimas en este tipo de películas) y trabajó con Xi Xin Xiong. El coreógrafo honkonés ensayó una fusión de las clásicas peleas de los Wu Xia Pian (cine de artes marciales histórico) con los combates de capa y espada occidentales. El resultado fue un híbrido insólito. Movimientos afectados, exentos de audacia, sablazos poco coordinados y vuelos vía arnés demasiado evidentes. Las secuencias decisivas en donde los mosqueteros deberían hacer gala de su tradición heroica no pueden surgir naturalmente en el relato, están planificadas con tanta pompa (olvídense de El conde de Montecristo) que producen ruido, desentonan, se ven ajenas a los personajes y a las circunstancias narrativas.
Nadie salva a este pretencioso bodoque ¡Y eso que actúa Catherine Deneuve! La exquisita Catherine aquí es la reina de Francia... Truffaut estaba convencido de que el espectador se encontraba a gusto simplemente mirando a Catherine, y que esta contemplación, ya compensaba el precio de la entrada al cine. La impresión que causa la actriz es grata, cierto, pero Truffaut, en el mismo artículo (Trabajando con Catherine Deneuve. El placer de la mirada, Paidos, Barcelona, 1999) afirmaba que “nunca se relaciona a Catherine Deneuve con una película mediocre y, por lo tanto, con una noche perdida.” El artículo fue escrito en 1969, cuando la Deneuve ya era historia en el cine. El cine, como el amor, es un extraño juego. Cuando la estrategia no es lúcida suceden estos desastres. Pobre Catherine, igual ella está regia.
María Marta Sosa.