lunes, diciembre 01, 2003
Cambio dolor por libertad
Kill Bill, la venganza: volumen 1 (Kill Bill-Vol. 1, Estados Unidos, 2003). Dirigida por Quentin Tarantino. Con Uma Thurman, Lucy Liu, Vivica A. Fox, Michael Madsen, Daryl Hannah, David Carradine. Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 10. En los diarios: Diego Batlle (La Nación): 8; Luciano Monteagudo (Página/12): ; Pablo 0. Scholz (Clarín): 10; Diego Curubeto (Ambito Financiero): 8.
Da la impresión de que Kill Bill: La venganza (Volumen 1) es el sueño hecho realidad de Quentin con el que fantaseó tantas veces. Parece ser una ensalada gigantesca de sus gustos favoritos perfectamente cortada, con elementos frescos y jugosos. Quentin utiliza diferentes recursos visuales: pantalla dividida, animé, cámara lenta, le otorga más brillo a determinados personajes, imágenes digitales y uso del blanco y negro. Sólo hay una escena que, a causa de la calificación y autocensura, se aparta de los motivos estéticos: una secuencia con una cantidad desorbitada de muertes y sangre a la cual se decidió sacarle el color en varios países incluyendo el nuestro.
Quien antes era Cobra negra (Uma Thurman), luego de despertar de un coma de 4 años, decide cobrar venganza contra quienes mataron a nueve personas en su casamiento y le dieron a ella una feroz paliza estando embarazada. Tanto Cobra negra como quienes le propinaron la golpiza, trabajaban para Bill. Vengarse, para la ex Cobra negra, es placer o satisfacción a partir del agravio. Y este último es mayúsculo cuando se trata de muerte en la situación de amor más importante de su vida (embarazo, boda, seres queridos). Tarantino homenajea con Kill Bill a muchos géneros: películas orientales de artes marciales (especialmente de la década del 70), westerns (fundamentalmente el spaghetti), gore (brazos chorreando litros de sangre) y hasta a una película de Truffaut, La novia vestía de negro. La violencia que mostrada se vuelve exhibicionista mediante el esteticismo. Puro placer visual. Pero no es un baile como para John Woo, porque Tarantino se da el gusto de festejar junto a sus películas favoritas, y lo hace con una mezcla y potencia visual resultado del artificio explosivo en su máxima potencia. Así se vuelve un cultor de las imágenes, cuidadosamente perfectas, que desatan furia y hacen valer su talento. Todavía quedan asesinos en la lista de la ex Cobra negra; la causa y efecto es algo inquebrantable para ella. Y ahora a esperar la esperada-total-venganza en el próximo volumen.
Leandro Rosenzveig.
ESTRENO
Puntaje: 10. En los diarios: Diego Batlle (La Nación): 8; Luciano Monteagudo (Página/12): ; Pablo 0. Scholz (Clarín): 10; Diego Curubeto (Ambito Financiero): 8.
Da la impresión de que Kill Bill: La venganza (Volumen 1) es el sueño hecho realidad de Quentin con el que fantaseó tantas veces. Parece ser una ensalada gigantesca de sus gustos favoritos perfectamente cortada, con elementos frescos y jugosos. Quentin utiliza diferentes recursos visuales: pantalla dividida, animé, cámara lenta, le otorga más brillo a determinados personajes, imágenes digitales y uso del blanco y negro. Sólo hay una escena que, a causa de la calificación y autocensura, se aparta de los motivos estéticos: una secuencia con una cantidad desorbitada de muertes y sangre a la cual se decidió sacarle el color en varios países incluyendo el nuestro.
Quien antes era Cobra negra (Uma Thurman), luego de despertar de un coma de 4 años, decide cobrar venganza contra quienes mataron a nueve personas en su casamiento y le dieron a ella una feroz paliza estando embarazada. Tanto Cobra negra como quienes le propinaron la golpiza, trabajaban para Bill. Vengarse, para la ex Cobra negra, es placer o satisfacción a partir del agravio. Y este último es mayúsculo cuando se trata de muerte en la situación de amor más importante de su vida (embarazo, boda, seres queridos). Tarantino homenajea con Kill Bill a muchos géneros: películas orientales de artes marciales (especialmente de la década del 70), westerns (fundamentalmente el spaghetti), gore (brazos chorreando litros de sangre) y hasta a una película de Truffaut, La novia vestía de negro. La violencia que mostrada se vuelve exhibicionista mediante el esteticismo. Puro placer visual. Pero no es un baile como para John Woo, porque Tarantino se da el gusto de festejar junto a sus películas favoritas, y lo hace con una mezcla y potencia visual resultado del artificio explosivo en su máxima potencia. Así se vuelve un cultor de las imágenes, cuidadosamente perfectas, que desatan furia y hacen valer su talento. Todavía quedan asesinos en la lista de la ex Cobra negra; la causa y efecto es algo inquebrantable para ella. Y ahora a esperar la esperada-total-venganza en el próximo volumen.
Leandro Rosenzveig.