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miércoles, noviembre 26, 2003

Edición Chiche 

A los trece (Thirteen, Estados Unidos, 2003). Dirigida por Catherine Hardwicke. Con Evan Rachel Wood, Holly Hunter, Nikki Reed, Deborah Kara Unger, Jeremy Sisto y Kip Pardue.
Ficha técnica.
CAPRICHOS
Puntaje: 1

A los trece
es el equivalente cinematográfico a un informe televisivo sobre la "adolescencia perdida" a cargo de Chiche Gelblung. Es una película absolutamente nefasta, simplificadora, moralista y recalcitrantemente fascista. Si no fuera por su sordidez y su cámara en mano movediza, bien a lo Sundance, podría pasar tranquilamente por un telefilm barato de chica-buena-que-es-llevada- por-el-mal-camino. Y narrativamente el film es igual a estas películas. Los personajes son unidimensionales y el cambio de la protagonista de chica buena que juega a las Barbies a monstruo egoista, drogadicto y promiscuo es tan abrupto como absolutamente inverosímil.
En el film, los que representan "el mal", los drogadictos, los promiscuos, en fin, los que llevan a la waspita rubiecita Tracy por el mal camino, son todos negros y latinos. Si, si, entendieron bien. Tracy se hace amiga de Evie, la chica popular del colegio, que es latina, esta le presenta a sus amigos negros y latinos y Tracy comienza a descarriarse. Peor aún, en un intento de hacer las cosas "políticamente correctas", el film tiene a un personaje que es una chica latina buena. Pero como sucede con todo lo "políticamente correcto", esto deja entrever aún más la peligrosa ideología de A los trece, con una excusa al estilo "tengo un amigo judío". Hay un momento en el que Tracy dice algo así como: "Ojalá toda la gente de distinta raza, color y nacionalidad se reproduzca entre sí, así no hay más discriminación". Pero claro, cuando Tracy lo dice está completamente reventada y no es consciente de lo que hace ni de lo que dice.
A los trece es una película peligrosísima, y a la vez es una fiel representante de los ideales republicanos de su país de origen. En un momento en que la xenofobia está tan "in", películas como esta le hacen muy mal al mundo. A Jorgito Arbusto debe haberle encantado.
Juan P. Martínez.

Esto empezó acá. Y sigue acá. Y después acá.

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