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jueves, diciembre 18, 2003

Cayendo del otro lado del muro 

Vladimir en Buenos Aires (Argentina, 2002). Dirigida por Diego Gachassín. Con Pasha Kyslychko, Mikhail Rojkov y Camila MacLennan.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 6.

Después de la incontenible explosión de la Unión Soviética, el mundo se disgregó. Para muchos fue la apertura de la búsqueda de oportunidades, para otros fue la perdida de tantos años de lucha. Algunos emigraron, quizás también resignados en necesidades económicas, para validar proyectos, por el clima, por la gente, por la experiencia o por el solo hecho de seguir buscando salidas. Vladimir abandona a su familia y viene a Buenos Aires en busca de un sueño idealista, ayudar a otros que, como él, llegan y no tienen serias condiciones de vivienda por falta de garantes. Nuestro amigo ruso trabajó sobre el meollo como punto de partida: economizar recursos y encontrar soluciones desde la producción del nicho. Luego recorre la experiencia de su historia en Buenos Aires y cambia de rumbo por el accionar de las mentiras, la corrupción, la ignorancia, el nihilismo, la impericia y las pocas respuestas. Su camino se hizo más estrecho, oscuro y fue perdiendo el foco, su objetivo se volvió más difuso. La posibilidad de la diacronía muere frente al destino nefasto de un presente sin salida, y aunque ya hace tiempo se dice que la historia funciona en espiral, Vladimir necesitaba respuestas en ese instante y no tenerlas lo conducen a la tragedia.
La película, correctamente filmada en blanco y negro, es interesante como retrato, tiene una búsqueda formal en ese sentido, y se acerca al documental desde la política social. Las relaciones con Bolivia son muy directas: las historias son similares, pero las búsquedas de los personajes son distintas, al igual que la manera de filmar de Caetano y la de Gachassín. Este último busca la prolijidad y logra una película honesta e interesante, aunque no ofrece grandes ideas visuales y tiene algunos problemas con el guión. El uso constante de fuera de campo le aporta un valor artificioso que agranda la película, pero hay planos que se agotan e historias que se pierden, como Vladimir, perdido en la ciudad de la furia y enfurecido con el mundo imposible.
Leandro Rosenzveig.

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