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sábado, diciembre 20, 2003

El metalenguaje como lugar vacío 

Tonto, tontos y retonto (Dumb and Dumberer: When Harry Met Lloyd, Estados Unidos, 2003). Dirigida por Troy Miller. Con Eric Christian Olsen, Derek Richardson, Eugene Levy y Luis Guzmán.
ESTRENO
Puntaje: 1. En los diarios: No sé cuando se estrenó. Creo que todos le pusieron mala, igual a nadie le importa.

La crítica, al igual que el análisis o la reseña, es un metalenguaje. Es decir, una producción que versa sobre otra producción. El metalenguaje puede ser muy útil para desentrañar significados ocultos o para abrir nuevas lecturas posibles, pero ¿Qué pasa cuando el objeto en cuestión es tan chato y banal que todo metalenguaje basado en él parece inútil? ¿Qué se hace cuando no hay lugar a segundas lecturas o cuando toda interpretación - del estilo "la vida de los personajes refleja el colonialismo norteamericano" - parece forzada? Estamos sin duda ante el límite de la crítica, a las puertas de su fin.
Tonto, tontos y retonto no merece una reflexión profunda porque no hay nada en ella que genere un interés especial. Como precuela resulta lamentable, pues confunde la ternura violenta de los personajes creados por los hermanos Farrelly con estupidez desmedida, desmesurada; incluso confunde retraso mental con imbecilidad simpática, lo cual es indignante más allá de lo cinematográfico. Por encima de una nula búsqueda de innovación, hay aquí una lectura grosera de la filosofía Farrelly: Miller no comprende que el encanto no se esconde en el chiste escatológico aislado, en la broma forzada en base a la pacatería del público. La verdadera gracia está en un sistema absolutamente coherente de demolición de todos los preconceptos sobre lo que debe ser gracioso, en base a una incorrección política adorablemente cómplice. Los Farrelly usan al gag banal para construir personajes inocentemente tontos, pero siempre queribles (ayuda tener a Jim Carrey en el elenco en lugar del mediocre E.C. Olsen). Como si esto fuera poco, el magistral Eugene Levy está plenamente desaprovechado y el monigote que representa su Principal Collins no es más que un mal sueño de su personaje en American Pie, un obseso sexual trazado con brocha gorda.
Hablar de Tonto, tontos y retonto es, después de todo, un acto de bondad, una concesión amigable a un producto tan carente de todo que ni siquiera es posible rescatar un segundo. Se habrá abierto el agujero negro del olvido y una vez más yo, que la he sufrido, y tú, que has seguido estas líneas, habremos percibido el tiempo desperdiciado, momentos irrecuperables invertidos en otro gran vacío expansivo, el de la mediocridad dominante.
Guido Segal.

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