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jueves, diciembre 18, 2003

La boda de mis mejores amigos 

American Pie: La boda (American Wedding, Estados Unidos, 2003). Dirigida por Jesse Dylan. Con Jason Biggs, Alyson Hannigan, Eugene Levy, Seann William Scott, Eddie Kaye Thomas, Thomas Ian Nicholas y Fred Willard.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 8.

a F.

Hace cuatro años llegó al mundo una pequeña gran película llamada American Pie. Deudora no tanto de la horrorosa saga de Porky’s sino más que todo de las comedias ochentosas de John Hughes, la película nos presentó a unos personajes entrañables y sus divertidísimas desventuras sexuales, sin una onza de la misoginia feroz de Porky’s y sus secuelas e imitaciones. Aquí las chicas pensaban, tenían sexualidad, se divertían. Sí, eran objetos sexuales del sexo opuesto, pero los hombres también lo eran para ellas. La segunda entrega de la saga profundizó aun más en todo eso. Uno (yo) terminaba enamorado de los personajes, y estos se divertían, y nosotros con ellos, y crecían.
Para este tercer capítulo algunos faltaron a la cita, pero los más adorables están aquí. Jim, el pervertidito y Michelle, la ninfómana con aspecto de chica inocentona, van a casarse, y Jim invita a sus amigotes Finchito y Kevin. Stiffler se acopla a la celebración, para la desdicha de todos, pero luego termina revelándose como un ser humano excepcional.
Varios de los momentos más brillantes de la saga se encuentran en esta tercera entrega, en especial una improvisada compentencia de baile entre Stiffler y un "oso" en un boliche gay musicalizada con algunos de los temas más inolvidables de los ochenta, como Maniac de Michael Sembello, Heaven Is A Place On Earth de Belinda Carlisle y Sweet Dreams de Eurythmics. Y acá hago un pequeño paréntesis para aclarar lo único que no llegó a convencerme de la película, y es el hecho de que tanto en la antedicha escena como en gran parte de la película nos pintan al babosiento Stiffler como un homosexual en potencia –esto ya aparecía, en menor medida en la segunda parte-, pero esto queda en la nada hacia el final.
Más allá de este pequeño desliz, American Wedding, con sus encantadores personajes que ya son parte de nuestras vidas, con sus tortas de casamiento cubiertas de vello púbico, con sus personajes que comen caca de perro, con la maravillosa puteada "Grandmotherfucker", es una película que transmite felicidad en todo momento.
Alguna vez se acusó a la primera American Pie de tener una visión puritana sobre el sexo. Con esta película, que nos dice que la unión entre un pervertidito y una ninfómana es "algo perfectamente normal y natural", y que no por estar casados van a dejar de ser lo que son, nos reafirma su visión completamente libre del sexo. Estas películas hacen bien.
Juan P. Martínez.

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