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miércoles, diciembre 24, 2003

El proyecto Wewich 

Un hijo genial (Argentina, 2003). Dirigida por José Luis Massa. Con Julián Weich, Sebastián Francini, Diana Lamas, Sergio Boris y el pelado de Cha Cha Cha. Ficha técnica:
ESTRENO
Puntaje: 1.

Un hijo genial es el punto más bajo al que puede caer el cine. Es una ¿película? realizada con la más flagrante desidia, sin el más ínfimo respeto por el público, que, total, va a pagar la entrada igual. Esto es algo terrible que viene haciendo Telefé con sus productos cinematográficos desde que comenzó a hacer cine. Hay que resistirse a este tipo de películas, oponerse, no dejar que nos engañen con sus estrellitas televisivas al servicio de ejercicios lejanos al cine realizados solamente pensando en el dinero.
Semejante irresponsabilidad hace que nos den un film impresentable; un catálogo de todo lo que se puede hacer mal cuando se filma. Las imágenes de Un hijo genial nos hacen pensar que la película fue filmada en dos días. No hay un solo plano mínimamente pasable en los casi 90 minutos que dura el film. Es más, hasta hay planos fuera de foco, y casi todas las escenas y diálogos y chistes y actuaciones –los villanos actuan como en el peor teatro para niños, o sea, como estúpidos, Julián Weich se recibe como "peor actor del mundo", Francini molesta, el loro parlanchín más todavía- provocan vergüenza ajena. Aunque para momentos vergonzosos tenemos la escena en que un motoquero apura a Julián, este está a punto de ir a las manos, su hijo los separa y le dice: "El eligió la violencia, vos elegí la razón", esto dicho sin la más mínima ironía. Pero el momento más vergonzoso sucede durante los creditos finales, donde vemos el video del tema principal de la película, con Julián y el resto del elenco rapeando y bailando. Y hasta en los créditos finales hay errores, ya que vemos cosas como "Direccón de fotografía" o "Canción Un hijo genial, interpretada por Julián Wewich...". ¡La desidia se nota hasta en los créditos finales! ¡Así no se puede!
Estando Elf y Looney Tunes, De nuevo en acción en cartel, dos grandes películas pensadas para el público infantil pero disfrutables por todos, hechas con sentido del humor, ganas, respeto por el público y sin pensar sólo en el bolsillo, una película como Un hijo genial se convierte en un absoluto despropósito, un objeto a combatir. Eso sin contar que desde el mismo título quiere emparentarse con Un papá genial, el gran film Sandler. Lo último que se dice en el film es: "Tengo un hijo genial", "Y yo un papá". El hecho de que Francini no diga la palabra "genial" es el único acierto de la película. Por lo menos saben que con Sandler no se jode.
Juan P. Martínez.

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