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jueves, enero 29, 2004

Jesucristo Superstart 

Miniespias 3D: Game over (SpyKids 3D: Game over, Estados Unidos, 2003). Dirigida por Robert Rodriguez. Con Daryl Sabara, Alexa Vega, Sylvester Stallone, Ricardo Montalban y tooooodos los que parecieron en las anteriores pelis de la saga.
Ficha Técnica.
ESTRENO
Puntaje: 9

A Robert Rodríguez lo definí en mi crítica de Erase una vez en México como "un genial (de)constructor de universos que son cimentados a partir de pequeñas piezas extraídas de la realidad, del imaginario mundo del comic y principalmente del cine mismo". Una visión fosilizada en mis propias pasiones que confirman, la miopía en materia de libertad e imaginación que sufre el resto de la humanidad en comparación con Robert Rodriguez y su Mini Espías 3-D Game Over. Rodríguez y su arcade, Mini Espias 3-D, son análogos con aquella prueba del oculista en la cual se nos indica nuestro grado de visión mediante la lectura de una secuencia de letras que en orden descendente achican su tamaño hasta casi desaparecer, pero de manera menos clínica y más electrónicamente divertida, midiendo el grado de desprejuicio, aventura y libertad que el espectador y el cine mismo pueden permitirse gozar. Mini Espías 3-D conecta, por aquel divertido y fantástico artilugio del 3-D, a las viejas aventuras de William Castle y su universo de cine como experiencia multisensorial. La película desarrolla dos tercios de su metraje dentro del videojuego en tres dimensiones, como para que nadie se quede con las ganas, y Rodríguez comprende que para hacer de tal aventura la que cualquiera erigiría, solo requiere que se pierda la solemnidad que sufren otros productos hi-tech y/o dirigidos al publico infantil. Además anula al videogame como concepto peyorativo (característica de la peor critica nacional) y suma capas a tal objeto cultural. Capas de nieve, de chocolate, de azúcar, de superhéroes, capas desenfrenadas que hacen del videojuego algo más que un cuarto donde se elige estar o no, el videogame es un universo amplio y la homogeneidad con la cual se lo cita es a veces fruto de la ignorancia. No es lo mismo el Space Harrier que el Bubble Bobble, ni el F-Zero que el Tetris. Como un Dios online ama a sus criaturas sobre todas las cosas, le da piernas a quien no puede caminar (¡Megalegs! ¡Yeah!), hace el bien en 3-d y regala anteojos sin mirar a quien, perdona los pecados de Stallone y continúa su discurso pro-familia, al incorporar a cualquier personaje que haya aparecido en la saga en una increíble secuencia final.
Robert Rodríguez colorea la Tierra, vuela y pixela la luna de Méliès hasta convertirla en el escenario de un round –en el sentido más Street Fighter-, afirmando así y en todo su film que la imaginación y el cine no envejecen sino es cuestión de saber pasar al próximo nivel.
Juan Manuel 2-Dominguez.

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