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viernes, enero 30, 2004

Samurai Tom 

El último samurai (The Last Samurai, Estados Unidos/Japón/Nueva Zelanda, 2003). Dirigida por Edward Zwick. Con Tom Cruise, Ken Watanabe y William Atherton.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 7

Todas las veces que había visto los trailers de El último samurai tuve la sensación de que la película sería una experiencia insoportable. Los adelantos me daban la impresión de que se trataba de un ladrillo solemne, lleno de lugares comunes y cuyo principal propósito era satisfacer el ego de Tom Cruise. Cargado de estos prejuicios entré a verla para comprobar si estaba en lo cierto o si, como me pasó en varias ocasiones, había fallado en mis predicciones. Así me fue:
1) En cuanto al tema de la solemnidad, fallé por bastante. La película está narrada de forma clásica y su larga duración (dos horas y media) no se siente en ningún momento. Es un acierto del director no haber caído en la pesadez que podía haber dado el tema americano-descubre-nueva-cultura. El tema se trata de manera superficial, es verdad, pero sirve de contexto, de excusa argumental y de apoyo de los personajes para una película que es, principalmente, un efectivo entretenimiento con muy buenas y emocionantes secuencias de acción.
2) Lugares comunes hay, y constituyen lo más flojo del film. La historia de amor interracial es un cliché muy tentador, y al parecer, inevitable; esto es un problema, ya que esa historia nunca adquiere un relieve interesante y sólo acrecienta el deseo de ver más batallas. Tal vez el problema sea que el personaje femenino no tiene el peso necesario. Otro lugar
común molesto es el uso de la música (a cargo de Hans "Gladiador" Zimmer), que siempre está subrayando lo que pasa.
3) Acá acerté otra vez, pero parcialmente, porque si bien es verdad que la película sirve para que Tom se regocije en su ego, esto no es algo malo. Tom consiguió, a partir de Misión: Imposible, una presencia cinematográfica muy fuerte y clásica, y verlo actuar es una experiencia bienvenida, un antídoto contra tanto actor "importante" e "intenso" (el Sean Penn de 21 gramos, por ejemplo). Es muy interesante ver cómo sé reinventó y le dio un nuevo perfil a su carrera. En las batallas se desempeña como un experto, en los momentos que no son de acción aporta seguridad y su transformación de cínico soldado americano a noble Samurai es creíble. Por otro lado, no hay ningún otro actor al que le queden tan bien los ralentis.
Sebastián Nuñez.

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