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miércoles, febrero 04, 2004

Como querer a un gay en diez días 

El crucero de las locas (Boat Trip, Estados Unidos, 2002). Dirigida por Mort Nathan. Con Roger Moore, Cuba Gooding Jr., Roselyn Sanchez y Horatio Sanz.
Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 3

Es nefasto el hecho que, ya después del famosísimo y fuera de servicio: ¨Ya estamos en los noventa¨, se produzcan todavía películas que nieguen que el lugar de la mujer en la sociedad supera la bikini o a la cocina, que estereotipe al gay para que cumpla una función divertida y enternecedora o que coloque fuera de control las tradiciones de las minorías para explotarlas en la vidriera de los personajes cliché -en sus variantes latino, italiano, ruso y ese tipo de figurines de acción. Tufillos caducos, aunque de vez en cuando apesten la pantalla, con fecha de vencimiento. Pero ¿conocen un terror conocido como - música de suspenso - ¨la corrección política¨? El lado oscuro de la tolerancia tiene un nuevo legionario y su nombre es El crucero de las locas. Las locas del bote en cuestión estarán más cerca del enjaulado Robin Williams que de Beatriz Salomón. Aun así, la película es una especie de eslabón de lujo comparada con nuestros electrodomésticos picarescos: Porcel/Olmedo, Calabró /Altavista o Disi/Francella.
La dupla Cuba Godding Jr. y Horatio Sanz (el gordito de Saturday Night Live) está a la altura de la mesa de Sofovich. Pero no la película, ya que el lujo se da gracias a que no cae en el facilismo de reírse tomando aquello descripto en el primer párrafo como dogma, sino que se planta como su antítesis. Pero el problema es que la aceptación de los "diferentes" -la película nos provee del kit necesario para comenzar a ser políticamente correcto (Must have: negro, gordo, judio, latina, gay, travesti, inglés, oops, ¿dije inglés?)- parece filmada para explicarle esto a Homero Simpson. Para muestra un botón - fulgurante, por supuesto -: un gay cuenta la historia conmovedora aunque ilógica -que demonios, la tolerancia no tiene tiempos para esas cosas del cine- donde su padre lo acepta como es, para ello se detiene la música y empieza a sonar una melodía que parece salida de una publicidad de SITEA. Allí el protagonista entiende que ellos también son humanos. Todo el film exceptuando dos o tres escenas que realmente funcionan parece un capitulo de Barney dedicado a descubrir que todos los seres humanos somos iguales, pero en el show infantil solo hay un horrible muñeco ultravioleta y acá está Cuba Gooding Jr. disfrazado de vedette. Y encima ese es uno de los momentos que funciona.
Juan Manuel Dominguez.

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