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sábado, febrero 07, 2004

Doce hijos geniales 

Mas barato por docena (Cheaper by the dozen, Estados Unidos, 2003). Dirigida por Shawn Levy. Con Steve Martín, Bonnie Hunt, Asthon Kurcher, Hylary Duff y unos pendejos sin carisma.
ESTRENOS
Puntaje: 1. En los diarios:

Lo primero es la familia. Al menos eso parecen creer los catorce integrantes de la familia Baker, cuyo linaje se corresponde más con la televisiva y nefasta casta dominguera de Francella que con el cine al que dice pertenecer, lo mismo que le sucede a cualquier producción cinematográfica donde trabaje el ex-extermineitor. En una astucia de antaño, tan vetusta como oxidada, la película cuenta como la multiestelarizada familia debe mudarse del campo, luego de que la oportunidad golpee la puerta de su cielo por segunda ocasión y papá la acepte para poder así cumplir con su sueño: trabajar como entrenador de primera división en el equipo cuyos colores lleva el corazón. Pero mamá también tendrá la posibilidad de publicar su libro "Mas barato por docena" (tiemble Bucay) y los abandonará para promocionarlo. Aquello, la ausencia de papi que está trabajando todo el día y nunca está en casa y la difícil adaptación a la ciudad, ese lugar donde nadie sabe tu nombre, sembrará el resentimiento en los doce críos y así, desde el más grande al más pequeño solo buscaran volver a casa y de paso exponer el aborrecimiento hacia los narcisos padres. Aunque la madre en realidad se haya ido sólo por quince días. Todo finaliza, previo cataclismo con divorcio en puerta y muchos ¨Te odio¨ airados al viento como balines, en un happy ending donde los progenitores declinan sus sueños y/o los truecan por más tiempo con su antojada docena en la rústica y querida casa en la pradera, el lugar que más les gusta en su mundo privado.
Todo en clave light, desde los chistes sin burbujas hasta las construcciones arquetípicas de los hijos y las situaciones (de)generadas por estos, pasando por una musicalización que nos arrastra de los pies, un Ashton Kurcher cada vez más lejano del de Dude ¿dónde esta mi auto? y el envase de plástico (facial) que envuelve todo el paquete, Steve Martin. La suma de todos aquellos medios/miedos no es nada comparada con la mula argumental que puja esta carreta fílmica, mula que se mueve gracias la zanahoria del precámbrico que vendría a ser la idea de celebrar la frustración de los sueños laborales para así descubrir la verdadera fuerza del cariño, aquella proveniente de la familia. Un pensamiento que espanta a años luz de distancia, una castración fílmica que no merece ni el lujo de verla en su idioma original. Igual cuando se filman burradas y encima de semejante grosor se (sobre)entiende en cualquier idioma, sean doce, veinte o sólo un hijo genial los que motivan semejantes ¨películas para niños¨ o ¨para toda la familia¨.
Juan Manuel Dominguez.

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