miércoles, febrero 25, 2004
La cruzada de la emoción
Tierra de sueños (In America, Irlanda/Reino Unido, 2002). Dirigida por Jim Sheridan. Con Paddy Considine, Samantha Morton, Sarah Bolger, Emma Bolger. Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 4. En los diarios: Horacio Bernades (Página/12): ; Paraná Sendrós (Ambito Financiero): 6; Fernando López (La Nación): 8; Aníbal Vinelli (Clarín): 8. Metacritic: 74. Rotten Tomatoes: 89%.
"La muerte está tan segura de ganar que nos da toda una vida de ventaja","Lo esencial es invisible a los ojos", "Creer o reventar" o -voto por este último- "Felices los niños". Cualquier slogan banal podría ilustrar laintención de Jim Sheridan al realizar Tierra de sueños. Porque de eso se trata, de dejar un "mensaje", una especie de moraleja ante la caterva de dramas que rodea a una familia irlandesa que llega a Estados Unidos para hacerse la América. Si a esto le sumamos que el film está narrado por una nena (Sarah Bolger) que pasó por todas esas tragedias y sobrevivió -llamativamente sin el mínimo rasguño emocional- para contarlas, el cocktail puede llegar a indigestar hasta al estómago más entrenado. Nada parece derrumbar a esta chica, ni a su hermana (Emma Bolger), que en poco más de una decena de años vivió una larga lista de calamidades, a saber: 1) la muerte de un hermanito; 2) las desventuras de su padre (Paddy Considine) que no consigue trabajo como actor; 3) el embarazo de su madre (Samantha Morton) que por un problema sanguíneo corre riesgo de morir en el parto; 4) la enfermedad terminal de un vecino (Djimon Hounsou) 5) la falta de agua, de luz o de cualquier elemento que haga habitable el edificio donde viven. En su cruzada por emocionar a cualquier precio Sheridan juega inescrupulosamente con el riesgo de que a esas nenas les pase algo terrible (cuando, disfrazadas por Halloween recorren el edificio, cuando la hermana mayor dona sangre para el bebé recién nacido o cuando le hace respiración boca a boca al vecino Mateo). Tampoco los grandes quedan inmunes a la tentación del director de hacerlos vivir al límite: el padre trae furioso un aire acondicionado en medio del caótico tránsito neoyorquino, se pelea con el más malo de la cuadra, se gasta todos los ahorros para comprarle un muñequito de ET a su hija (el subrayado del marcador Sheridan en esta escena es tan obvio como sus ralentis y sus pausas oportunistas). Pero el punto máximo de aberración está en la escena del parto: mediante un montaje paralelo, que en otro contexto hubiera sido una proeza loable, en manos de Sheridan resulta una competencia por quién se muere primero (la madre, el vecino o la criatura a punto de nacer). El "chán" final: Tierra de sueños está dedicada a la memoria de un hermano del director, Frankie (el mismo nombre que tiene el nene muerto en la película). Ni siquiera se pueden rescatar las actuaciones de Tierra de sueños: Sheridan expone de tal manera a los intérpretes (Morton y Hounsou nominados al Oscar) que cualquier esfuerzo actoral desemboca en un solo camino: el de la vergüenza ajena. Los sucesivos milagros que se producen en esta siniestra tierra de sueños hacen el resto.
Agustina Larrea.
ESTRENO
Puntaje: 4. En los diarios: Horacio Bernades (Página/12): ; Paraná Sendrós (Ambito Financiero): 6; Fernando López (La Nación): 8; Aníbal Vinelli (Clarín): 8. Metacritic: 74. Rotten Tomatoes: 89%.
"La muerte está tan segura de ganar que nos da toda una vida de ventaja","Lo esencial es invisible a los ojos", "Creer o reventar" o -voto por este último- "Felices los niños". Cualquier slogan banal podría ilustrar laintención de Jim Sheridan al realizar Tierra de sueños. Porque de eso se trata, de dejar un "mensaje", una especie de moraleja ante la caterva de dramas que rodea a una familia irlandesa que llega a Estados Unidos para hacerse la América. Si a esto le sumamos que el film está narrado por una nena (Sarah Bolger) que pasó por todas esas tragedias y sobrevivió -llamativamente sin el mínimo rasguño emocional- para contarlas, el cocktail puede llegar a indigestar hasta al estómago más entrenado. Nada parece derrumbar a esta chica, ni a su hermana (Emma Bolger), que en poco más de una decena de años vivió una larga lista de calamidades, a saber: 1) la muerte de un hermanito; 2) las desventuras de su padre (Paddy Considine) que no consigue trabajo como actor; 3) el embarazo de su madre (Samantha Morton) que por un problema sanguíneo corre riesgo de morir en el parto; 4) la enfermedad terminal de un vecino (Djimon Hounsou) 5) la falta de agua, de luz o de cualquier elemento que haga habitable el edificio donde viven. En su cruzada por emocionar a cualquier precio Sheridan juega inescrupulosamente con el riesgo de que a esas nenas les pase algo terrible (cuando, disfrazadas por Halloween recorren el edificio, cuando la hermana mayor dona sangre para el bebé recién nacido o cuando le hace respiración boca a boca al vecino Mateo). Tampoco los grandes quedan inmunes a la tentación del director de hacerlos vivir al límite: el padre trae furioso un aire acondicionado en medio del caótico tránsito neoyorquino, se pelea con el más malo de la cuadra, se gasta todos los ahorros para comprarle un muñequito de ET a su hija (el subrayado del marcador Sheridan en esta escena es tan obvio como sus ralentis y sus pausas oportunistas). Pero el punto máximo de aberración está en la escena del parto: mediante un montaje paralelo, que en otro contexto hubiera sido una proeza loable, en manos de Sheridan resulta una competencia por quién se muere primero (la madre, el vecino o la criatura a punto de nacer). El "chán" final: Tierra de sueños está dedicada a la memoria de un hermano del director, Frankie (el mismo nombre que tiene el nene muerto en la película). Ni siquiera se pueden rescatar las actuaciones de Tierra de sueños: Sheridan expone de tal manera a los intérpretes (Morton y Hounsou nominados al Oscar) que cualquier esfuerzo actoral desemboca en un solo camino: el de la vergüenza ajena. Los sucesivos milagros que se producen en esta siniestra tierra de sueños hacen el resto.
Agustina Larrea.