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viernes, febrero 27, 2004

Waterworld 

Capitán de mar y guerra. La costa más lejana del mundo. (Master and commander. The far side of the world, EE.UU, 2003). Dirigida por Peter Weir. Con Russell Crow, Paul Bettany, James D´arcy, Edward Innes.
Ficha técnica.
ESTRENO.
Puntaje: 9. En los diarios: Martín Pérez (Página/12): ; Diego Curubeto (Ambito Financiero): 6; Fernando López (La Nación): 8; Aníbal Vinelli (Clarín): 10. Metacritic: 82. Rotten Tomatoes: 85%.

Cada fotograma de Capitán de mar y guerra emana grandeza. Esa grandeza proviene de los personajes, del tono épico de la historia, de Peter Weir, del mar y, sobre todo, de la tradición del cine clásico y muchos de sus códigos que se hacen presentes para demostrar, una vez más, que todavía hay lugar (y es necesario que así sea) para que se cuenten historias de esta manera. No se trata de hacer acá una defensa del clasicismo ni de llorar nostálgicamente una forma de hacer cine. No es mi intención transformarme en una de esas personas que se oponen a otras formas narrativas quejándose y repitiendo que todo tiempo pasado fue mejor. Pero pienso que es necesario valorar como es debido a este tipo de películas que se montan en una tradición que ha demostrado que narrar a su manera es una de las mejores que haya dado el cine. ¿Qué se necesita para narrar de esta manera? Bueno, Peter Weir da la respuesta con su película: es necesario poner todo al servicio de la historia, no perder de vista nunca a los personajes, tocar muchos temas (en este caso se trata del profesionalismo, la camaradería, la vida en el mar, el enfrentamiento entre la ciencia y el deber militar representado en la acción, el pequeño lugar que cada uno ocupa en La Historia) que subyacen en la trama sin nunca empañar el ritmo de la narración, no recurrir a golpes de efecto, dotar a cada plano de mucha belleza sin que deje de ser funcional. Para llegar a este resultado, Weir se sirvió de muchos efectos especiales y de una edición de sonido impecables que son realmente espectaculares pero que no llaman la atención justamente porque el relato es mucho más importante. Así, esta divertidísima película se acerca a una obra maestra al conseguir que todos los temas que trata se compriman, sin parecer forzados, en su propio mundo, uno hecho exclusivamente de agua salada. En Capitán de mar y guerra no hay lugar para el cinismo ni para el regodeo y el lucimiento individual de nadie (ni del director, ni de los actores ni de ningún rubro técnico). Solo hay amor por la aventura, el cine y el mar. Y por el viejo y eterno placer de contar historias.
Sebastián Nuñez.

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