viernes, abril 30, 2004
¿No sería hermoso?
Como si fuera la primera vez (50 First Dates, Estados Unidos, 2003). Dirigida por Peter Segal. Con Adam Sandler, Drew Barrymore, Rob Schneider, Sean Astin y Dan Aykroyd. Ficha técnica.
ESTRENO
Puntaje: 9. En los diarios: Martín Pérez (página/12): ; Diego Lerer (Clarín): 8; Adolfo C. Martínez (La Nación): 6. Metacritic: 46. Rotten Tomatoes: 40%.
Ya muchos sabemos lo que significa Adam Sandler y sus películas para el cine actual. Tanto él como Ben Stiller, Owen Wilson, Jack Black, Will Ferrell, los hermanos Farrelly y siguen las firmas, con sus maravillosas comedias, están haciendo del cine (y del mundo) algo mucho mejor. Lo que resulta terrible y alarmante es cómo se le está dando la espalda a este tipo de películas, en afán de rescatar asuntos más “serios y comprometidos” (aunque muy inferiores en cualquiera de los sentidos posibles), alegando falsamente (basta solo con ver las películas) que es un cine banal, infantil y efímero. Bueno, lamento herir sensibilidades bienpensantes, pero debo decir que este cine suele ser mucho más interesante, suele decir más y mejores cosas sobre el mundo, que todas Las invasiones bárbaras, los 21 gramos, los A los trece del mundo. Lo que estoy diciendo no es nada nuevo, y no soy el primero que lo dice, pero siempre es bueno reiterarlo las veces que sea posible.
Como si fuera la primera vez, nuevo catálogo de desopilancias y dechado de emociones de inconfundible marca Sandler, es un digno exponente de lo antes mencionado. Una comedia romántica con harta cantidad de aquellas dos cosas, aunque tal vez sea la película Sandler con mayor carga emotiva, con mayor romanticismo y, en cierto modo, la más trágica (todo esto si dejamos afuera la obra maestra Embriagado de amor de P.T. Anderson, que si bien toma varios elementos del universo Sandler, no es una “película Sandler” per se). Es que si bien 50 First Dates es una comedia hecha y derecha, con una cantidad infinita de gags que funcionan todos a la perfección y una galería de personajes secundarios desopilantes e inolvidables (uno de ellos es una de las ideas más brillantes que se hayan visto, 10 Second Tom, un hombre que pierde la memoria cada 10 segundos), la tristeza inunda la historia en cada momento, debido a la angustia que genera el hecho de que el protagonista deba enamorar a su amada dia tras día, ya que ella perdió la memoria a corto plazo luego de un accidente y desde ese momento todos sus días son para ella aquel domingo del accidente. Adam y Drew, luego de La mejor de mis bodas, vuelven a confirmar que son la pareja perfecta, además de seguir haciéndonos creer que son las personas más buenas del mundo. Bah, en realidad todos los personajes que habitan la película –este es el primer film Sandler sin villanos- nos hacen creer eso.
Por último, hay un pequeño detalle que salta a la vista en el film. En el comienzo vemos un montaje de muchas chicas a quienes Henry, el protagonista, enamoró para luego abandonar poniendo excusas ridículas debido a su pánico al compromiso, y entre medio de todas esas chicas que cuentan sus andanzas con Henry de repente aparece un hombre. Es la primera vez en un film Sandler que la ambigüedad sexual se da en su propio personaje, ya que en los films anteriores estuvo siempre presente, pero en personajes secundarios. Y tampoco hay que dejar de destacar la hermosa música que inunda la película, que en este caso son versiones reggae de hits ochentosos como Drive de The Cars, Hold Me Now de los Thompson Twins –presente en su versión original en La mejor de mis bodas-, Friday I’m In Love de The Cure y, esta sí en su versión original, aunque también se escuchen sus acordes en la banda de sonido incidental, la inolvidable Wouldn’t It Be Nice? de los Beach Boys, que juega un papel importante en el film. Es por todo esto que 50 First Dates es otra película que reafirma que eso de las comedias es cosa seria.
Juan P. Martínez.
ESTRENO
Puntaje: 9. En los diarios: Martín Pérez (página/12): ; Diego Lerer (Clarín): 8; Adolfo C. Martínez (La Nación): 6. Metacritic: 46. Rotten Tomatoes: 40%.
Ya muchos sabemos lo que significa Adam Sandler y sus películas para el cine actual. Tanto él como Ben Stiller, Owen Wilson, Jack Black, Will Ferrell, los hermanos Farrelly y siguen las firmas, con sus maravillosas comedias, están haciendo del cine (y del mundo) algo mucho mejor. Lo que resulta terrible y alarmante es cómo se le está dando la espalda a este tipo de películas, en afán de rescatar asuntos más “serios y comprometidos” (aunque muy inferiores en cualquiera de los sentidos posibles), alegando falsamente (basta solo con ver las películas) que es un cine banal, infantil y efímero. Bueno, lamento herir sensibilidades bienpensantes, pero debo decir que este cine suele ser mucho más interesante, suele decir más y mejores cosas sobre el mundo, que todas Las invasiones bárbaras, los 21 gramos, los A los trece del mundo. Lo que estoy diciendo no es nada nuevo, y no soy el primero que lo dice, pero siempre es bueno reiterarlo las veces que sea posible.
Como si fuera la primera vez, nuevo catálogo de desopilancias y dechado de emociones de inconfundible marca Sandler, es un digno exponente de lo antes mencionado. Una comedia romántica con harta cantidad de aquellas dos cosas, aunque tal vez sea la película Sandler con mayor carga emotiva, con mayor romanticismo y, en cierto modo, la más trágica (todo esto si dejamos afuera la obra maestra Embriagado de amor de P.T. Anderson, que si bien toma varios elementos del universo Sandler, no es una “película Sandler” per se). Es que si bien 50 First Dates es una comedia hecha y derecha, con una cantidad infinita de gags que funcionan todos a la perfección y una galería de personajes secundarios desopilantes e inolvidables (uno de ellos es una de las ideas más brillantes que se hayan visto, 10 Second Tom, un hombre que pierde la memoria cada 10 segundos), la tristeza inunda la historia en cada momento, debido a la angustia que genera el hecho de que el protagonista deba enamorar a su amada dia tras día, ya que ella perdió la memoria a corto plazo luego de un accidente y desde ese momento todos sus días son para ella aquel domingo del accidente. Adam y Drew, luego de La mejor de mis bodas, vuelven a confirmar que son la pareja perfecta, además de seguir haciéndonos creer que son las personas más buenas del mundo. Bah, en realidad todos los personajes que habitan la película –este es el primer film Sandler sin villanos- nos hacen creer eso.
Por último, hay un pequeño detalle que salta a la vista en el film. En el comienzo vemos un montaje de muchas chicas a quienes Henry, el protagonista, enamoró para luego abandonar poniendo excusas ridículas debido a su pánico al compromiso, y entre medio de todas esas chicas que cuentan sus andanzas con Henry de repente aparece un hombre. Es la primera vez en un film Sandler que la ambigüedad sexual se da en su propio personaje, ya que en los films anteriores estuvo siempre presente, pero en personajes secundarios. Y tampoco hay que dejar de destacar la hermosa música que inunda la película, que en este caso son versiones reggae de hits ochentosos como Drive de The Cars, Hold Me Now de los Thompson Twins –presente en su versión original en La mejor de mis bodas-, Friday I’m In Love de The Cure y, esta sí en su versión original, aunque también se escuchen sus acordes en la banda de sonido incidental, la inolvidable Wouldn’t It Be Nice? de los Beach Boys, que juega un papel importante en el film. Es por todo esto que 50 First Dates es otra película que reafirma que eso de las comedias es cosa seria.
Juan P. Martínez.
Top 10 Bafici (primera parte)
Juan Manuel Dominguez:
1- Caravana al oeste (John Ford)
2- Shara (Naomi Kawase)
3- The Saddest Music in the World (Guy Maddin)
4- Los Angeles Plays Itself (Thom Andersen)
5- Johan Cruijff. En un momento dado (Ramón Gieling)
6- End of the Century (Jim Fields y Michael Garmaglia)
7- Gozu (Miike Takashi)
8- Intimate Confessions of a Chinese Courtesan (Chor Yuen)
9- Greendale (Neil Young -como Bernard Shakey)
10- Save the Green Planet! (Jeong Jun-hwan)
María Marta Sosa:
1- The Saddest Music in the World (Guy Maddin)
2- Zatoichi (Takeshi Kitano)
3- Goodbye Dragon Inn (Tsai Ming-liang)
4- Histoire de Marie et Julien (Jacques Rivette)
5- Les Triplettes de Belleville (Sylvain Chomet)
6- Shara (Naomi Kawase)
7- Intimate Confessions of a Chinese Courtesan (Chor Yuen)
8- Save the Green Planet! (Jeong Jun-hwan)
9- Aaltra (Benoît Delépine y Gustav de Kervern)
10- Triple Agent (Eric Rohmer)
Leandro Resenzveig:
1- Les Triplettes de Belleville (Sylvain Chomet)
2- Zatoichi (Takeshi Kitano)
3- Vai e vem (Joao César Monteiro)
4- Shara (Naomi Kawase)
5- Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera (Kim Ki-duk)
6- Aaltra (Benoît Delépine y Gustav de Kervern)
7- The fog of war (Errol Morris)
8- A story that Begins at the end (Murali Nair)
9- Control Room (Jehane Noujaim)
10- Festival Express (Bob Smeaton)
Sebastián Nuñez:
1- The saddest music in the world (Guy Maddin)
2- Le monde vivant (Eugene green)
3- Shara (Naomi Kawase)
4- Primavera, verano, invierno, otoño...y primavera (Kim Ki-duk)
5- Greendale (Neil Young - como bernard Shakey)
6- Histoire de Marie et Julien (Jacques Rivette)
7- Los guantes mágicos (Martín Rejtman)
8- Los Muertos (Lisandro Alonso)
9- End of the Century (Jim Fields y Michael Garmaglia)
10- Memories of murder (Bong Joon-ho)
1- Caravana al oeste (John Ford)
2- Shara (Naomi Kawase)
3- The Saddest Music in the World (Guy Maddin)
4- Los Angeles Plays Itself (Thom Andersen)
5- Johan Cruijff. En un momento dado (Ramón Gieling)
6- End of the Century (Jim Fields y Michael Garmaglia)
7- Gozu (Miike Takashi)
8- Intimate Confessions of a Chinese Courtesan (Chor Yuen)
9- Greendale (Neil Young -como Bernard Shakey)
10- Save the Green Planet! (Jeong Jun-hwan)
María Marta Sosa:
1- The Saddest Music in the World (Guy Maddin)
2- Zatoichi (Takeshi Kitano)
3- Goodbye Dragon Inn (Tsai Ming-liang)
4- Histoire de Marie et Julien (Jacques Rivette)
5- Les Triplettes de Belleville (Sylvain Chomet)
6- Shara (Naomi Kawase)
7- Intimate Confessions of a Chinese Courtesan (Chor Yuen)
8- Save the Green Planet! (Jeong Jun-hwan)
9- Aaltra (Benoît Delépine y Gustav de Kervern)
10- Triple Agent (Eric Rohmer)
Leandro Resenzveig:
1- Les Triplettes de Belleville (Sylvain Chomet)
2- Zatoichi (Takeshi Kitano)
3- Vai e vem (Joao César Monteiro)
4- Shara (Naomi Kawase)
5- Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera (Kim Ki-duk)
6- Aaltra (Benoît Delépine y Gustav de Kervern)
7- The fog of war (Errol Morris)
8- A story that Begins at the end (Murali Nair)
9- Control Room (Jehane Noujaim)
10- Festival Express (Bob Smeaton)
Sebastián Nuñez:
1- The saddest music in the world (Guy Maddin)
2- Le monde vivant (Eugene green)
3- Shara (Naomi Kawase)
4- Primavera, verano, invierno, otoño...y primavera (Kim Ki-duk)
5- Greendale (Neil Young - como bernard Shakey)
6- Histoire de Marie et Julien (Jacques Rivette)
7- Los guantes mágicos (Martín Rejtman)
8- Los Muertos (Lisandro Alonso)
9- End of the Century (Jim Fields y Michael Garmaglia)
10- Memories of murder (Bong Joon-ho)
lunes, abril 26, 2004
Tres miradas sobre lo que dejó el BAFICI
El video digital y su uso autónomo
Cada vez estamos más acostumbrados, especialmente en festivales, a aceptar con naturalidad la proyección de películas realizadas en video digital a la par de películas en celuloide. Muchos solemos mirar con desprecio a este tipo de realizaciones (independientemente de su calidad posterior) debido a la imagen artificiosa de este tipo de soporte. El video transmite una sensación de inmediatez y de carencia de “poesía visual” (léase también nostalgia de la imagen), resulta imposible que compita con la belleza y la magnificencia de la imagen fílmica.
Tal vez debamos replantearnos esta dicotomía, tal vez no existe tal confrontación. No sería mala idea dejar de pensar al video digital como cine en pequeña escala y comenzar a planetarlo como algo nuevo, diferente. No hacer y ver cine en video, sino simplemente video. Si bien parece que rescato una polémica vieja y banal, apunto a algo bien concreto: ciertos realizadores comprendieron esta diferencia desde un principio y supieron explotarla en su favor. Así es como Michael Almereyda en su sutil documental This So Called Disaster aprovecha a la imagen digital en su entera dimensión. Conociendo la profundidad de campo absoluta que este soporte presenta (es decir, todo está en foco al mismo tiempo, no hay distintos planos focales), Almereyda sitúa sus entrevistas a Sam Shepard con un fondo rural del fondo, donde predominan los verdes y los celestes. La intensidad del fondo, gracias a la saturación del video y a la nitidez de sus formas, se conforma en un denso entramado, que genera un alto impacto visual y una marcada estridencia en el espectador. Lo mismo al filmar los ensayos teatrales: la saturación del color en el video resalta mucho más los rojos, los azules y los verdes de la puesta teatral, reforzando la idea de sordidez que la obra elabora. Hamlet X, tal vez la peor “película” del festival, niega al digital la posibilidad de ser algo propio y lo manipula para que sea un subfílmico, desaprovechándolo.
La uniformidad de la puesta en escena
No vale la pena revisitar otra vieja polémica absurda y vetusta como la relativa a qué es el cine independiente. Pero sí vale la pena tratar con sus códigos y sus costumbres. Voy a tomar una en particular, aquella vinculada al tipo de puesta en escena en el que prevalecen los planos secuencias estáticos y excesivamente prolongados.
Si uno toma la filmografía de Tsai Ming Liang notará una abrumadora coherencia a la hore de filmar: planos larguísimos, anclados en lugares inusuales, con personajes maquinales o envueltos en actividades que involucran poco movimiento o poco cambio. Para Tsai, esta es una herramienta para narrar (maravillosamente) o bien el estancamiento o bien los mínimos detalles. En este festival, Goodbye dragon Inn es otra maravillosa muestra de esto. No extraña que Lee Kang Sheng, actor fetiche de Tsai y discípulo, aplique el mismo método de filmar en su ópera prima (fallida) The Missing. Ahora bien, es un poco más llamativo que All Tomorrow´s parties, película china en competencia, y más aún que Los muertos, película argentina de Lisandro Alonso, hagan uso del mismo modo de filmar. Tomaremos estos cuatro ejemplos, pero abundan los casos similares en este festival.
No resulta menor el hecho de que en todas las películas mencionadas haya además planos desmedidamente largos de gente comiendo. Son planos que no aportan nada, que aburren y además ponen en evidencia la artificiosidad del relato fílmico (debido a las tomas y retomas, los actores suelen comer bocados muy pequeños en este tipo de planos).
Planteémonos entonces si no se está construyendo un “modo de filmar independiente”, en el que abundan planos secuencias (muchos de ellos injustificados, como el final de Darkness bride, donde la cámara se apoya en un camión con ladrillos en movimiento), la inmovilidad de la cámara y el retrato de lugares vacíos, recurso que hace rato se ha agotado y que no siempre funciona como simbolismo o metáfora de algo más. Si el plano secuencia era un recurso de auteur en los buenos tiempos de De Palma, las nuevas generaciones lo han transformado en una variante trivial y convencional.
El documental y su apoteosis norteamericana
Mucho hablamos durante el año sobre el cine norteamericano y solemos referirnos a él como sinónimo del cine Hollywoodense. Error. También damos por sentado que el único tipo de cine que los norteamericanos saben producir es ficcional. Nuevo error. Si bien la sociedad en general se ha contentado con Michael Moore como la imagen viva del documentrarista, hay por detrás otros nombres tal vez más serios, comprometidos y talentosos a la hora de buscar historias ocultas. El festival ha presentado entre su programación a figuras muy distintas con películas diferentes pero igualmente fascinantes: Errol Morris, documentarista de la vieja escuela y original creador de documentales reflexivos (donde la misma realización del documental se pone en duda) realizó The Fog of War, basado en entrevistas a Robert Macnamara, secretario de Defensa norteamericano durante la Guerra de Vietnam; Sam Green llegó hasta el BAFICI para presentar su documental (codirigido con Bill Siegel) sobre los grupos revolucionarios en Estados Unidos que protestaban contra Vietnam, la discriminación y la falta de compromiso de la gente y de los políticos con las causas justas; finalmente, Thom Andersen, académico y realizador, presentó en medio de una restrospectiva su hermosa reflexión sobre la manera en que Hollywood representó históricamente a la ciudad de Los Angeles, entitulado Los Angeles Plays Itself.
A través de entrevistas, manipulación de imágenes de archivo y la activa presencia de los realizadores (Green y Morris entrevistando, Andersen narrando), los tres documentales presentan una notable solidez, un poder de captación de la atención notable y un compartido compromiso con el material en cuestión (sea con la ciudad natal para Andersen y con la historia real detrás de la historia que nos contaron para Morris y Green/Siegel).
Tres obras no ficcionales norteamericanas, tres estilos diferentes, tres reconstrucciones maravillosas. Tal vez es hora de que hagamos lugar para pedazos de realidad en nuestro hermético mundo ficcional.
Guido Segal.
Cada vez estamos más acostumbrados, especialmente en festivales, a aceptar con naturalidad la proyección de películas realizadas en video digital a la par de películas en celuloide. Muchos solemos mirar con desprecio a este tipo de realizaciones (independientemente de su calidad posterior) debido a la imagen artificiosa de este tipo de soporte. El video transmite una sensación de inmediatez y de carencia de “poesía visual” (léase también nostalgia de la imagen), resulta imposible que compita con la belleza y la magnificencia de la imagen fílmica.
Tal vez debamos replantearnos esta dicotomía, tal vez no existe tal confrontación. No sería mala idea dejar de pensar al video digital como cine en pequeña escala y comenzar a planetarlo como algo nuevo, diferente. No hacer y ver cine en video, sino simplemente video. Si bien parece que rescato una polémica vieja y banal, apunto a algo bien concreto: ciertos realizadores comprendieron esta diferencia desde un principio y supieron explotarla en su favor. Así es como Michael Almereyda en su sutil documental This So Called Disaster aprovecha a la imagen digital en su entera dimensión. Conociendo la profundidad de campo absoluta que este soporte presenta (es decir, todo está en foco al mismo tiempo, no hay distintos planos focales), Almereyda sitúa sus entrevistas a Sam Shepard con un fondo rural del fondo, donde predominan los verdes y los celestes. La intensidad del fondo, gracias a la saturación del video y a la nitidez de sus formas, se conforma en un denso entramado, que genera un alto impacto visual y una marcada estridencia en el espectador. Lo mismo al filmar los ensayos teatrales: la saturación del color en el video resalta mucho más los rojos, los azules y los verdes de la puesta teatral, reforzando la idea de sordidez que la obra elabora. Hamlet X, tal vez la peor “película” del festival, niega al digital la posibilidad de ser algo propio y lo manipula para que sea un subfílmico, desaprovechándolo.
La uniformidad de la puesta en escena
No vale la pena revisitar otra vieja polémica absurda y vetusta como la relativa a qué es el cine independiente. Pero sí vale la pena tratar con sus códigos y sus costumbres. Voy a tomar una en particular, aquella vinculada al tipo de puesta en escena en el que prevalecen los planos secuencias estáticos y excesivamente prolongados.
Si uno toma la filmografía de Tsai Ming Liang notará una abrumadora coherencia a la hore de filmar: planos larguísimos, anclados en lugares inusuales, con personajes maquinales o envueltos en actividades que involucran poco movimiento o poco cambio. Para Tsai, esta es una herramienta para narrar (maravillosamente) o bien el estancamiento o bien los mínimos detalles. En este festival, Goodbye dragon Inn es otra maravillosa muestra de esto. No extraña que Lee Kang Sheng, actor fetiche de Tsai y discípulo, aplique el mismo método de filmar en su ópera prima (fallida) The Missing. Ahora bien, es un poco más llamativo que All Tomorrow´s parties, película china en competencia, y más aún que Los muertos, película argentina de Lisandro Alonso, hagan uso del mismo modo de filmar. Tomaremos estos cuatro ejemplos, pero abundan los casos similares en este festival.
No resulta menor el hecho de que en todas las películas mencionadas haya además planos desmedidamente largos de gente comiendo. Son planos que no aportan nada, que aburren y además ponen en evidencia la artificiosidad del relato fílmico (debido a las tomas y retomas, los actores suelen comer bocados muy pequeños en este tipo de planos).
Planteémonos entonces si no se está construyendo un “modo de filmar independiente”, en el que abundan planos secuencias (muchos de ellos injustificados, como el final de Darkness bride, donde la cámara se apoya en un camión con ladrillos en movimiento), la inmovilidad de la cámara y el retrato de lugares vacíos, recurso que hace rato se ha agotado y que no siempre funciona como simbolismo o metáfora de algo más. Si el plano secuencia era un recurso de auteur en los buenos tiempos de De Palma, las nuevas generaciones lo han transformado en una variante trivial y convencional.
El documental y su apoteosis norteamericana
Mucho hablamos durante el año sobre el cine norteamericano y solemos referirnos a él como sinónimo del cine Hollywoodense. Error. También damos por sentado que el único tipo de cine que los norteamericanos saben producir es ficcional. Nuevo error. Si bien la sociedad en general se ha contentado con Michael Moore como la imagen viva del documentrarista, hay por detrás otros nombres tal vez más serios, comprometidos y talentosos a la hora de buscar historias ocultas. El festival ha presentado entre su programación a figuras muy distintas con películas diferentes pero igualmente fascinantes: Errol Morris, documentarista de la vieja escuela y original creador de documentales reflexivos (donde la misma realización del documental se pone en duda) realizó The Fog of War, basado en entrevistas a Robert Macnamara, secretario de Defensa norteamericano durante la Guerra de Vietnam; Sam Green llegó hasta el BAFICI para presentar su documental (codirigido con Bill Siegel) sobre los grupos revolucionarios en Estados Unidos que protestaban contra Vietnam, la discriminación y la falta de compromiso de la gente y de los políticos con las causas justas; finalmente, Thom Andersen, académico y realizador, presentó en medio de una restrospectiva su hermosa reflexión sobre la manera en que Hollywood representó históricamente a la ciudad de Los Angeles, entitulado Los Angeles Plays Itself.
A través de entrevistas, manipulación de imágenes de archivo y la activa presencia de los realizadores (Green y Morris entrevistando, Andersen narrando), los tres documentales presentan una notable solidez, un poder de captación de la atención notable y un compartido compromiso con el material en cuestión (sea con la ciudad natal para Andersen y con la historia real detrás de la historia que nos contaron para Morris y Green/Siegel).
Tres obras no ficcionales norteamericanas, tres estilos diferentes, tres reconstrucciones maravillosas. Tal vez es hora de que hagamos lugar para pedazos de realidad en nuestro hermético mundo ficcional.
Guido Segal.
sábado, abril 24, 2004
Del crepúsculo al amanecer
Leo sigue con el 6° Bafici.
Goff in desert (3) de Heinz Emigholz. El realizador alemán presenta un trabajo con tan pocas ideas cinematográficas que sólo parece un catalogo de feria arquitectónica o de estudio de arquitectura para publico burgués. Exponiendo en su mayoría cámaras fijas vemos por segundos planos de construcciones (como si utilizáramos un stereografthe perfecscope) realizadas gracias al genial arquitecto y no tan conocido Bruce Goff. Nada mas que eso, planos que se prenden y se apagan, fotos con sonidos ambientales. Una película que sólo puede interesarle a quien vea el arte de la arquitectura con una mirada profesional, cultural o a alguien que necesite descansar los ojos. Una película que oscurece a medida que va avanzando o al menos, a algunos de nosotros, nos duerme.
Go further (7) de Ron Mann. Un documental protagonizado por Woody (Allen) Harrelson dándonos la bienvenida al magical mistery tour de la ecología y el medio ambiente. Esta película se resuelve como una comedia de escépticos, iniciadores y luchadores por un mundo mejor. Deportistas lastimados, integrantes que vienen y se van, gente que se enamora, practicas para enfrentar a la policía en manifestaciones pacifistas. Un viaje único y muy divertido enfrentando a la carne y a la chatarra sucia del universo y abrazando los productos orgánicos. La parte mas asquerosa es enterarnos que la leche tiene pus y sangre ya que las maquinas que succionan de la ubre de las vacas lo hacen con demasiada fuerza lastimándolas.
Live Forever (7) de John Dower. Este documental, completamente disfrutable, nos hace dar una vuelta por la Inglaterra en los ‘90. El cambio de visión cultural, el enfrentamiento de Oasis y Blur, la fuerza de la incomparable Common People de Pulp y el alejamiento de la pelea por el titulo de Massive Attack. Es un documental muy Much Music Canada, superficial, con ideas colgando por todos lados pero con un ritmo vertiginoso y eclécticas declaraciones. Nos acercamos a lo que fue al amanecer de una renovada clase política (los laborales con Tonny Blair a la cabeza) que se asocio a movimientos culturales (el boom del brit pop de los ‘90) para luego terminar desilusionando a casi todos. Una historia que se parece un poquito a la nuestra ¿Alguien se acuerda de la alianza y el apoyo de los artistas locales?
Leandro Rosenzveig.
Goff in desert (3) de Heinz Emigholz. El realizador alemán presenta un trabajo con tan pocas ideas cinematográficas que sólo parece un catalogo de feria arquitectónica o de estudio de arquitectura para publico burgués. Exponiendo en su mayoría cámaras fijas vemos por segundos planos de construcciones (como si utilizáramos un stereografthe perfecscope) realizadas gracias al genial arquitecto y no tan conocido Bruce Goff. Nada mas que eso, planos que se prenden y se apagan, fotos con sonidos ambientales. Una película que sólo puede interesarle a quien vea el arte de la arquitectura con una mirada profesional, cultural o a alguien que necesite descansar los ojos. Una película que oscurece a medida que va avanzando o al menos, a algunos de nosotros, nos duerme.
Go further (7) de Ron Mann. Un documental protagonizado por Woody (Allen) Harrelson dándonos la bienvenida al magical mistery tour de la ecología y el medio ambiente. Esta película se resuelve como una comedia de escépticos, iniciadores y luchadores por un mundo mejor. Deportistas lastimados, integrantes que vienen y se van, gente que se enamora, practicas para enfrentar a la policía en manifestaciones pacifistas. Un viaje único y muy divertido enfrentando a la carne y a la chatarra sucia del universo y abrazando los productos orgánicos. La parte mas asquerosa es enterarnos que la leche tiene pus y sangre ya que las maquinas que succionan de la ubre de las vacas lo hacen con demasiada fuerza lastimándolas.
Live Forever (7) de John Dower. Este documental, completamente disfrutable, nos hace dar una vuelta por la Inglaterra en los ‘90. El cambio de visión cultural, el enfrentamiento de Oasis y Blur, la fuerza de la incomparable Common People de Pulp y el alejamiento de la pelea por el titulo de Massive Attack. Es un documental muy Much Music Canada, superficial, con ideas colgando por todos lados pero con un ritmo vertiginoso y eclécticas declaraciones. Nos acercamos a lo que fue al amanecer de una renovada clase política (los laborales con Tonny Blair a la cabeza) que se asocio a movimientos culturales (el boom del brit pop de los ‘90) para luego terminar desilusionando a casi todos. Una historia que se parece un poquito a la nuestra ¿Alguien se acuerda de la alianza y el apoyo de los artistas locales?
Leandro Rosenzveig.
viernes, abril 23, 2004
Europa Europa
6° Bafici. Leo insiste con tres más.
Mister V (8) de Emilie Deleuze. La síntesis argumental del catalogo explicaba que se trataba de la historia de un caballo y lo que gira alrededor de éste, pero lo que vemos en la película es otra cosa. Un relato sobre las personas, los caballos y sus relaciones. El dueño de un potro muere castigado por su ejemplar. Su hermano se va a vivir con la viuda y su sobrina a su casa de campo para trabajar en el establo. Muy pronto el hermano queda completamente hipnotizado por el cuerpo de su cuñada y también con el de Mister V (el caballo que mató a su hermano). Extrañamente comienzan a vivir un triangulo amoroso a partir de los celos de los personajes y la necesidad de liberación. La afinidad de sus permanencias a muerte retrata la fiereza de su permanente afición. Aunque el final es bastante desesperanzador para los equinos ya que los humanos sólo desean ir a un parque de diversiones para subirse a los caballos de juguete.
La estrategia de la araña (7) de Bernardo Bertolucci. En el marco de un ciclo dedicado a la obra de Eduardo de Gregorio tuvimos la posibilidad de ver esta interesante película en la cual hace la adaptación de un cuento de Borges llamado “Tema del traidor y del héroe”. El director toma a un pueblo entero como escenario para sus personajes. Un hombre llega a un pueblo fantasma habitado por viejos misteriosos y con una sola mujer de edad. Este hombre es conocido ya que es idéntico a su padre, un mártir para todos. Descubre que su padre fue asesinado y comienza a buscar al asesino mediante deducciones y ahí aparecen las acertadas vueltas de tuerca del guión. Recorriendo un pasado de entreguerras, Bertolucci nos entrega una historia de fantasmas, de descubrimientos, de vivencias únicas, de emociones inexplicables que recién al final logra apagar la pólvora caliente de ese destino que no terminaba de cerrar.
Triple Agent (7) de Eric Romher. La tarea era difícil, hoy casi nadie hace películas de espionaje internacional. Sin embargo el veterano director francés propone una historia muy dialogada y estilística, intrigante, con una atractiva suavidad. Se trata de un film político que gira alrededor del amor de una pareja en territorio extranjero. El es ruso, ella es griega y viven en Francia. Las vivencias cotidianas y lo que surge de la dicotomía ciudad / campo es una excusa en medio de una crisis mundial a punto de explotar. Quizás le falte un poco mas de acción y movimiento a la película pero puede disfrutarse el trazo fino del maestro.
Leandro Rosenzveig.
Mister V (8) de Emilie Deleuze. La síntesis argumental del catalogo explicaba que se trataba de la historia de un caballo y lo que gira alrededor de éste, pero lo que vemos en la película es otra cosa. Un relato sobre las personas, los caballos y sus relaciones. El dueño de un potro muere castigado por su ejemplar. Su hermano se va a vivir con la viuda y su sobrina a su casa de campo para trabajar en el establo. Muy pronto el hermano queda completamente hipnotizado por el cuerpo de su cuñada y también con el de Mister V (el caballo que mató a su hermano). Extrañamente comienzan a vivir un triangulo amoroso a partir de los celos de los personajes y la necesidad de liberación. La afinidad de sus permanencias a muerte retrata la fiereza de su permanente afición. Aunque el final es bastante desesperanzador para los equinos ya que los humanos sólo desean ir a un parque de diversiones para subirse a los caballos de juguete.
La estrategia de la araña (7) de Bernardo Bertolucci. En el marco de un ciclo dedicado a la obra de Eduardo de Gregorio tuvimos la posibilidad de ver esta interesante película en la cual hace la adaptación de un cuento de Borges llamado “Tema del traidor y del héroe”. El director toma a un pueblo entero como escenario para sus personajes. Un hombre llega a un pueblo fantasma habitado por viejos misteriosos y con una sola mujer de edad. Este hombre es conocido ya que es idéntico a su padre, un mártir para todos. Descubre que su padre fue asesinado y comienza a buscar al asesino mediante deducciones y ahí aparecen las acertadas vueltas de tuerca del guión. Recorriendo un pasado de entreguerras, Bertolucci nos entrega una historia de fantasmas, de descubrimientos, de vivencias únicas, de emociones inexplicables que recién al final logra apagar la pólvora caliente de ese destino que no terminaba de cerrar.
Triple Agent (7) de Eric Romher. La tarea era difícil, hoy casi nadie hace películas de espionaje internacional. Sin embargo el veterano director francés propone una historia muy dialogada y estilística, intrigante, con una atractiva suavidad. Se trata de un film político que gira alrededor del amor de una pareja en territorio extranjero. El es ruso, ella es griega y viven en Francia. Las vivencias cotidianas y lo que surge de la dicotomía ciudad / campo es una excusa en medio de una crisis mundial a punto de explotar. Quizás le falte un poco mas de acción y movimiento a la película pero puede disfrutarse el trazo fino del maestro.
Leandro Rosenzveig.
jueves, abril 22, 2004
Aquí, allá y en todas partes
6° Bafici. Otro día.
A mansion by the lake (6) de Lester James Peries. De Sri Lanka tenemos una película clásica dramática. Alejándose del campo abyecto de las tv movies de la tarde, se disfruta en pantalla gigante por sus recorridos novelescos pero no termina de cerrar porque se cubre con sus propias contradicciones entre los estratos y las condiciones de vida de diferentes épocas sin dejarse llevar por su fuerza emocional. Por momentos aburre, pero es sólo una ilusión, la del fantasma creativo de sus responsables perdidos en el tiempo.
Control Room (8) de Jehane Noujaim. Esta vez, la directora de la interesante startup.com nos propone ingresar a Al Jazeera (el canal de cable de noticias del mundo árabe) en medio de la guerra de Irak. Los árabes trabajando en su canal y mostrando su visión de la realidad: no son todos religiosos, no son todos fundamentalistas, pero tienen ideas bastantes diferentes a sus pares de occidente que sólo se permiten estar del mismo lado cuando uno de los periodistas de Al Jazeera muere en manos de un misil norteamericano. Impresionante ver en planos generales del juego mediático y desfachatado creado por los políticos y periodistas americanos que termina con la puesta de Bush bajando de un superavión con su perrito en territorio enemigo y dando su discurso de victoria. Una luz brillante sobre la oscuridad de la que son responsables los medios del mundo para mostrar una guerra.
Wild side (8) de Sébastien Lifshitz. La película muestra en tono intimista un triangulo amoroso que desde el vamos resulta polémico y trasgresor: Una travesti y dos homosexuales. Pero el director no toma el camino fácil y no utiliza a los personajes para impactar deliberadamente de acuerdo a sus elecciones sexuales. Juega con el entrecruzamiento de sus cuerpos y almas como una cadena de ADN. La excusa es formar, a partir del pasado, el presente o dejar establecido un cambio a partir de un devenir voluntario.
Leandro Rosenzveig.
A mansion by the lake (6) de Lester James Peries. De Sri Lanka tenemos una película clásica dramática. Alejándose del campo abyecto de las tv movies de la tarde, se disfruta en pantalla gigante por sus recorridos novelescos pero no termina de cerrar porque se cubre con sus propias contradicciones entre los estratos y las condiciones de vida de diferentes épocas sin dejarse llevar por su fuerza emocional. Por momentos aburre, pero es sólo una ilusión, la del fantasma creativo de sus responsables perdidos en el tiempo.
Control Room (8) de Jehane Noujaim. Esta vez, la directora de la interesante startup.com nos propone ingresar a Al Jazeera (el canal de cable de noticias del mundo árabe) en medio de la guerra de Irak. Los árabes trabajando en su canal y mostrando su visión de la realidad: no son todos religiosos, no son todos fundamentalistas, pero tienen ideas bastantes diferentes a sus pares de occidente que sólo se permiten estar del mismo lado cuando uno de los periodistas de Al Jazeera muere en manos de un misil norteamericano. Impresionante ver en planos generales del juego mediático y desfachatado creado por los políticos y periodistas americanos que termina con la puesta de Bush bajando de un superavión con su perrito en territorio enemigo y dando su discurso de victoria. Una luz brillante sobre la oscuridad de la que son responsables los medios del mundo para mostrar una guerra.
Wild side (8) de Sébastien Lifshitz. La película muestra en tono intimista un triangulo amoroso que desde el vamos resulta polémico y trasgresor: Una travesti y dos homosexuales. Pero el director no toma el camino fácil y no utiliza a los personajes para impactar deliberadamente de acuerdo a sus elecciones sexuales. Juega con el entrecruzamiento de sus cuerpos y almas como una cadena de ADN. La excusa es formar, a partir del pasado, el presente o dejar establecido un cambio a partir de un devenir voluntario.
Leandro Rosenzveig.
viernes, abril 16, 2004
Otoño caliente
6 Bafici. Día 2.
En el segundo día entramos en calor aunque en el mundo exterior comenzó a hacer mas frío. Ya escuchamos comentarios de todos los amigo y conocidos que salen y entran de las salas como si las traspasaran mediante puertas giratorias. Contentos o puteando, casi nadie en forma neutra. Por ahora el festival presenta emociones bipolares. Como la primera película que vi hoy Aaltra (8) de Benoit Delépine. Los primeros planos recuerdan aquellos del realismo socialista, maquinas enormes, paisajes por explorar y explotar. Luego la película a partir de que los dos personajes quedan discapacitados ingresa en el terreno de una road movie de humor negro con claras influencias del genial Aki Kaurismaki, que hasta tiene el lujo de contar con él como actor para cerrarla. Filmada en blanco y negro marca los contrastes entre los bípedos y los ‘sobre ruedas’, los atrevidos y los conservadores y la vida y la muerte.
Le Génie helvétique (8) de Jean-Stéphane Bron posa su cámara casi todo el documental en el pasillo de las oficinas de una comisión que se dedica a tratar los limites de la manipulación genética para investigación, uso y desarrollo en la agricultura y la ganadería Suiza. Con una inquebrantable pedagogía se muestra el trabajo de los políticos, rebeldes en su granja, perfectamente diferenciados desde la derecha hasta la izquierda pasando por todos los puntos medios (radicales, granjeros, defensores del medio ambiente y representantes del ala media del pueblo) para luego ingresar en el gigantesco parlamento y ser presentada la propuesta para la votación final.
Llego luego el turno de Pulse (8) de Kiyoshi Kurosawa. El director nos hace entrar en su universo del terror psicológico con una historia espeluznante y fantástica a partir de la premisa de un mundo de computadoras peligrosas. La conexión de las personas por ese medio no quiebra su soledad y el espacio finito de fantasmas esta cada vez mas saturado y necesita nuevas ubicaciones. El mundo (Tokio) se ve contagiado por un cuarto prohibido y unas sombras que se impregnan a la pared para transmitir el horror de la muerte, de la soledad, de la poca diferenciación que, según el director, existe hoy entre los vivos y los muertos. Es el Apocalipsis y cada persona frente a su computadora, encierra en su soledad, su sopor, su inigualable angustia que roza la superficialidad, su búsqueda de muerte por error u omisión entre imanes que se atraen para no poder estar juntos y vagar como fantasmas en el espacio gracias a su soledad eterna.
Por último tuve que soportar 15 (3) de Royston Tan. Casi nada que ofrecer. En el comienzo amagó ser un mal film de la “bad Mtv”, pero después se transformo en un desabrido encuentro entre sudor, tatuajes, piercings, amor entre hermanos, pandillas y pocas ideas. Perteneciente a la competencia oficial tiene sólo un momento interesante que es el manual del suicida, una animación bastante divertida. El tema de la soledad adolescente es tristemente abordada por esta película de Singapur, tan oscura como soporífera, tan ambiciosa como poco inteligente.
Leandro Rosenzveig.
En el segundo día entramos en calor aunque en el mundo exterior comenzó a hacer mas frío. Ya escuchamos comentarios de todos los amigo y conocidos que salen y entran de las salas como si las traspasaran mediante puertas giratorias. Contentos o puteando, casi nadie en forma neutra. Por ahora el festival presenta emociones bipolares. Como la primera película que vi hoy Aaltra (8) de Benoit Delépine. Los primeros planos recuerdan aquellos del realismo socialista, maquinas enormes, paisajes por explorar y explotar. Luego la película a partir de que los dos personajes quedan discapacitados ingresa en el terreno de una road movie de humor negro con claras influencias del genial Aki Kaurismaki, que hasta tiene el lujo de contar con él como actor para cerrarla. Filmada en blanco y negro marca los contrastes entre los bípedos y los ‘sobre ruedas’, los atrevidos y los conservadores y la vida y la muerte.
Le Génie helvétique (8) de Jean-Stéphane Bron posa su cámara casi todo el documental en el pasillo de las oficinas de una comisión que se dedica a tratar los limites de la manipulación genética para investigación, uso y desarrollo en la agricultura y la ganadería Suiza. Con una inquebrantable pedagogía se muestra el trabajo de los políticos, rebeldes en su granja, perfectamente diferenciados desde la derecha hasta la izquierda pasando por todos los puntos medios (radicales, granjeros, defensores del medio ambiente y representantes del ala media del pueblo) para luego ingresar en el gigantesco parlamento y ser presentada la propuesta para la votación final.
Llego luego el turno de Pulse (8) de Kiyoshi Kurosawa. El director nos hace entrar en su universo del terror psicológico con una historia espeluznante y fantástica a partir de la premisa de un mundo de computadoras peligrosas. La conexión de las personas por ese medio no quiebra su soledad y el espacio finito de fantasmas esta cada vez mas saturado y necesita nuevas ubicaciones. El mundo (Tokio) se ve contagiado por un cuarto prohibido y unas sombras que se impregnan a la pared para transmitir el horror de la muerte, de la soledad, de la poca diferenciación que, según el director, existe hoy entre los vivos y los muertos. Es el Apocalipsis y cada persona frente a su computadora, encierra en su soledad, su sopor, su inigualable angustia que roza la superficialidad, su búsqueda de muerte por error u omisión entre imanes que se atraen para no poder estar juntos y vagar como fantasmas en el espacio gracias a su soledad eterna.
Por último tuve que soportar 15 (3) de Royston Tan. Casi nada que ofrecer. En el comienzo amagó ser un mal film de la “bad Mtv”, pero después se transformo en un desabrido encuentro entre sudor, tatuajes, piercings, amor entre hermanos, pandillas y pocas ideas. Perteneciente a la competencia oficial tiene sólo un momento interesante que es el manual del suicida, una animación bastante divertida. El tema de la soledad adolescente es tristemente abordada por esta película de Singapur, tan oscura como soporífera, tan ambiciosa como poco inteligente.
Leandro Rosenzveig.
jueves, abril 15, 2004
El sentido de la vida
6° Bafici. Día 1.
Y sí, comenzó una nueva edición del Festival Internacional de Cine Independiente, la sexta, y casi todos nosotros ya estábamos a primera hora allí, ayudando a levantar las persianas para ver que se traía. Desde temprano una lluvia indomable se desato sobre la ciudad, el festival comenzó callado, con humildad, a pesar de su avasalladora cantidad de películas.
En este primer día comencé con Daddy Cool (5) de Brady Lewis, con la sala a un 30% de su capacidad y todos ellos antes de que empiece la película mirando la grilla imposible, dándole vueltas una y otra vez, cambiando las fichas para no naufragar y abandonándose hacia un camino sin salida. Daddy Cool decepciona desde el comienzo, quiere acercarse a David Lynch pero no logra ni mantenerse en su carretera, chapotea por un sendero de fango. La historia del amor entre un transexual o travesti y un lobizón terapeuta que analiza al padre del protagonista tenía todas las de ganar pero se pierde el interés muy rápidamente.
Todas las otras películas que vi estaban prácticamente a sala llena. Seguí con A Smile (7) de Park Kyung-hee. La directora sorprende en el aspecto formal de la imagen. Permanentemente divide la pantalla con elementos naturales en 3 partes siempre verticales que se quiebran cada vez que hay relaciones sexuales. Es la historia de una fotógrafa que se está quedando ciega y para esquivar su problema abandona a todos sus afectos, sólo quiere volar y escapar. La película cae en varios momentos en pozos narrativos pero sus ideas visuales son admirables.
Mas tarde llegó la hora de que comience la función de This So-Called Disaster (5) de Michael Almereyda. A muchos de nosotros nos fastidia una obra de teatro, imagínense ahora una película con todos los condimentos de su preparación. Un clima asfixiante, horrendos focos calurosos rojos y azules, expresiones grandilocuentes, exceso de maquillaje. El día a día de la preproducción de la nueva obra escrita y dirigida por Sam Shepard. Lo mejor de todo esto son las aisladas anécdotas de los actores y la siempre simpática presencia de Woody Harrelson.
Por ultimo llegó la obra maestra tan esperada Les Triplettes de Belleville (10) de Sylavin Chomet. Una maravilla absoluta, una maquinita perfecta llena de engranajes que funcionan de memoria casi sin líneas de diálogos, sólo con sonidos, silencios y música. La historia de un ciclista secuestrado y su posterior intento de rescate por parte de personajes increíbles. Una película con animación de primer nivel y una historia llena de ideas y de situaciones inolvidables. Hasta el próximo día.
Leandro Rosenzveig.
Y sí, comenzó una nueva edición del Festival Internacional de Cine Independiente, la sexta, y casi todos nosotros ya estábamos a primera hora allí, ayudando a levantar las persianas para ver que se traía. Desde temprano una lluvia indomable se desato sobre la ciudad, el festival comenzó callado, con humildad, a pesar de su avasalladora cantidad de películas.
En este primer día comencé con Daddy Cool (5) de Brady Lewis, con la sala a un 30% de su capacidad y todos ellos antes de que empiece la película mirando la grilla imposible, dándole vueltas una y otra vez, cambiando las fichas para no naufragar y abandonándose hacia un camino sin salida. Daddy Cool decepciona desde el comienzo, quiere acercarse a David Lynch pero no logra ni mantenerse en su carretera, chapotea por un sendero de fango. La historia del amor entre un transexual o travesti y un lobizón terapeuta que analiza al padre del protagonista tenía todas las de ganar pero se pierde el interés muy rápidamente.
Todas las otras películas que vi estaban prácticamente a sala llena. Seguí con A Smile (7) de Park Kyung-hee. La directora sorprende en el aspecto formal de la imagen. Permanentemente divide la pantalla con elementos naturales en 3 partes siempre verticales que se quiebran cada vez que hay relaciones sexuales. Es la historia de una fotógrafa que se está quedando ciega y para esquivar su problema abandona a todos sus afectos, sólo quiere volar y escapar. La película cae en varios momentos en pozos narrativos pero sus ideas visuales son admirables.
Mas tarde llegó la hora de que comience la función de This So-Called Disaster (5) de Michael Almereyda. A muchos de nosotros nos fastidia una obra de teatro, imagínense ahora una película con todos los condimentos de su preparación. Un clima asfixiante, horrendos focos calurosos rojos y azules, expresiones grandilocuentes, exceso de maquillaje. El día a día de la preproducción de la nueva obra escrita y dirigida por Sam Shepard. Lo mejor de todo esto son las aisladas anécdotas de los actores y la siempre simpática presencia de Woody Harrelson.
Por ultimo llegó la obra maestra tan esperada Les Triplettes de Belleville (10) de Sylavin Chomet. Una maravilla absoluta, una maquinita perfecta llena de engranajes que funcionan de memoria casi sin líneas de diálogos, sólo con sonidos, silencios y música. La historia de un ciclista secuestrado y su posterior intento de rescate por parte de personajes increíbles. Una película con animación de primer nivel y una historia llena de ideas y de situaciones inolvidables. Hasta el próximo día.
Leandro Rosenzveig.
sábado, abril 10, 2004
Queso Mar del Plata
El final de esto, que venía de acá, que continuaba esto, que había empezado acá:
Progrma Screaming Mad Crampi. Puntaje: 2. No se puede evitar sentir incomodidad al castigar a un personaje como Mad Crampi, pero la verdad es que la ‘maldición de los freaks’ recae con más fuerza sobre Toxicbox y Run Run, Bunny! El amor irónico que siente sobre sus criaturas no termina de funcionar nunca ni como amor ni como ironía. El breve pero jugoso anecdotario sobre el personaje Mad Crampi parece más atractivo que su obra angloparlante. Esta vez no fue torta de Manolo, sino el deseo de tabaco y un fernet los motivos de alejamiento de la sala para amenizar la espera por Los peyotes.
The Tulse Luper Suitcaises (The Moab Story). (Peter Greenaway). Puntaje: 7. Para decepción de muchos, no está mal admitir que esta vez le salió bien a Greenaway. Encima usa los truquitos de siempre (sí, toda esa parafernalia barroca que suele ser insoportable). Hay que reconocer que esta primera entrega (¿de 7?) no se vuelve nunca odiosa aunque se vuelve larga y densa. Greenaway parece haber notado que su necesidad de recargar la pantalla constantemente se vuelve, cuanto menos, agotadora y tal vez por eso la segunda mitad de la película parece ser más moderada visualmente. Habrá que esperar a una próxima edición para que no defraude y entregue el material por el que se ganó el odio de casi todos.
Destino (Domenique Monfery). Puntaje: 7. Todos esperaban este corto (muchísima gente sacó su entrada y se retiró después de este aperitivo). Casi todos esperaban muchísimo más de este corto. La conjunción de los mundos de Dalí y Disney, nada más. Es increíble ver en imágenes lo mismo que cualquiera podía imaginar de ese batido, ni una pizca de sorpresa. La animación parece un tanto torpe por momentos, aunque no deja de ser atrapante visualmente. Pudo haber sido chocante en el 46, cuando se pensó, pero la connotación sexual en los dibujos animados de Disney ya es moneda corriente por estos días.
Um Filme Falado (Manoel de Oliveira). Puntaje: 9. Los portugueses parecen estar majaretas. Al menos de quienes se proyectaron películas en el festival. Oliveira se toma casi tantas libertades como Monteiros y termina su film de forma abrupta, con un cambio de registro casi impensable. La cara de Malkovich congelada mientras pasan los créditos provoca esa sensación en el espectador (ojo, uno gritó “devuelvanmé la guita”). Hasta ese momento la película era el recorrido de una profesora de historia y su hija en un crucero desde Portugal a Egipto mientras ella daba una clase básica de historia y el capitán Malkovich trataba de chamullarse a todo lo que se movía.
Laurel Canyon (Lisa Cholodenko). Puntaje: 5. El hype más grande del festival. Todos se embobaron con Frances McDormand fumando porro todo el día y con su novio, un simpatiquísimo aspirante de Chris Martin. Es cierto que la película se permite un poco de acción entre ellos y la novia del hijo de Frances, pero no es mucho más que eso y el carisma del cantante. Christian Bale es el hijo insoportable y al hacer de la película su historia empalidece el relato. El último plano intenta aportar un poco de atractivo visual a un film que se había hundido hacía unas decenas de minutos.
Haute tension (Alexandre Aja). Puntaje: 6. Gore tan atractivo visualmente como idiota y reaccionario en lo argumental. Todo lo que se puede pensar que está mal en una historia se hace presente. Lo que le da placer a los ojos, también. Es cierto que el hecho de que la historia no cierre nunca es intencional (nadie puede ser tan idiota) y le da un tono irónico a la película, pero todo esto jamás termina de funcionar.
Naza Chong.
Progrma Screaming Mad Crampi. Puntaje: 2. No se puede evitar sentir incomodidad al castigar a un personaje como Mad Crampi, pero la verdad es que la ‘maldición de los freaks’ recae con más fuerza sobre Toxicbox y Run Run, Bunny! El amor irónico que siente sobre sus criaturas no termina de funcionar nunca ni como amor ni como ironía. El breve pero jugoso anecdotario sobre el personaje Mad Crampi parece más atractivo que su obra angloparlante. Esta vez no fue torta de Manolo, sino el deseo de tabaco y un fernet los motivos de alejamiento de la sala para amenizar la espera por Los peyotes.
The Tulse Luper Suitcaises (The Moab Story). (Peter Greenaway). Puntaje: 7. Para decepción de muchos, no está mal admitir que esta vez le salió bien a Greenaway. Encima usa los truquitos de siempre (sí, toda esa parafernalia barroca que suele ser insoportable). Hay que reconocer que esta primera entrega (¿de 7?) no se vuelve nunca odiosa aunque se vuelve larga y densa. Greenaway parece haber notado que su necesidad de recargar la pantalla constantemente se vuelve, cuanto menos, agotadora y tal vez por eso la segunda mitad de la película parece ser más moderada visualmente. Habrá que esperar a una próxima edición para que no defraude y entregue el material por el que se ganó el odio de casi todos.
Destino (Domenique Monfery). Puntaje: 7. Todos esperaban este corto (muchísima gente sacó su entrada y se retiró después de este aperitivo). Casi todos esperaban muchísimo más de este corto. La conjunción de los mundos de Dalí y Disney, nada más. Es increíble ver en imágenes lo mismo que cualquiera podía imaginar de ese batido, ni una pizca de sorpresa. La animación parece un tanto torpe por momentos, aunque no deja de ser atrapante visualmente. Pudo haber sido chocante en el 46, cuando se pensó, pero la connotación sexual en los dibujos animados de Disney ya es moneda corriente por estos días.
Um Filme Falado (Manoel de Oliveira). Puntaje: 9. Los portugueses parecen estar majaretas. Al menos de quienes se proyectaron películas en el festival. Oliveira se toma casi tantas libertades como Monteiros y termina su film de forma abrupta, con un cambio de registro casi impensable. La cara de Malkovich congelada mientras pasan los créditos provoca esa sensación en el espectador (ojo, uno gritó “devuelvanmé la guita”). Hasta ese momento la película era el recorrido de una profesora de historia y su hija en un crucero desde Portugal a Egipto mientras ella daba una clase básica de historia y el capitán Malkovich trataba de chamullarse a todo lo que se movía.
Laurel Canyon (Lisa Cholodenko). Puntaje: 5. El hype más grande del festival. Todos se embobaron con Frances McDormand fumando porro todo el día y con su novio, un simpatiquísimo aspirante de Chris Martin. Es cierto que la película se permite un poco de acción entre ellos y la novia del hijo de Frances, pero no es mucho más que eso y el carisma del cantante. Christian Bale es el hijo insoportable y al hacer de la película su historia empalidece el relato. El último plano intenta aportar un poco de atractivo visual a un film que se había hundido hacía unas decenas de minutos.
Haute tension (Alexandre Aja). Puntaje: 6. Gore tan atractivo visualmente como idiota y reaccionario en lo argumental. Todo lo que se puede pensar que está mal en una historia se hace presente. Lo que le da placer a los ojos, también. Es cierto que el hecho de que la historia no cierre nunca es intencional (nadie puede ser tan idiota) y le da un tono irónico a la película, pero todo esto jamás termina de funcionar.
Naza Chong.
martes, abril 06, 2004
El fondo de Mar del Plata
Esto viene de acá, que venía de acá, pero antes estuvo esto:
*The five obstructions (Jørgen Leth y Lars von Trier). Puntaje: 5. Todos conocen la fama de enfant terrible de Von Trier. Acá intenta plasmarlo en la pantalla y queda como un boludo. La premisa de la película es tan interesante y prometedora como el ego de Lars von Trier: a partir de los condicionamientos del borracho del ego, Leth tiene que realizar 5 remakes de su corto del ’67, The Perfect Human. El primero funciona bien y también el que intenta verse como Waking Life (demasiado obvio en la película que de ahí pidieron prestada la idea como para no explicitarlo), pero los otros dan un poco de vergüenza ajena. Especialmente el último, en la que aquella premisa dogmática de no nombrar al director se remplaza por darle -o castigar con- el crédito a quien no lo dirigió. Ese corto deja un sabor amargo que parece imposible de endulzar, y también es una pena que todas las cumbres Leth-Von Trier estén filmadas con una irritante cámara en mano.
*The Perfect Human (Jørgen Leth). Puntaje: 10. El postre más sabroso después de una comida mediocre. La excitación que producía cada aparición de un fragmento del corto dentro del largo se multiplicó al poder verlo de corrido. Es increíble que cada elemento esté en el lugar en que produce un estímulo mayor. La voz en off es hipnótica (queda claro que Von Trier se inspiró en esta para utilizar la de Max von Sydow en su mejor película), la actuación de Claus Nissen aún hoy no atrasa un segundo y eso mismo sucede con el montaje, que parece hecho por algúnn revisionista (con buen gusto) de los sesenta. La distancia que toma Leth es la justa: se permite ironizar, sin que esa palabra se utilice con una connotación negativa. Es una lástima que se tuvo que aguantar 100 minutos de mediocridad antes de la felicidad hecha corto, pero se entiende que se haya programado después del largo, porque de otra forma durante su proyección no se podrían contener los abucheos.
Aileen: Life and Death of a Serial Killer (Nick Broomfield y Joan Churchill). Puntaje: 3. Otra muestra de ‘doxploitation’ del responsable de Kurt & Courtney y Biggie and Tupac. El canalla de acento inglés esta vez consigue bastante material interesante (quien haya visto Kurt & Courtney sabrá por qué eso es una rareza en él) y llega a exponerse como un chanta (muestra una trampa de edición que hizo en su documental anterior sobre el mismo tema, Aileen Wuornos: The Selling of a Serial Killer). Cada momento de Aileen en pantalla rebasa todo límite, parece un personaje complejísimo para retratar en menos de una hora y media, pero la omnipresente voz de Broomfield aparece todo el tiempo para intentar convencer al espectador cómo tiene que pensar y explicar qué quiso decir en realidad cada entrevistado. Quien asistió a la función para compararla luego con Monster, la película sobre Aileen que le valió uno de esos tipitos amarillos a Charlize Theron, puede sentir una indignación avasalladora y decepción al enterarse que Broomfield también estuvo metido en esa. Eso sí, la referencia a Día de la Independencia es de lo mejor y más divertido que se vio en una pantalla en años.
Twentynine Palms (Bruno Dumont). Puntaje: 1. Una de esas que parecen querer darle la razón a los que creen que las historias son importantes. Acá no pasa nada: durante la primera hora una pareja se pasea desnudándose por el desierto. Encima no había ningún otro lugar en el que apoyarse, la película no sólo se veía mal sino que se proyectó fuera de foco. No lo suficientemente fuera de foco como para que no se distinga que en el plano de la chica haciendo pis frente a cámara se veía la manguerita por la que fluía la falsa orina. Totalmente digna de pertenecer a la competencia oficial. Según imdb algo horrible y ‘hideous brutally’ pone fin al viaje de la pareja. Según otra fuente, a él se la dan por el culo... Quedará siempre la duda porque el deseo de una porción de torta en Manolo pudo más que la película.
*Vai e Vem (João César Monteiro). Puntaje: 10. Una de las que más prometía a priori y de las pocas que dignificó al festival. Fue triste descubrir todas las virtudes cinematográficas y carismáticas de Monteiro post mortem. Durante las 3 horas de viñetas de la película, Monteiro logra que viejo verde adorable no suene a contradicción. En el film se toma todas las libertades posibles, a nivel argumental y estilístico. Casi todos los planos de la película son fijos (el llanto de Bárbara tiene un sutil travelling que nos acerca a ella y en el funeral un divertidísimo plano giratorio) y de larga duración. No es necesario saber que Monteiro murió de cáncer tres meses antes de que se proyecte por primera vez este film en Cannes para sentir como una de las imágenes más emotivas del festival a la que lo muestra escapar del hospital (en el que estaba internado por meterse un consolador de, al menos, el tamaño de un botellón de champagne) después de tener sexo con una joven enfermera. Es inevitable sentir la necesidad de tomar un colectivo a la salida del cine.
Naza Chong.
*Se podrán ver en el 6° Bafici.
todavía queda una parte
*The five obstructions (Jørgen Leth y Lars von Trier). Puntaje: 5. Todos conocen la fama de enfant terrible de Von Trier. Acá intenta plasmarlo en la pantalla y queda como un boludo. La premisa de la película es tan interesante y prometedora como el ego de Lars von Trier: a partir de los condicionamientos del borracho del ego, Leth tiene que realizar 5 remakes de su corto del ’67, The Perfect Human. El primero funciona bien y también el que intenta verse como Waking Life (demasiado obvio en la película que de ahí pidieron prestada la idea como para no explicitarlo), pero los otros dan un poco de vergüenza ajena. Especialmente el último, en la que aquella premisa dogmática de no nombrar al director se remplaza por darle -o castigar con- el crédito a quien no lo dirigió. Ese corto deja un sabor amargo que parece imposible de endulzar, y también es una pena que todas las cumbres Leth-Von Trier estén filmadas con una irritante cámara en mano.
*The Perfect Human (Jørgen Leth). Puntaje: 10. El postre más sabroso después de una comida mediocre. La excitación que producía cada aparición de un fragmento del corto dentro del largo se multiplicó al poder verlo de corrido. Es increíble que cada elemento esté en el lugar en que produce un estímulo mayor. La voz en off es hipnótica (queda claro que Von Trier se inspiró en esta para utilizar la de Max von Sydow en su mejor película), la actuación de Claus Nissen aún hoy no atrasa un segundo y eso mismo sucede con el montaje, que parece hecho por algúnn revisionista (con buen gusto) de los sesenta. La distancia que toma Leth es la justa: se permite ironizar, sin que esa palabra se utilice con una connotación negativa. Es una lástima que se tuvo que aguantar 100 minutos de mediocridad antes de la felicidad hecha corto, pero se entiende que se haya programado después del largo, porque de otra forma durante su proyección no se podrían contener los abucheos.
Aileen: Life and Death of a Serial Killer (Nick Broomfield y Joan Churchill). Puntaje: 3. Otra muestra de ‘doxploitation’ del responsable de Kurt & Courtney y Biggie and Tupac. El canalla de acento inglés esta vez consigue bastante material interesante (quien haya visto Kurt & Courtney sabrá por qué eso es una rareza en él) y llega a exponerse como un chanta (muestra una trampa de edición que hizo en su documental anterior sobre el mismo tema, Aileen Wuornos: The Selling of a Serial Killer). Cada momento de Aileen en pantalla rebasa todo límite, parece un personaje complejísimo para retratar en menos de una hora y media, pero la omnipresente voz de Broomfield aparece todo el tiempo para intentar convencer al espectador cómo tiene que pensar y explicar qué quiso decir en realidad cada entrevistado. Quien asistió a la función para compararla luego con Monster, la película sobre Aileen que le valió uno de esos tipitos amarillos a Charlize Theron, puede sentir una indignación avasalladora y decepción al enterarse que Broomfield también estuvo metido en esa. Eso sí, la referencia a Día de la Independencia es de lo mejor y más divertido que se vio en una pantalla en años.
Twentynine Palms (Bruno Dumont). Puntaje: 1. Una de esas que parecen querer darle la razón a los que creen que las historias son importantes. Acá no pasa nada: durante la primera hora una pareja se pasea desnudándose por el desierto. Encima no había ningún otro lugar en el que apoyarse, la película no sólo se veía mal sino que se proyectó fuera de foco. No lo suficientemente fuera de foco como para que no se distinga que en el plano de la chica haciendo pis frente a cámara se veía la manguerita por la que fluía la falsa orina. Totalmente digna de pertenecer a la competencia oficial. Según imdb algo horrible y ‘hideous brutally’ pone fin al viaje de la pareja. Según otra fuente, a él se la dan por el culo... Quedará siempre la duda porque el deseo de una porción de torta en Manolo pudo más que la película.
*Vai e Vem (João César Monteiro). Puntaje: 10. Una de las que más prometía a priori y de las pocas que dignificó al festival. Fue triste descubrir todas las virtudes cinematográficas y carismáticas de Monteiro post mortem. Durante las 3 horas de viñetas de la película, Monteiro logra que viejo verde adorable no suene a contradicción. En el film se toma todas las libertades posibles, a nivel argumental y estilístico. Casi todos los planos de la película son fijos (el llanto de Bárbara tiene un sutil travelling que nos acerca a ella y en el funeral un divertidísimo plano giratorio) y de larga duración. No es necesario saber que Monteiro murió de cáncer tres meses antes de que se proyecte por primera vez este film en Cannes para sentir como una de las imágenes más emotivas del festival a la que lo muestra escapar del hospital (en el que estaba internado por meterse un consolador de, al menos, el tamaño de un botellón de champagne) después de tener sexo con una joven enfermera. Es inevitable sentir la necesidad de tomar un colectivo a la salida del cine.
Naza Chong.
*Se podrán ver en el 6° Bafici.
todavía queda una parte
viernes, abril 02, 2004
Mar del Plata dulce
La continuación de esto, que continuaba esto:
The Soul of a Man (Wim Wenders). Puntaje: 7. Una de las 7 películas sobre blues que produjo Marty Scorsesse (lo que quedó de The Soul of a Man y otras tres de la serie se proyectarían en el bafici). Wenders se sumerge en la vida de JB Leloir y Skip James, el segundo más interesante a nivel musical y biográfico que el primero. Skip se destaca en un género que constantemente repite fórmulas y en el que siempre todo tiempo pasado parece haber sido mejor. Sin embargo, el material fílmico de JB es presentado por, tal vez, los más simpáticos e inocentes sueco americanos que se puedan encontrar. En las performances de las canciones de ellos por bandas actuales se puede ver por qué es un género que agoniza desde hace décadas: lo más interesante proviene de quienes están más alejados del género. Tanto el material de archivo como las reconstrucciones tienen fluidez suficiente como para soportar una proyección en el Neptuno (se ltrabó el proyector dos o tres veces). Lo que menos funciona es la voz en off de Lawrence Fishburne que recorre la narración interpretando a Blind Willie Johnson, creador de Dark Was the Night.
In my Skin (Marina de Van). Puntaje: 10. Marina hace de todo en la sorpresa del festival: escribió, dirigió y protagonizó. Se decía que la mujer y el cine tenía la programación más pareja del festival, pero este tal vez sea el punto más alto. Viaje de iniciación en la autodestrucción y la antropofagia de una chica que parecería tenerlo todo para cualquier jubilado en la audiencia. ¿Por qué? Sólo por placer. La película elige cuando ser explícita y cuando trabajar fuera de campo y con silencios. El plano final es simplemente hermoso.
Into the mirror (Seong-ho Kim). Puntaje: 4. Otra más de terror. Otra más que asusta varias veces. Otra mediocre más. Si bien en los primeros minutos parecía (más) reaccionaria, el gancho de la película por momentos logra esconder sus fallas bajo la alfombra. El principal problema es que por momentos se aleja del terror y se embarra con el policial. Un par de planos visualmente logrados, una idea piola (la vida del otro lado del espejo), muchas decisiones idiotas y nada más.
Bartok (Ken Russell). Puntaje: 8. Especial para la BBC en blanco y negro sobre Béla Bartok. Ya en el ’64 Russell parecía tener conciencia de las bases de un videoclip. El film funciona siempre y nunca sus imágenes se vuelven redundantes (gran tentación clipera). Un acercamiento a la música de Bartok, pero con el acento en el aspecto visual.
Dance of the Seven Veils (Ken Russell). Puntaje: 6. Segundo especial para la BBC de un compositor europeo del doble programa Russell. Esta vez es el turno de Richard Strauss. Russell se acerca a lo que sería una biopic camp del alemán, en la que no se esquiva su relación con el nazismo, aunque se le buscan explica/justificaciones. Pierde en comparación con Bartok y además sufre por el desgaste que produce un doble programa televisivo.
Naza Chong.
seguirá continuando
The Soul of a Man (Wim Wenders). Puntaje: 7. Una de las 7 películas sobre blues que produjo Marty Scorsesse (lo que quedó de The Soul of a Man y otras tres de la serie se proyectarían en el bafici). Wenders se sumerge en la vida de JB Leloir y Skip James, el segundo más interesante a nivel musical y biográfico que el primero. Skip se destaca en un género que constantemente repite fórmulas y en el que siempre todo tiempo pasado parece haber sido mejor. Sin embargo, el material fílmico de JB es presentado por, tal vez, los más simpáticos e inocentes sueco americanos que se puedan encontrar. En las performances de las canciones de ellos por bandas actuales se puede ver por qué es un género que agoniza desde hace décadas: lo más interesante proviene de quienes están más alejados del género. Tanto el material de archivo como las reconstrucciones tienen fluidez suficiente como para soportar una proyección en el Neptuno (se ltrabó el proyector dos o tres veces). Lo que menos funciona es la voz en off de Lawrence Fishburne que recorre la narración interpretando a Blind Willie Johnson, creador de Dark Was the Night.
In my Skin (Marina de Van). Puntaje: 10. Marina hace de todo en la sorpresa del festival: escribió, dirigió y protagonizó. Se decía que la mujer y el cine tenía la programación más pareja del festival, pero este tal vez sea el punto más alto. Viaje de iniciación en la autodestrucción y la antropofagia de una chica que parecería tenerlo todo para cualquier jubilado en la audiencia. ¿Por qué? Sólo por placer. La película elige cuando ser explícita y cuando trabajar fuera de campo y con silencios. El plano final es simplemente hermoso.
Into the mirror (Seong-ho Kim). Puntaje: 4. Otra más de terror. Otra más que asusta varias veces. Otra mediocre más. Si bien en los primeros minutos parecía (más) reaccionaria, el gancho de la película por momentos logra esconder sus fallas bajo la alfombra. El principal problema es que por momentos se aleja del terror y se embarra con el policial. Un par de planos visualmente logrados, una idea piola (la vida del otro lado del espejo), muchas decisiones idiotas y nada más.
Bartok (Ken Russell). Puntaje: 8. Especial para la BBC en blanco y negro sobre Béla Bartok. Ya en el ’64 Russell parecía tener conciencia de las bases de un videoclip. El film funciona siempre y nunca sus imágenes se vuelven redundantes (gran tentación clipera). Un acercamiento a la música de Bartok, pero con el acento en el aspecto visual.
Dance of the Seven Veils (Ken Russell). Puntaje: 6. Segundo especial para la BBC de un compositor europeo del doble programa Russell. Esta vez es el turno de Richard Strauss. Russell se acerca a lo que sería una biopic camp del alemán, en la que no se esquiva su relación con el nazismo, aunque se le buscan explica/justificaciones. Pierde en comparación con Bartok y además sufre por el desgaste que produce un doble programa televisivo.
Naza Chong.
seguirá continuando